¿Cómo puedes ayudar a un familiar o a una amiga que comparte contigo sus problemas?

Hay una gran cantidad de obras sobre el tema de la terapia y el coaching, o sobre cómo los terapeutas, psicólogos y coaches pueden ayudar mejor a sus clientes a superar problemas y dificultades, pero por alguna extraña razón escasea la literatura sobre cómo ayudar mejor a los familiares y amigos que comparten con nosotros sus problemas y dificultades. Este artículo pretende llenar ese vacío.

Las pautas que propongo a continuación están inspiradas en la terapia breve centrada en soluciones, el enfoque de la terapia y el coaching que mejor conozco porque lo he estado practicando y enseñando durante más de 30 años.

Cuando hable con amigos y familiares sobre sus problemas, es importante evitar adoptar un estilo o tono que se parezca a la forma en que un terapeuta o psicólogo suele hablar con sus clientes. Al contrario, procure mantener una conversación informal y alejarse de cualquier tipo de preguntas o comentarios que lo hagan parecer un terapeuta o psicólogo que habla con un cliente.

En lugar de parecer un terapeuta, debe esforzarse por brindar apoyo y ayudar de una manera que sea adecuada y apropiada para un amigo, un familiar o un ser querido. Espero que las siguientes pautas le resulten útiles.

Escuchar

 

La escucha activa (también conocida como escucha reflexiva o profunda) debe ser su principal respuesta cuando un miembro de la familia o un amigo recurra a usted para hablar sobre sus problemas o dificultades. Sorprendentemente, muchas veces es todo lo que se necesita para resultar útil. Escuchar activamente y abstenerse de dar consejos brinda a la persona que habla con usted la oportunidad de reflexionar sobre su situación y le ayuda a descubrir sus propias soluciones. He enumerado a continuación algunas de las técnicas clave de la escucha activa. Estas técnicas funcionan mejor cuando no nos limitamos a usar solo una, sino que alternamos entre ellas para generar un flujo natural de conversación.

1.   Simplemente escuchar

Deje que la persona hable libremente sin interrumpirla, mientras le indica con señales que está prestando atención a lo que dice. Puede hacerlo simplemente asintiendo con la cabeza, adoptando un gesto pensativo o diciendo palabras de confirmación como “Ajá”, “Ya veo” o “Sí”.

2.   Repetir

En lugar de simplemente asentir con la cabeza y usar palabras de confirmación, puede reforzar la sensación de la persona de que realmente la están escuchando repitiendo ocasionalmente las últimas palabras de lo que acaba de decir. Si la persona dice, por ejemplo, “Cuando se acercó a mí y me dijo eso, pensé que era realmente estúpido por su parte”, usted simplemente podría decir “… fue estúpido por su parte”. Repetir las últimas palabras que ha dicho la persona, cuando se hace con sensibilidad y compasión, hace que la persona sienta que no solo la estamos escuchando, sino que estamos pensando en lo que dice.

3.   Poner palabras a los sentimientos

Puede mejorar el “efecto de escucha” si se pone en el lugar de la persona que está compartiendo con usted sus problemas o dificultades y pone palabras a los sentimientos que puede imaginar que está sintiendo. Si, por ejemplo, nuestro interlocutor parece devastado, podría decir: “Debes estar devastado”. Si parece enfadado, pruebe a decir: “Eso debe ponerte furioso”.  Cuando ponemos palabras a los sentimientos, es importante indicar que pensamos que esos sentimientos están justificados. “Por supuesto, estás molesto. ¡Cualquiera estaría molesto!” o “Tienes todas las razones del mundo para sentirte molesto. Si estuviera en tu lugar, también me enfadaría”.

4.   Resumir

Los profesionales suelen utilizar este método para asegurarse de que sus clientes se sientan comprendidos; se toman un momento para resumir lo que la persona ha dicho.  Este método también se puede utilizar con familiares y amigos. “Entonces, lo que estás diciendo, corrígeme si me equivoco, es que no estás seguro de querer permanecer en ese trabajo y que tomar la decisión final es mucho más difícil de lo que habías previsto. ¿Es asi?”. Si creen que el resumen es acertado, dirán algo como “Eso es” o “Exactamente”.  En cambio, si consideran que el resumen no es adecuado, lo corregirán y usted les habrá ayudado a articular mejor su situación. Cualquiera que sea el caso, ese resumen puede resultarles útil.

