“Bebemos en los cumpleaños de nuestras hijas e hijos y luego les pedimos que no beban alcohol”

Alejandro Rodrigo ha escrito un libro titulado “Adolescencia reales desde dentro”, donde relata diversas historias sobre adolescentes que supusieron enormes vivencias en su trayectoria profesional y personal, con la esperanza de que lo aprendido pueda ser de interés y  utilidad a aquellas familias complejas con adolescentes que estén pasando por problemas de convivencia. Los nombres que aparecen en el libro no son reales y, en ocasiones, pone en un o una adolescente diferentes vivencias, pero siguen siendo adolescencias que han vivido chicos y chicas.

Y todo con el objetivo de que al leer el libro no pongamos tanto el foco en las conductoras de los hijos e hijas, sino en comprender que estas enmascaran un grito de auxilio. Porque como afirma Rodrigo, “ser capaces de interpretar esa desesperación es la llave de la reconciliación y la recuperación familiar”.

Alejandro, en tu libro haces un alegato sobre no abandonar nunca a los hijos e hijas, en el sentido de no tirar la toalla cuando se vuelven agresivas o incluso violentas.

El no abandonar para mí siempre ha sido una clave porque me lo han enseñado los chavales y chavalas que han pasado por mi consulta. Pasados casi dos años me dicen: «Alejandro, se la lie un montón a mi padre, y aquí sigue».

Padres y madres casi seguro que pasan por un calvario, pero tenemos que tener claro que el no abandonar posiblemente sea la salvación en un futuro. No obstante, es importante remarcarles que en ese tiempo han de cuidarse. No abandonar no quiere decir estar al límite. Hay que parar y distanciarse como padre o como madre. En uno de los casos que cuento en mi libro, el padre no abandona, pero no vive con él, cada vez que le llama, acude, pero no está siempre con él.

En casos menos extremos como en los de “Adolescencias reales”, padres y madres también sufrimos mucho cuando nuestros hijos e hijas están mal. ¿Cómo podemos acompañar en esos momentos sin tanto sufrimiento?

En vez de preguntarte sobre cómo acompañaríamos en ese proceso, la pregunta sería cómo nos podemos cuidar padres y madres en ese momento para hacer un buen acompañamiento. Porque si ya estamos muy desesperados, lo más probable es que al final le echemos en cara cómo está o por qué está así. Por lo que debemos sanarnos primero a nosotros/as. Tratar de no repetir ciertas cosas, y ver qué podemos hacer para que no se nos haga tan duro.

Seguro que padres y madres ahora mismo están pensando  que es muy fácil decirlo pero que luego hay que hacerlo. Y así es. Por eso yo siempre pongo un ejemplo. En 2005 trabajé en un centro en Madrid, donde había chicos y chicas que tenían medidas judiciales por delitos muy graves. En ese centro de internamiento hacíamos una cosa que se llamaba “el quite”. Cuando había un educador con un chico que intentaba o bien reconducirlo o sancionarle por algo que estaba haciendo mal, a veces, llegaba un momento en que ambos se enquistaban, es decir, entraban en bucle, y en ese momento se hacía el quite, que era dar entrada a otro educador. Y tú cuando veías que entraba el otro, sabías que habían detectado desde fuera que ya estabas en un momento bucle y que te tenías que salir. En el caso de nuestros hijos e hijas, tú quieres seguir porque quieres solucionar el problema y tú sabes como madre o como padre lo que tu hijo o hija necesita, pero hay un momento en que desde fuera te dicen “vete”.

Esta metáfora que a mí me costó mucho aprender es muy útil. Y es que tienen que entender que no podemos estar con ellos o ellas desquiciadas, les tenemos que enseñar que a veces nos vamos aunque les queramos. Y creo que es un mensaje muy bonito para cuando tienen amigos o amigas en relaciones difíciles de amistad o de pareja, para que sean conscientes de que a veces se tienen que separar, no definitivamente, a lo mejor son siete meses o seis horas, pero hay que darse un tiempo.

Entiendo también que cuando hay dos personas criando es más fácil, y que en una familia monoparental es más difícil. Ahí tienes que ser capaz de decirte “hasta aquí hemos llegado, me voy”. A veces serán dos horas, a veces, un fin de semana, dependiendo de las edades.

¿Y hoy en día chicos y chicas gestionan bien sus duelos, sus pérdidas?

