Navidad y covid… ¿qué hacemos las familias?

Quien más o quien menos estamos cerca de alguna persona confinada, por dar positivo o a la espera de unos resultados que no llegan.  Está siendo una época difícil… sobre todo cuando creíamos que iban a ser unas navidades más tranquilas y que las del año pasado quedaban atrás.

El día a día nos pone otra vez en la incertidumbre, en no tener nada asegurado, en no saber qué va a ocurrir y, en consecuencia, vivir el día a día vuelve a ser nuestro punto de partida.

Muchas conversaciones sobre qué hacer en estas épocas son las que se están dando en cada una de las familias. Encontrar el equilibrio entre cuidarnos a nivel sanitario y cuidarnos a nivel afectivo y relacional, sigue siendo un milagro.

Hemos apostado por las pruebas de antígenos, las pcr,… para ver si esto nos podía dar alguna pista para respondernos a algunas preguntas como: ¿Qué hacemos? ¿Nos juntamos?, ¿No nos juntamos?, ¿Cuántos nos juntamos?

Algunas familias quieren protegerse y deciden no celebrar con su familia las navidades. Otras familias en cambio asumen el riesgo y optan por ver a sus aitites, amamas, hijos o nietas, porque ya hace tiempo que soñaban con una navidad como la de antes.

De cualquier manera, la sensación de inseguridad, culpa y responsabilidad está presente. Tanto si te juntas como si no la sensación es muy parecida. Y tomar la decisión no está siendo nada fácil.

Ha pasado ya el primer round de la navidad y seguimos en las mismas. Cada vez más personas confinadas y cada vez más riesgo a ser contagiada o a contagiar. Mucha soledad en aquellas personas que están aisladas y, aunque el riesgo ante esta cepa parece que es menor, también se vive el miedo a la reacción de cada persona ante la enfermedad.

Vamos sumando factores; inseguridad, culpa, responsabilidad, soledad, aislamiento y miedo. Factores que van haciendo mella en cada una denosotras y todo, después de los casi dos años que llevamos.

Y…¿los niños, niñas y adolescentes? Estos también tienen una carga  muy importante en esta historia. Las últimas noticias antes de las vacaciones estaban muy centradas en ellos y ellas. Han sido cientos de aulas confinadas e incluso,en algunos casos, varias veces.

Ya estaban un poco aburridos y cuando la ilusión por la navidad, la familia, Olentzero… estaba cerca pluffff!  Se les chafa el plan…. ¿A cuántos nos han preguntado si Olentzero podría llegar?,¿Si solo íbamos a estar 3?,¿Si estas navidades iban a ser un rollo?,¿Cómo dejar a su aita solo en estas fechas?

Detrás de cada una de estas preguntas hay una emoción que tal y como estamos las madres y los padres a veces no somos capaces de escuchar y atender.

No sé vosotras como lo lleváis, pero a mí estos días me están costando. Y encima me toca asumir la responsabilidad de tomar las decisiones, de velar por el cuidado y por ofrecer a mis hijas espacios de cierta calidad emocional.

Además de la situación concreta de cada familia también he vivido estas últimas semanas cierto enfrentamiento social al que nos está llevando esta situación sanitaria. Parece como si nos estuvieran encaminando, sin darnos cuenta, a una posición de extremos y el enfado con el otro extremo se hace palpable en el día a día. E incluso se incluye en este debate a los niños y niñas.

Aunque me conecta con cierta tristeza, melancolía e incluso con un poco de rabia por la situación, no quiero dejar de disfrutar de los pequeños momentos… porque como suele decir una mujer sabia: “mejor que ahora nunca”.

Para poder disfrutar de estos pequeños momentos creo que hay algunas cosas que nos vendría bien hacer:

Conectarnos con las demás. Porque seguro que las decisiones que vamos tomando también influyen en el resto de la familia. Abrir conversaciones, escuchar las emociones que hay detrás de cada enfado, acompañar a las que están solas o tristes.  Y tener clara la importancia de cuidarnos desde la red afectiva. Cuidar es una relación en la que ambas partes ganan si podemos conectarnos y entendernos desde la emoción y el agradecimiento. Cuidar a las personas que se quedan más solas va a ser un reto y un aprendizaje para nuestros hijos e hijas.

Hacer pequeños gestos que nos permitan descubrirnos cerca aunque estemos lejos. Desgraciadamente ya tenemos experiencia en todo esto, pero ahora no lo esperábamos. Y la pandemia nos genera cansancio, apatía o sensación de impotencia, así que recurramos de nuevo a esos pequeños gestos de ilusión y …. y si no hemos podido celebrar en esta ocasión, juntémonos en otro momento cuando sea posible. No es algo perdido del todo, puede ser algo “aplazado”, y los regalos también llegarán.

Cuidarnos buscando actividades que nos den bienestar y placer, y si es en la naturaleza mejor. Ver horizontes diferentes, caminos nuevos, respirar aire y jugar con movimiento puede ayudarnos y ayudar a nuestros hijos e hijas a estar menos tiempo delante de las pantallas o redes sociales. Y poner un poco de coto a las noticias y conversaciones sobre el COVID para tener una base de responsabilidad, pero desde la calma y no desde el miedo o la histeria.

La pandemia nos deja de nuevo tres grandes aprendizajes para nuestra vida adulta y la de nuestros niños y niñas. También en estas Navidades:

  • No es posible controlar todo y hay que aprender a flexibilizar y adaptarse.
  • Es necesario conectar, poner palabras y dar salida a las emociones desagradables. Y también a las agradables.
  • Cuidarse y protegerse ante la adversidad es cosa de todos/as, de la red afectiva. Y sabemos cómo hacerlo.

Ainhoa Allende. BBK Family

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