La separación y el divorcio desde la mirada del niño y de la niña

divorcio con hijas e hijos

La separación y el divorcio me duelen. En muchas ocasiones no os lo puedo describir con palabras lo que me ocurre pero sí soy capaz de actuar de algunas maneras que a veces ni yo mismo entiendo.

Por ejemplo, el otro día me volví a hacer pis en la cama… hacía tiempo que no me pasaba. También en la ikastola me cuesta entender a la andereño, bueno… me cuesta estar quieto, me siento incómodo, me muevo de postura y no parece que encuentre nunca ninguna donde me sienta  a gusto.

Necesito estar más tiempo contigo, por eso, cuando me animas a salir con mis amigos y amigas no me apetece mucho. Otras veces, que veo que estás ocupada, intento llamar tu atención pero creo que te enfada y  me cuesta adaptarme a las normas de una casa y de otra… incluso a veces voy a buscar un plato y no consigo dar con el armario.

Cuando os oigo discutir, o cuando siento que no os habláis, cuando vuestras miradas son raras, yo intento ayudar pero a veces es peor. Sé que si lloro os echáis la culpa, así que no sé muy bien cómo hacer…

La preocupación….

Cuando como padres y madres leemos esto que les pasa a nuestros hijos e hijas, cuando nos separamos nos asustamos y no es esa nuestro objetivo. Únicamente queremos hacer visible que este cambio supone para ellos y ellas poner en marcha muchos recursos que les permitan adaptarse a la nueva situación. En un tiempo relativamente corto se habrán adaptado y si les acompañamos en este proceso saldrán fortalecidos.

No separarse no es la opción cuando consideramos que nuestra pareja ya está rota, sino que el reto es poner en marcha recursos que ayuden a transitar este proceso de la mejor forma posible. Ayudar a que emociones como el miedo, la rabia, la tristeza, la culpa sean aceptadas, sean expresadas a través de sus palabras, o a través de juegos, marionetas,… ayudarles a entender qué es lo que les pasa.

¿Y qué decir de nosotras las personas adultas? Qué interesante será encontrar una manera de situarnos como padres y madres que pueden tomar acuerdos y que puedan mantener unida la función parental y marental a pesar de que la relación conyugal o de pareja no continúe. Es importante buscar un lugar donde aprender a digerir lo que nos ha pasado, donde podamos agradecer el camino realizado junto al padre o madre de mi hijo, y donde pueda construir un lugar desde el que me sienta cómodo/a y pueda permitirme pensar qué es lo mejor para mí hijo o hija dejando atrás el  conflicto o la mala relación.

La calidad de las relaciones familiares es uno de los factores más importantes de la salud emocional de nuestros hijos e hijas, y estar separados no supone un riesgo, si cuidamos de nuestras relaciones, de nuestras desavenencias y si cuidamos también de nuestro propio estado emocional y su intensidad.

 

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