En la adolescencia no tienen silencio interior. No tienen esos momentos de estar en soledad con su emoción. Yo nací en el 81 y  con 16 años, si una chica me dejaba, yo me metía en mi habitación y me ponía a escuchar música tremenda y me echaba a llorar. En aquellos tiempos te quedabas en tu habitación y de alguna manera estabas en silencio interior contigo, llorando.

Ahora reciben un montón de notificaciones que les dicen que les quieren ayudar, vídeos de autoyuda… y no tienen ese espacio para pensar, para llorar. Además, a padres y madres como hemos dicho antes, nos aterroriza ver sufrir a  nuestros hijos e hijas y ahí se nos conecta con algo que hace que intentemos reparar, ayudar, y al final no les estamos dejando sufrir.

En sesión veo a menudo adolescentes que no tienen ni el tiempo ni el espacio para estar sufriendo y para salir adelante, para aprender y equivocarse.

En el libro también hablas de la adopción, y del “síndrome de la autoprofecía cumplida”

Yo no soy experto en adopción pero he trabajado con muchos niños y niñas adoptados y las adopciones me han parecido extremadamente complejas. Yo elaboré esta teoría o esto que yo llamo “síndrome de la autoprofecía cumplida” y lo he consultado con psicólogos especializados.

En ocasiones la única manera que tienen de explicarse el abandono es diciéndose “mi madre me abandona porque yo soy una mierda”, porque no quieren culparla a ella. Qué bonito y qué horrible a la vez. Pero cuando el padre adoptivo o la madre le adoptiva le quiere tanto y la vida es tan bonita no es congruente. Piensan que no puede ser y tratan de destruir ese vínculo, y se portan mal con la única idea de que le abandone de verdad, y cuando le abandona se ha cumplido la autoprofecía y se quedan tranquilos/as, entre comillas, claro. Sin embargo, cuando el padre o la madre no le abandonan nunca, como hacía Román en mi libro, a veces les hace estar peor. Y entonces es tremendo.

De hecho, yo tuve un caso de un niño adoptado que quería que lo internase por pegar a su padre, pero fui a hablar con la Fiscalía para pedir permiso al fiscal y al juzgado para que no lo hicieran y ese acto fue sanador para él. Porque el mensaje que le di era que no le íbamos a abandonar, que iba a hacer terapia para poder trabajar lo que le ocurría.

Y entre tanto caso de adolescente, dedicas un capítulo entero al autocuidado. Pero no tanto de lo que hemos hablado al principio, sino con el mensaje de que no seamos egoístas y vivamos muchos años para que nuestros hijos e hijas tengan un padre y una madre.

Yo no bebo alcohol desde hace 2 años, pero no porque tuviera problemas con el alcohol.  Llegaba el fin de semana y salía a beber, algo normal ¿no? Lo paradójico es que diga que era normal. Sin embargo, yo estoy ahora muy en contra, sin culpabilizar a nadie porque lo comprendo, yo he bebido también, pero tenemos un gravísimo problema con esto. En los cumpleaños de nuestros hijos e hijas de primaria, nos juntamos y bebemos todos los padres y las madres, y luego queremos que 10 años después, cuando tengan 16, no beban en sus cumpleaños.

Pero lo curioso de todo esto es que maltratamos psicológicamente a quien no bebe. Si pides agua, te dicen que no la van a pedir, que algo tienes que beber, porque agua al parecer no es beber. O te pinchan diciéndote que algún vicio oculto tendrás. Y no te digo nada si también eres vegetariano, ya no se fía nadie de ti.

Así que si tu hijo o hija no está bien y tiene conductas disruptivas, desafiantes o negativas, quizás una de las cosas dentro de las 100 que deberíamos hacer es eliminar cualquier tipo de alcohol y de tabaco en casa, porque no puede ser que yo le esté enseñando que el viernes ya me relajo de lo vivido durante la semana y bebo.

Y un dato curioso: ¿sabes cuándo he conseguido erradicar la mayor parte de las veces el consumo de porros en adolescentes? Cuando he obligado a la madre o al padre a dejar de fumar tabaco. Cuando he hecho el reto a los dos, se produce una alianza, el chico o la chica se siente aliada, ve que su madre o su padre también sufren, y eso les lleva a superar su consumo.

En el libro también hablas de violencia de género y de la importancia de alejar a nuestros hijos e hijas de parejas que les pueden hacer daño. ¿Esto no provoca a veces el efecto contrario?

