¿Cuánto de buena y de sacrificada ha de ser una madre?

Aun en el año 2023 este run-run sigue presente en muchas madres y en parte de la sociedad. Y es que todavía arrastramos una idea de perfección y sacrificio en el rol materno sin saber muy bien por qué y para qué.

Si abordamos la idea de ser “buena madre”, podemos recordar a Donald Winnicott. Éste fue un pediatra psicoanalista que acuñó el término de “madre suficientemente buena”. Podríamos decir que esta madre es capaz de tener un sentimiento de “preocupación maternal”, darse cuenta y responder a las necesidades de apego de sus hijas dando un sostén físico y emocional. Además, es capaz de darse cuenta y responder a sus propias necesidades, diferenciarse de su hijo y posibilitar que éste logre diferenciarse también de ella y entre en un proceso de exploración del mundo. Sin quedarse “fusionados” y sin confundir necesidades.

Las madres pueden equivocarse

Así, una madre implicada no necesita ser perfecta, sino que ha de ser lo suficientemente buena para ir entendiendo poco a poco a sus hijas, respondiendo a sus necesidades (a veces con algún fallo), dando una base de seguridad y animando a la autonomía. La madre puede equivocarse, puede cansarse, puede desbarrar en algún momento siendo aun suficientemente buena.

Sin embargo, a veces, tenemos creencias inconscientes, modelos de crianza heredados, presiones sociales, estándares de mujer desenfocados, angustias por experiencias vitales … que nos llevan a un extremo de búsqueda de perfección que no es sano (ni para nosotras ni para las niñas) Todo esto puede relacionarse también con el  Síndrome de Wendy si lo aplicamos también en la crianza. Este síndrome, en honor al personaje de Peter Pan, está relacionado con la necesidad constante de complacer a los demás buscando siempre  su aceptación desde el miedo al rechazo y abandono.

Tratar de ser una madre superperfecta no es una buena idea. Nunca lo lograremos y, entre otras cosas:

  • Nos coloca en un estado de distrés insostenible que puede acabar con manifestaciones corporales de ansiedad, desregulación y rigidez emocional, dominio de emociones como la culpa, la rabia, el miedo …, activación de las zonas del dolor, debilitamiento del sistema inmunitario, ineficacia en el desarrollo de funciones ejecutivas (planificación, resolución de problemas…) Además, el exceso de cortisol (hormona del estrés) no deja sitio a otras hormonas como la oxitocina (hormona del cuidado, de la empatía…) imprescindible en la crianza. Y de forma más avanzada puede aparecer una depresión. Todo esto no es bueno para ser madre ni para desarrollarse como persona en bienestar.
  • Generamos un modelo a nuestros hijos de tener que ser perfectos ellos también, de que no es posible cometer errores y esto puede afectar la autoestima.

No tratemos de ser súperperfectas

Además, ¿qué incluye ser una madre perfecta? ¿De dónde sacamos las cosas que hay que cumplir para ser una madre perfecta? ¿De un manual de cómo ser una madre perfecta? Y ¡ojo! porque hoy en día hay una tendencia obsesiva peligrosa de “llenarse” de recetas, pautas, directrices, cursos, formaciones… para llegar a esa perfección. Aprender para tomar conciencia, tener recursos, entrenar habilidades, sí. Pero no para tratar de ser superperfectas.

Demos un paso más hacia el concepto de “madre sacrificada”. Si nos vamos al diccionario, la palabra sacrificar tiene diferentes significados y uno de ellos es el de “renunciar o privar de algo para conseguir otra cosa” ¿Tenemos entonces que renunciar o privarnos de cosas para criar bien a nuestros hijos?

Si comparamos nuestra vida antes de ser madres y después, evidentemente, hay cosas que cambian. Si decidimos en su momento ser madres por deseo consciente, lo hicimos por cierta necesidad de transcendencia Y en la satisfacción de esta necesidad, hay cosas que perdemos y otras que ganamos. Estar disponibles y responder a sus necesidades físicas, emocionales y sociales requiere un tiempo, una energía, un dinero, una consciencia, un aprendizaje… que antes podíamos ocupar o derivar totalmente a otras tareas o intereses. Y ahora hay que repartir, equilibrar…Por ejemplo, parte del sueldo va destinado a los gastos del niño, ya no se duerme con la misma calidad (sobre todo, en algunas épocas), los sábados a la mañana hay que dedicarlos al deporte escolar, la paz de pareja se ve truncada en algunos momentos por debates sobre cuestiones de la crianza, el encaje de la conciliación resta energía …Hay que reconocerlo: ser madre implica tener momentos tensos, aburridos, frustrantes… e incluso cierta angustia.

Cuidado con crear un modelo de crianza sacrificante

Esto no quiere decir que no haya cosas buenas que compensan los cambios o pérdidas. Hay momentos buenos, muy buenos. Y no tenemos que renunciar a toda nuestra vida, identidad, intereses, autocuidado…o no tenemos que ser perfectas o “fundirnos” con nuestras hijas.

Si nos fuésemos al extremo del “sacrificio” podríamos crear un modelo de crianza “sacrificante” del que habla Alejandro Rodrigo en su libro “Cómo prevenir conflictos con adolescentes”.

En este modelo, las madres (y también padres) conciben que su rol materno supone muchos esfuerzos y “sacrificios” para dar bienestar a sus hijos, renuncian a sus propias necesidades e intereses y ponen esto de manifiesto de forma recurrente delante de ellos.