El secreto de la escucha activa radica en el hecho de que las personas a menudo se benefician de tener la oportunidad de hablar con alguien sobre su situación. El mero acto de exponer un problema personal a alguien que escucha activamente ayuda a las personas a aclarar su pensamiento, a comprender mejor su situación y a ser más capaces de ver formas alternativas de lidiar con la situación.

¿Qué más podemos hacer?

Una vez confirmado que la escucha activa es nuestro principal medio para apoyar a familiares y amigos, veamos otras cosas que podríamos añadir a nuestra respuesta para aumentar la probabilidad de serles útil.

1.  Reconocer lo que la persona ya ha hecho

Cuando familiares y amigos nos hablan de sus problemas o dificultades, es posible que no estén buscando consejo (incluso si al principio lo parece). En cambio, es posible que simplemente quieran compartir su experiencia con la esperanza de que reconozcamos su reacción emocional y les confirmemos que lo que han hecho hasta ahora para hacer frente a la situación ha sido lo correcto o apropiado. Me parece que has hecho lo correcto.

  • Lo que has hecho hasta ahora es probablemente la mejor manera de manejar la situación
  • ¿Cómo se te ocurrió hacer eso? En mi opinión, has actuado de forma inteligente.
  • Lo que has hecho demuestra que eres muy valiente. Admiro tu forma de manejar la situación

A veces la gente pregunta: “¿Qué harías tú?” o “¿Qué crees que debería hacer?” incluso si no están muy interesados ​​en escuchar nuestro consejo. Lo que realmente quieren, si leemos entre líneas, es averiguar lo que pensamos sobre las cosas que han hecho hasta ahora para lidiar con su situación.

  • ¿Qué crees que debería hacer?
  • No sé qué deberías hacer, pero creo que lo que has hecho hasta ahora es lo acertado.
  • Si te soy sincero, ¡eso es todo lo que quería escuchar!

2.  Compartir nuestras propias experiencias

A diferencia de los terapeutas, a quienes generalmente se les recomienda no compartir demasiados datos de su vida con sus clientes, los amigos y la familia son libres de hacerlo. Compartir experiencias, buenas y malas, es un aspecto importante de las relaciones cercanas.

Cuando una persona comparte sus problemas o dificultades con nosotros, las principales herramientas que debemos usar son la escucha activa, el reconocimiento de sus reacciones emocionales y los comentarios positivos sobre cómo ha abordado el problema hasta ahora.

Sin embargo, hay muchas más cosas que podemos hacer para ayudar a familiares y amigos.

Algo sencillo que podemos hacer es compartir nuestras propias experiencias con ellos. Por ejemplo, si tenemos un hijo que nos cuenta que ha sido intimidado en la escuela, podemos compartir nuestra experiencia como testigos de acoso escolar en la escuela de pequeños. O, si un amigo nos habla de lo dolorosa que le resulta su relación sentimental, podemos compartir nuestras propias experiencias con él.

El intercambio mutuo de experiencias difíciles tiene un efecto normalizador. Estamos transmitiendo el siguiente mensaje: “Puedo sentir tu dolor. No estás solo. También he tenido experiencias similares. Yo he sobrevivido. Tú también sobrevivirás” o “Esto también pasará”.

Existe un pequeño riesgo de que al compartir nuestras propias experiencias la persona sienta que estamos más interesados en hablar de nosotros que en escuchar su problema. Podemos evitar este riesgo simplemente pidiendo permiso para hablar sobre nosotros. Podemos decir: “He pasado por algo un poco similar en mi vida. ¿Quieres escuchar la historia?”.

3.  Descubrir qué consejos le han dado otras personas

Cuando una persona nos habla de un problema, es muy posible que haya hablado del mismo problema con otra persona con anterioridad. Por tanto, tiene sentido preguntarle qué consejos le pueden haber dado otros.  Podemos preguntarles:

  • ¿Has hablado de esta situación con alguien más?

