Cómo ayudar a dejar el chupete

Dar chupete o no a nuestras hijas y “cuándo quitarlo” es un tema de controversia. Desde un punto de vista médico, el chupete puede ofrecer algunos beneficios como la disminución de la estancia de los niños prematuros en los hospitales y del riesgo de muerte súbita infantil y el alivio de la succión ante algunos dolores. También se observan algunos riesgos en el caso de un uso prolongado sobre la salud dental y auditiva, así como asfixia en los primeros meses si se usa inadecuadamente o dificultades en el habla. Algunas pediatras recomiendan prescindir de él al año, evitándolo en todo caso para los 2-3 años como mucho y que no sea la forma exclusiva o privilegiada de calmar emocionalmente a las niñas.

Y es que, desde el punto de vista psicológico, el chupete es lo que llamamos “objeto transicional”. Un objeto que tiene el poder de “calmar” y dar seguridad ya que genera sensaciones y recuerdos de otros momentos e interacciones en las que se disfrutó, se sintió tranquilidad y se calmó alguna angustia. Por ejemplo, los momentos en los que se calma el hambre a través de la teta o el biberón succionándolos. Momentos en los que los cuidadores también les miran con ternura, les sonríen, les arrullan, les hablan, les sostienen en brazos y les transmiten todo su amor desde muy cerca. Al tener en la boca o succionar un chupete no reciben leche, caricias o arrullos directamente pero su cuerpo lo asocia con esos momentos y ¡llega cierta calma! que ayuda a dormirse, a tolerar el aburrimiento, a aguantar el cansancio o incluso a soportar mejor algún dolorcillo o molestia. Un oso de peluche, una mantita u otros objetos también pueden tener esta función de otra manera.

El chupete puede tener un efecto “calmante bueno”. Lo importante es que una niña no se acostumbre a calmarse sólo a través de él o necesite 10 chupetes a la vez para ello. Porque algún día el chupete puede no estar, porque algún día habrá que dejarlo y porque ha de experimentar el poder calmarse de otras formas. (con una canción, con un movimiento, con una historia, con un abrazo, con una caricia, con un juego…)

Padres y madres hemos de recordar que nuestra misión es estimular el crecimiento y dar abanicos de posibilidades para la protección y la autonomía. Y ello implica, a veces, dejar atrás y “desprenderse” de algunas cosas, incluido el chupete. Crecer supone siempre perder algo (por ejemplo, la calma del chupete) y ganar algo (calmarse sin necesitarlo, poder tener la boca libre) Es verdad que a los niños no les gusta esa parte de “perder”. Pero, a veces, somos las propias madres las que tampoco lo llevamos muy bien y bloqueamos o paralizamos procesos de autonomía.

Ayudar a nuestros hijos a “dejar el chupete” necesita de cierto proceso. No se trata de “alargarlo” más allá de lo necesario pero tampoco hacer cambios muy bruscos o violentos. Se trata de facilitar un proceso en el que puedan visualizar cuando se “acabará” el chupete, encontrar fórmulas que les ayuden, recogerles en la angustia que pueda surgir, posibilitar alternativas para la calma… Es importante explicarles la necesidad y oportunidad de hacerlo para hacerse mayores, preguntarles cómo quieren despedirse de él, darles propuestas y ayudarles, en definitiva, con uno de sus primeros “duelos” (en la vida tendrán muchos más)

Es recomendable no usar chantajes emocionales ni castigos, no ser bruscos, no “reincidir” comprando nuevos ante las quejas… Se puede hacer de dos maneras: “quitar el chupete de golpe” o “quitar poco a poco”. Esto va a depender de cómo sea la niña, de cómo estemos nosotros, de qué percibamos cómo mejor en nuestro caso …

Algunas recomendaciones generales para el proceso serían:

  • Elegir el momento

Algunas expertas hablan de que, a partir del año, cuanto antes mejor para evitar sus inconvenientes y porque si se entra en la edad del “No” y las rabietas puede ser un poco más “complicado” el gestionarlo. Otras, señalan que es interesante hacerlo cuando puedan tener cierta conciencia del proceso y estar preparados.

Hay que evitar hacerlo justo cuando nace un hermanito, nos estamos cambiando de casa, empieza la guardería o si estamos con la retirada del pañal.  Si podemos preveer estos cambios, podremos trabajar la retirada del chupete antes de que sucedan estos acontecimientos o si no, al de un tiempo con paciencia.

