Ojalá éste sea el último artículo

“Hablo con ellas mucho sobre la igualdad. Es más, les hice una web en la que subo historias que les cuento a las noches y en las que ellas son las protagonistas. Intento que se vean como mujeres independientes, con capacidad de decisión, valientes y empáticas”.          

Esta respuesta nos la ha dado un aita que ha realizado la encuesta sobre igualdad que hemos enviado a casi un centenar de hombres. Este año queríamos saber cómo ven ellos el 8M, cómo están de implicados en conseguir la igualdad, en pasar a la acción…

Sabemos que a este tipo de encuestas responden las personas que están sensibilizadas con el tema, con lo que no podemos extrapolarlo a la realidad, porque si fuera así, puede que ya no tuviéramos que salir a las calles el 8 de marzo. O sí, ya que algunas respuestas sobre las siguientes generaciones dejan un gran poso de preocupación:

“Sí hablamos en casa de la igualdad. Mientras que mi hija es consciente del tema y parece algo más sensible, en el caso de mi hijo, sí he tenido que escuchar comentarios más propios del siglo pasado. En este sentido me preocupa.”  

Cada vez más profesoras y profesores alertan de este tipo de comportamientos tanto por parte de los chicos como de las chicas y esto es algo por lo que tenemos que estar alertas, porque como afirma otro hombre que ha respondido a la encuesta:

“Cuesta menos perder los derechos que conseguirlos. Se debe continuar con las mismas reivindicaciones de las mujeres como colectivo que sufre situaciones de discriminación”.

Otro aita afirmaba en la encuesta que no habla sobre igualdad en casa porque “es un tema que lo relacionan con “chapas” que les cuentan en la escuela, casi como una asignatura”.        

No obstante, muchas adolescentes sí que son conscientes de la desigualdad, como cuenta este otro aita: “mis hijas tienen 12 y 13 pero claro que son conscientes, ven series y películas y es el reflejo de la sociedad, ven deporte y sólo se habla del deporte masculino, por ejemplo, también en el colegio tratan el tema. El otro día les mostraron una campaña de Zara de ropa de esquí totalmente sexista y lo comentamos en casa”.

A lo que otro añade que “sí ven desigualdades desde el momento en que salen por las noches. Si eres mujer debes tener ciertas precauciones que un hombre no necesita. Eso ya es una desigualdad”.

En esto coinciden más hombres, puesto que a este respecto otro contestaba: “De joven podía ir “cómodo” andando detrás de una chica cuando volvía a casa, sin ser consciente de que ella estaría sintiendo una amenaza potencial. Ahora, lo evito, me cruzo de acera para intentar no dar ningún motivo para que se sienta incómoda o tenga miedo”.

Parar actitudes machistas genera tensiones       

También les hemos preguntado por los grupos de WhatsApp, las conversaciones con amigos, si se plantan ante bromas machistas… Tanto a mujeres como a hombres, poner freno a este tipo de situaciones les suele generar situaciones incómodas, “pero necesarias”, responde un hombre en la encuesta.

El momento y con quién estén también influye en este sentido:

“Pues depende del contexto. Están tan interiorizadas en algunos momentos de relación, que pese a su incorrección, es lo que genera, liga al grupo. Es lo que hay, la verdad. Siento la sinceridad”.    

Depende. Intento no ser muy visceral con nada. Detrás de la persona que realiza los comentarios hay una vida, unas experiencias, una educación, unas vivencias… de la que no sabemos muchas cosas. Esto no quiere decir que haya que perdonar ni transigir con ciertos comentarios, significa que a veces no siempre es efectiva la labor de sojuzgar verbalmente una acción/frase concreta al momento”.        

 “Depende del contexto. Creo que debemos de saber cuáles pueden ser los momentos adecuados para no generan tensiones”.       

A otros les cuesta mucho más: “Normalmente no digo nada”.      

¿Pero qué comentarios o actitudes machistas han visto, ven, han tenido o tienen?

“Chistes y comparaciones inconcebibles como que la gallina es la mejor mujer que existe porque cuida de los polluelos sin pedir nada a cambio; el implicarse y compartir más las labores de casa, asumir que los roles y espacios deben ser igualitarios y compartidos por todos y todas; el apoyo incondicional a los hijos/as en todas las áreas”.