Suponiendo que la persona diga “sí”.

  • ¿Qué consejo te han dado?
  • ¿Qué opinas sobre eso? ¿Estás de acuerdo o piensas de otra manera?

Resulta útil saber qué consejos le han dado otras personas. Si la persona está de acuerdo con el consejo, y nosotros también creemos que el consejo es correcto, simplemente se puede decir: “Yo también creo que es una buena idea”.

Por otro lado, si no estamos de acuerdo con el consejo, tenemos la oportunidad de expresar nuestras dudas: “No estoy tan seguro de eso. Podría haber una mejor manera de manejar la situación”.

En este artículo me estoy enfocando en otros métodos además de dar consejos, pero si terminamos dando consejos de todos modos, ser consciente de los consejos que ya se le han dado a la persona y saber lo que piensa al respecto nos ayudará a evitar la situación incómoda de estar dando consejos que ya ha escuchado y que no le parecen de gran ayuda.

Si la persona no ha hablado con otras personas sobre su problema, también se le puede preguntar qué cree que le dirían otras personas.

  • ¿Qué dice tu padre?
  • No se lo he dicho.
  • Y si se le dijeras, ¿Qué crees que diría?
  • ¿Y tu hermano? ¿Qué crees que diría?

A veces, cuando las personas no tienen ni idea, comienzan a pensar en ideas potencialmente útiles simplemente usando su imaginación para pensar en los consejos que les darían diferentes seres queridos u otras personas importantes en su vida.

4.  Recordar a la persona soluciones del pasado

Cuando las personas afrontan problemas en su vida, a menudo no se dan cuenta de que, en realidad, han pasado por algo similar antes y han logrado manejar esa situación bastante bien. Por tanto, puede ser útil preguntarles si se acuerdan de haber afrontado problemas similares con anterioridad.

  • ¿Has tenido que lidiar con situaciones similares antes?
  • ¿Y esa vez que me contaste cuando dejaste tu trabajo?
  • ¿No era una situación parecida?
  • ¿Cómo lo resolviste?

En la psicología occidental, a menudo culpamos al pasado de nuestros problemas y dificultades, pero en realidad el pasado también es un cofre del tesoro que contiene recuerdos de desafíos que hemos podido afrontar con éxito. Es posible ayudar a nuestros amigos y familiares dirigiendo su atención a sus propias experiencias de manejar situaciones difíciles con éxito.

5.  Animar a la persona a que utilice sus puntos fuertes

Tengo la sensación de que tu gran sentido del humor puede ayudarte mucho.

Uno de los métodos de la terapia breve es lo que podría denominarse “utilización de las fortalezas”. Significa que el terapeuta, o el coach, identifica las fortalezas del cliente, es decir, sus habilidades, talentos especiales, pasiones o intereses, y luego le ayuda a encontrar la manera de aprovechar sus recursos para resolver el problema en cuestión.

Se puede utilizar una variante de este método con la familia y amigos.  Basta con recordarles algunos de sus puntos fuertes e invitarles a pensar en cómo podrían usarlos para ayudarse a sí mismos a lidiar con la situación.

  • Tienes mucho talento escribiendo. ¿Puedes pensar en una manera de usar ese talento tuyo para lidiar con esta situación?
  • Eres muy bueno ayudando a las personas a resolver conflictos en el trabajo. ¿Qué crees que es lo que te hace tan bueno? ¿Podrían servirte algunas de esas cualidades para manejar la situación actual?

6.  Revelar planes en mente

Cuando las personas nos hablan de sus problemas, a menudo parecen no tener ni idea, aunque inconscientemente ya tengan algunas ideas incipientes sobre qué hacer o cómo abordar su situación. Es aconsejable tratar de descubrir esas ideas incipientes antes de ofrecer sugerencias propias a la persona. Después de todo, las ideas propias tienden a funcionar mejor que cualquier idea sugerida por otra persona.

  • Tengo el presentimiento de que ya tienes una idea de cómo afrontar la situación ¿Estoy en lo cierto?
  • ¿Qué pensamientos tienes? ¿Qué estas intentando hacer?
  • ¿Qué te dice la intuición? ¿Cuál crees que es el orden de actuación más adecuado?
  • Es una situación difícil, pero hay que empezar por algo. ¿Ya tienes una idea de cuál será tu próximo paso?