Hay algunas frases que están relacionadas con este estilo. Por ejemplo: Con todo lo que yo hago por ti y me lo pagas así… Con todo el dinero que he invertido en tu educación y ahora…Con todo lo que yo te quiero y …He renunciado a tantas cosas por ti …No puedo ni comprarme zapatos nuevos porque te estoy pagando las mejores clases de inglés…Con lo bien que podía estar yo ahora de vacaciones y aquí estoy contigo …” 

Todas hemos podido decir alguna frase similar en momentos de cansancio, de enfado y agotamiento. Como reproche, como llamada de atención, como desahogo …Incluso a veces, de buenas maneras, podemos invitarles a tomar consciencia de algunas cosas a reconocernos. El problema es el tono con el que lo hacemos, el tipo de frases y cuando esto es muy recurrente y se convierte en el estilo mayoritario de relación.

Es verdad que en este modelo existe una preocupación de fondo por las hijas y se atiende sus necesidades. Pero puede tener efectos negativos emocionales en las niñas, sobre todo si aparece de una manera muy exagerada.  Se puede caer en una invasión del niño, en una sobreprotección, en generar expectativas de que el hijo va a defraudar… Y se crea a los hijos una sensación de culpa, de deuda, de ser “destructores” de la felicidad de sus madres… Y esto, emocionalmente, es muy asfixiante.

Tomar consciencia es importante

Para defenderse de esto, los niños pueden tener dos mecanismos: rebelarse ante esto con una oposición y enfado exagerados o tratar de buscar siempre la aceptación de la madre con una carga importante de culpa, tristeza y enfado de fondo.  De una u otra forma, los niños pueden sentirse “encarcelados” en esa red.

Por eso, es interesante revisar cómo estamos viviendo ciertas renuncias y si nos vamos a estilos “sacrificantes” en los que, muchas veces, lo que ocurre es que se ponen de manifiesto necesidades no cubiertas de las propias madres.

Tomar consciencia de esto va a ser importante. Es un estilo que no es fácil de ver. Nos ayudará escuchar qué tipo de frases externas o internas nos decimos sobre esto. Ver si nuestras hijas nunca nos dicen que no. O si nuestros hijos nos responden con mucha frecuencia: “Pues no haberme tenido. Pues búscate otra hija mejor. Yo no te dije que dejaras de trabajar. Pues no haber sido madre. Yo no te he pedido que dejes de …para atenderme”

Hay algunos elementos que nos pueden llevar a este estilo y sobre los que sería interesante reflexionar:

  • Creer que es el mejor estilo por alguna creencia familiar, cultural, personal…
  • Adoptarlo y arrastrarlo de nuestra familia de origen sin casi darnos cuenta.
  • Asociar nuestra identidad de género y rol en la crianza con esa idea.
  • Haber vivido renuncias personales vitales importantes, no haber elaborado bien el deseo de maternidad o tener una situación de estrés continuada que nos lleva a cansancio y desbordamiento con la consecuencia de echar la culpa a los otros.

Compaginar disponibilidad con momentos de autocuidado

Por ir concluyendo, como madres hemos de estar disponibles y atender a nuestros hijos. Lo necesitan. Y también necesitan ver que tenemos momentos de disfrute, que tenemos nuestros amigos, nuestros planes, nuestras necesidades propias que vamos resolviendo… Cuando son muy pequeñas, en determinadas etapas o circunstancias… la crianza requiere un plus de contacto y distancia más corta a veces. Pero, después, podremos coger más distancia o tener también algunos momentos propios.

Cuando tenemos un bebé, viene gente de visita al hospital, a casa…Casi todas las miradas, carantoñas y preguntas de si está bien, se centran en él. Y “¿yo?” nos podemos preguntar. Ese yo no puede desaparecer y sacrificarse totalmente por el niño porque entonces no estaremos entendiendo bien la crianza y nuestra propia existencia. Y ese yo también sigue necesitando cuidado, cariño y ayuda de la red afectiva.

Hay algunas preguntas que podemos hacernos y nos pueden ayudar:

  • ¿Qué necesidades propias tengo?
  • ¿Cuáles son mis intereses, mis hobbies?
  • ¿Qué me ayuda a desestresarme?
  • ¿Qué siento que gano con la crianza?
  • ¿En qué momentos logro satisfacer necesidades/deseos propios? ¿Qué me ayuda a ello? ¿Cómo podría mantenerlo/aumentarlo?

Reivindicar un modelo de marentalidad consciente y ajustada más allá del sacrificio, la perfección y la omnipotencia es algo que nos toca construir como sociedad también. Pero no nos engañemos, la cosa tampoco está fácil. Siempre ayudará contar con propuestas reales de conciliación, más trabajo en perspectiva de género, apoyos en el acompañamiento a hijos con  discapacidad o con dificultades, redes de apoyo logístico y emocional a las familias…Porque solas y sin recursos no podemos hacer la crianza.

Aun en 2023 esto sigue siendo un reto. Vamos a por él.

Begoña Ruiz, psicóloga

4,8
Valorado con 4.8 de 5
4.8 de 5 estrellas (basado en 19 reseñas)
Excelente84%
Muy bien16%
Medio0%
Pobre0%
Terrible0%

Si no respetas tus tiempos de autocuidado, puedes perder los nervios y acabar chillándoles

 

La maternidad el autocuidado

«Las madres queremos arreglarlo todo en el momento, pero tenemos que aprender a esperar»

¿Quieres estar al día de lo que publicamos en BBK Family, talleres, cursos…? ¡Suscríbete a la nueva newsletter!

Y si quieres, también puedes seguirnos en el nuevo Canal de Telegram de BBK Family. Pincha en este link o escanea el código QR.

Código QR

Menú

BBK Family Learning

×