  • Dejar de ofrecer el chupete

Hay que recordar que las “culpables” de que empezaran a usar chupete fuimos nosotras y, a veces, nos podemos sorprender de que no lo pidan o ya no lo necesiten si no se lo ofrecemos (puede ser más nuestra percepción que su necesidad real)

  • Seguir con la diversificación de fórmulas de “calma”

Seguir, reforzar o incrementar la diversidad de formas de calma que no requieren el chupete (besos, abrazos, arrullos, canciones, movimientos, caricias …) Pueden incluirse también ositos, mantitas, cuentos, juegos …

  • Plantear la necesidad de dejar el chupete

Si no sacamos el tema, ellas no lo sacarán fácilmente. Y siempre lo haremos dando el sentido positivo de crecimiento y “avisando” con mimo de que cuando le digamos adiós del todo, ya no volverá. No nos van a servir discursos muy largos, racionales o “científicos” Hay cuentos, canciones o imágenes que pueden ayudar a ello. Por ejemplo:

  • Los chupetes de Charlotte. Fanny Joly. SM.
  • Edu ya no necesita chupete. Linne Bie. Juventud.
  • Rita ya no lleva chupete. V.V.A.A. Beascoa.
  • Los superhéroes no llevan chupete. Isaura Lee. Edebé
  • Quiero mi chupete. Antonia Rodenas. Anaya.
  • ¡Adiós al chupete! Marta Munté. Planeta, S.M.
  • Preparar y visualizar el proceso

Hacer un plan y visualizar, por ejemplo, en un calendario como vamos a hacer el proceso. (aunque no acaben de entender del todo el concepto de tiempo como nosotras) dejando claro cuándo iremos haciendo algunos cambios y qué día será la “despedida” final. Podemos usar pictogramas, dibujos, pegatinas…

Si hacemos algo gradual, por ejemplo, podemos definir cuándo el chupete se usará solo en casa pero no en la calle, cuando lo usará sólo por la noche y cuándo le diremos adiós del todo. Si lo hacemos en un solo día, lo definiremos también.

  • Hacer un ritual, juego o ceremonia simbólica de “despedida”

Esto nos ayuda a las personas en general a hacer los duelos. Podemos plantear dar un besito a los chupetes, hacer un dibujo, sacar una foto de recuerdo…

Se han propuesto rituales como:

  • decorar una caja o cesta para meterlos dentro. Esta caja se la podremos dar a una vecina, una amiga, una familia que acabe de tener bebés…O dejarla en algún lugar “bonito” o “adecuado” para su recogida. Por ejemplo, en algunas ciudades o pueblos hay árboles de chupetes.
  • atar los chupetes a un globo de helio y que asciendan al cielo contando hasta diez.

Podemos usar estas opciones o inventarnos otras. En cualquier caso, habría que ajustarlas o tunearlas para que sean compatibles con la sostenibilidad medioambiental (algunas no lo son tanto)

También podemos echar mano de la “fantasía”:

  • El duende o el hada de los chupetes que se los llevan por la noche dejándolos en una cajita.
  • El Olentzero, los Reyes Magos, el Ratoncito Pérez que ayudan con este tema. Lo interesante es plantear que estos personajes ayudan a los niños recogiendo sus chupetes para que puedan hacerse mayores. (no como un “castigo” o no como un chantaje para que les dejen regalos) El Ratoncito, el Olentzero, los Reyes Magos no pueden perder su función fantástica de “traer regalos” por la de “recoger chupetes”.

 

  • Recoger emocionalmente

Generalmente, no lo van a pasar “bien” y, siendo así, pueden superar este “desprendimiento”. Con paciencia, validando sus emociones, ofreciendo calma, desde cierta firmeza, con alternativas para darles seguridad, recordándoles la despedida que hemos hecho … Y sin darles el chupete que habíamos guardado por si acaso o sin salir a comprar uno. Utilizar otras formas de calma y rituales para ayudar a dormir, a tranquilizarse, a soportar el aburrimiento… (ya las habremos ido ensayando también)

  • Seguir la misma estrategia todas las personas cuidadoras (canguros, profesoras, abuelos…)

Parece una obviedad pero a veces no lo es tanto y siempre puede haber alguien que “claudique”, que no tenga paciencia, que use otras fórmulas … La coordinación y cooperación y que todas transmitamos el mismo mensaje será fundamental.

Este proceso puede ser más fácil o difícil y lo adaptaremos. Habrá que tener en cuenta la edad, el temperamento de la niña, el grado de “enganche” que tenga, las opciones diferentes de calma que le hayamos ido dando…

Hay niños que pasan a chuparse el dedo, las mangas de la ropa u otras cosas al dejar el chupete Nos habla de cuánto poder “calmante” tiene lo que implica “succionar” o “tener algo en la boca”. De hecho, de mayores, seguimos mordiéndonos las uñas, saboreando caramelos, mascando chicles, comiendo mucho o fumando. Cuando vemos que hay una necesidad aún potente y reiterada de succionar el dedo u otros objetos, ¿qué podemos hacer? Hay algunas especialistas que recomiendan revisar si hemos hecho el proceso de retirada del chupete antes de tiempo o de forma inadecuada y hay que volver al chupete y hacer el proceso un poco más tarde. Otras plantean que volver puede ser negativo y que será necesario seguir haciendo todo un proceso para dar seguridad emocional con otras fórmulas, “negociar” un plan de acción con el niño para evitar estos comportamientos o consultar qué le puede ayudar y tener ¡mucha paciencia! Para variar… paciencia …

Begoña Ruiz, psicóloga

 

Taller de masaje infantil

Materiales de la mediateca de BBK Family que te pueden resultar de ayuda:

Rita ya no lleva chupete

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