Una vez que la persona nos informa sobre los planes que tiene en mente, podemos reforzarlos o ayudarle a perfeccionarlos, siempre que nos parezcan planes razonables. Si pensamos que sus planes no son sólidos, podemos alentarle a que los reconsidere y piense en otra alternativa.

7.   Presentar nuestras ideas con tacto

Si queremos proponer una idea a un amigo o familiar que nos habla sobre su problema, es posible que tengamos más éxito si la «vendemos» como una idea abierta a la consideración en lugar de una recomendación directa que nos gustaría que siguiera.

  • ¿Qué crees que pasaría si tú…?
  • Honestamente, no sé qué deberías hacer, pero recuerdo haber leído en alguna parte que alguien… ¿Qué te parece hacer algo así?
  • Tengo una idea que puede ser totalmente descabellada, pero si quieres, la compartiré
  • ¿Quieres saber lo que probablemente haría yo si estuviera en tu lugar?

Una de las ventajas de presentar nuestras ideas con tacto, o incluso de forma vaga, es que eso permite a la persona usarlas como trampolines para desarrollar sus propias ideas sobre qué hacer para afrontar la situación en cuestión.

8.  Principio de Dilbert

Cuando los amigos y la familia nos hablan de sus problemas, podemos sentirnos obligados a darles un consejo, aunque no nos lo pidan. En este artículo he propuesto que es mejor abstenerse de dar consejos y, en su lugar, hablar con ellos de una manera que les ayude a pensar en sus propias ideas sobre qué hacer.

No obstante, siempre habrá ocasiones en las que queramos asesorar a la persona y decirle lo que creemos que debería hacer. En esas situaciones, puede resultar beneficioso aplicar el Principio de Dilbert (bossification).  El término fue acuñado por Scott Adams, el artista detrás de Dilbert, una tira cómica satírica sobre la vida empresarial. En una de sus historietas de hace años, Dilbert logra persuadir a su jefe para que acepte su idea dejando que este piense que es su idea, en lugar de la de Dilbert.

[TRADUCCIÓN DE LA TIRA CÓMICA]:

  • Has tenido una gran idea con lo de actualizar el software de atención al cliente.
  • No recuerdo haber tenido esa idea
  • Ha sido genial
  • Bueno, suena como algo que haya podido sugerir
  • Necesitaremos que aprueben el presupuesto, pero eso no debería ser problema para ti.
  • Claro, obviamente conseguiré fondos para mi idea, es fantástico.
  • Tendré que aplazar mis otros proyectos, pero, como has dicho, eso son prioridades secundarias.
  • ¿Yo he dicho eso?
  • Ha sido muy inteligente por tu parte
  • ¿Cómo has conseguido que financien tu idea?
  • He tenido que convertirla en una idea de jefe.

Cuando la colega de Dilbert se pregunta cómo ha conseguido hacerlo, él dice que convirtió su idea en una «idea de jefe», es decir, hizo que pareciera que era la idea del propio jefe.

El Principio de Dilbert también puede ser una estrategia útil a la hora de sugerir ideas a familiares y amigos; solo necesitamos encontrar una manera convincente de hacerles creer que la idea que les proponemos es suya y no nuestra.

Conclusión

La recopilación de ideas aquí presentada no pretende ser una lista exhaustiva de todas las formas útiles de responder a nuestra familia y amigos cuando acuden a nosotros con sus problemas. Para cuando haya llegado a esta conclusión, es probable que ya haya encontrado una o dos ideas más para añadir a la lista. Sin embargo, tengo la esperanza de que esta recopilación, por incompleta que esté, pueda servirle de ayuda cuando reflexione sobre la importante cuestión de cómo ayudar a las personas cercanas cuando le confían sus problemas.

Ben Furman, médico psiquiatra

* Quisiera agradecer a los profesores Lilo Schmitz, Harry Korman y Tapani Ahola su colaboración y asesoramiento en la redacción de este artículo.

Materiales de la mediateca que te pueden servir de ayuda:

El trauma psíquico es de todos

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