“Desde frases hechas en broma como “no quiero tener hijas, porque vives preocupado”, hasta humor machista, reinterpretar las frases de las mujeres (“lo que XX quiere decir…”), monopolizar espacios, discursos… (Todo ello visto y, lamentablemente, protagonizado en alguna ocasión)”.      

“Micromachismos continuos (comentarios fuera de tono, encargarme de cuestiones domésticas que tienen que ver con herramientas, tecnología,…)”      

“Muchas. La más significativa para mí estos últimos meses en el ámbito laboral, está siendo constatar el diferente grado de escucha que prestamos a las compañeras cuando intervienen en conversaciones o reuniones profesionales”.         

“Los grupos de whatsap son cosas de las mujeres. O que tienen la responsabilidad de tener en la cabeza las cosas de casa (regalos, educación…) aunque luego se repartan las tareas”.       

“Conduciendo decir lo de… “Mujer tenía que ser””            

 “Sobre todo chistes, burlas que antes me parecían comentarios inocuos pero ahora entiendo que son machistas y discriminatorios”.

 “Soy ahora mucho más consciente de los privilegios que he tenido por ser hombre. Preferencia en ciertos puestos, mayor libertad…”           

Y los hay que saben que esto va para largo:

“Totalmente, y continúo aprendiendo y con el radar puesto (como la medicina de un enfermo crónico). Pero, la verdad, sin ya carga punitiva. Con más tranquilidad, consciente de las limitaciones”.    

O los que han perdido un poco de esperanza:

“Pensaba que es difícil generar ciertos cambios pero veo que la gran mayoría de las personas estamos de acuerdo en el fondo. Empiezo a pensar que eso no es así y que muchos hombres (y algunas mujeres) quieren que se mantenga esa desigualdad para garantizar sus situaciones de privilegio”.         

El machismo también es sutil

Está claro que tenemos un largo camino por delante, no hay más que ver las fotos de los equipos directivos de las empresas. En la encuesta, el 99% coincidía en que existen techos de cristal y suelos pegajosos para las mujeres. Y lo constaban en sus propias organizaciones donde los puestos de dirección están copados por hombres y los intermedios por mujeres.

Pero también hay que hacer un gran trabajo a nivel micro. Como dice un hombre en una de sus respuestas: “Creo que en estos 10 años se ha hecho un trabajo de matizar mucho más algunos aspectos. Antes era más hablar sobre igualdad en los derechos, pero ahora son cosas más sutiles que están insertadas en la sociedad como cosas normales y, ahora nos damos más cuenta que no lo son”.

De hecho, cuando parece que hemos avanzado un poco, y que estamos cerca de superar ciertos estereotipos, aparece una gran empresa como Inditex y saca su campaña de ski, que ya ha nombrado una de las personas de la encuesta y nos deja ojipláticas/os. Hombres que esquían abrigados y de noche, porque “son aventureros”, mujeres que van sin pantalones, en bañador  o con camiseta transparente a tomar el sol, porque a esquiar parece que no, a tenor de las imágenes. Este tipo de campañas nos demuestra lo fácil que es volver para atrás y nos deja claro que no podemos bajar la guardia.

Otro ejemplo son las inauguraciones o presentaciones oficiales donde no aparece ninguna mujer. O los patios del colegio donde no hay casi ningún hombre o charlas sobre la crianza donde el 85% de quienes acuden son mujeres.

Asimismo, en la educación de nuestros hijos e hijas, cuando decimos a nuestra hija que tenga cuidado por la noche, que no venga sola, que tape su vaso en la discoteca y a nuestro hijo no le decimos nada. O en momentos donde una mujer es agredida, y es ella la que tiene que demostrar que ha sido víctima o renunciar a su indemnización para que el mundo la mire con buenos ojos y la crea.

Son muchas situaciones donde se producen micromachismos o machismo puro y duro. Por ello, es necesario que pongamos consciencia en lo que hacemos y cómo lo hacemos, en lo que decimos y cómo lo decimos. Sólo con eso, ya habremos dado un gran paso. Porque como ha dicho un aita: “cuesta menos perder los derechos que conseguirlos”.

Ojalá este sea el último artículo que tengamos que escribir para reivindicar la igualdad.

Andrea Alfaro. BBK Family

Manifestaciones del 8M en Bilbao

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