Pero hay que hacerlo. El problema de esto es que el machista, sádico y mediocre que yo describo en el libro no tiene otro afán que destruir la red familiar y social de la chica. Entonces es muy capaz de hacerle un lavado de cerebro a ella fácil y rápido para que se aleje de su madre o de su padre.

Ella está literalmente está drogada por esa relación, que no es tóxica, sino que es extremadamente violenta. Y esto es horrible, difícil, yo ahí siempre he trabajado en la parte de diferenciar entre riesgo y peligro. El riesgo es que ella tiene que superarlo, tienes un chico que es controlador, pero no ha llegado a esos niveles, entonces debes ser tú la que aprendas con nuestro apoyo para que no busques a otro igual o no caigas en las redes en el futuro.

Pero cuando hay peligro tenemos que sacarle. Yo aconsejo muchas veces que cambien de comunidad autónoma, aunque sea dos meses. Les digo a los padres y madres que la manden con la con la tía abuela de Extremadura, y, a veces, dos meses son suficientes. Normalmente el chico sigue y sigue y sigue, hasta que se cansa y busca otra posible víctima. Yo ahí siempre les digo a padres y madres que es mucho mejor pasarlo fatal un año, aunque tu hija en ese momento te odie, porque la estás protegiendo, a que la deje embarazada y tenga una unión con ese hombre de por vida y vea reflejado en su bebé a esa persona, que es lo que le pasa a una de las protagonistas del libro.

He tenido posibilidad de trabajar con agresores penados de Instituciones Penitenciarias y casi siempre cumplían el mismo perfil, daba igual el estatus socioeconómico o cultural, era gente culta, pero era mediocre, sádica, violenta y machista. A mí lo del sadismo me llamaba mucho la atención y es que disfrutaran con esa violencia que para mí es un punto de no retorno. La verdad es que es duro ese capítulo y ha habido padres y madres que me han dicho que no han sido capaces de leerlo.

Lo que queda claro en ese capítulo es la importancia de que repares tu historia para no repetirla

Fíjate que no siempre es el trauma lo importante, sino lo que pasa después del trauma, como abordas el trauma tú y cómo lo abordas con tus hijos e hijas… Tienes que sanarte tú para que no sufran las consecuencias. Por eso el autocuidado desde la salud mental también es muy importante. Además, los hijos e hijas se quedan con lo que haces, no tanto con lo que les dices.

De todos modos, nuestro trabajo a veces es horrible porque uno cree que ayudará a sanar y que todo el mundo acabará bien y no siempre es así.  Entonces, muchas veces, cuando te pones los objetivos al final tiene que ser “¿Qué queremos hacer?, ¿Dónde está el éxito con este caso?” Quizás el éxito es que no acabe siendo una heroinómana. Quizás el éxito es que sea capaz de hablar con su madre e incluso pedirle explicaciones, que tenga una vida lo más transitable posible, porque hay tantos casos que hemos visto que acaban en la ruina. Como profesional duele mucho.

En los casos de tu libro se ve mucha agresividad y mucha ironía en los y las adolescentes. ¿Cómo consigues romper ese caparazón?

La verdad es que te retan, y lo muestran de manera agresiva, pero te están pidiendo que entiendas qué narices les pasa.  Hay que comprender que cuando son agresivos o agresivas es una agresión a todo lo que les ha pasado. Así que mientras no pasen unas líneas rojas, no vengan y me acuchillen, yo estoy aquí.

«No me quedo en tu agresión, no me quedo en tu soberbia, tu prepotencia y vamos a ello porque no me lo tomo como algo personal», que en el caso de padres y madres es lo que sucede, que conectamos con que nuestro hijo o hija nos está fastidiando aposta. Te pongo un ejemplo, cuando en clase se duermen, no quieren hacer los deberes, no hay que entrar en esa batalla. Cuando eso sucede, ellos y ellas ven que tienes el control, porque como vean que te tienen pillado y que te pones histérico, entonces siguen por ahí porque es la única cosa que saben hacer. Pero en cuanto ven que tú estás por encima, que no se la pasas, ahí ya reculan. La verdad que es súper difícil, requiere el 100% de concentración, y esto cuando nos pasa en casa un martes a las nueve de la noche que no estás para concentrarte, la cosa no va tan bien. Por eso es tan bonito y tan imposible a la vez.

El próximo 27 de noviembre a las 18:00 h la psicóloga Begoña Ruiz impartirá un webinar (online) gratuito sobre adolescencia. Para  poder participar tienes que darte de alta en el Gym de BBK Family, en el nivel alto de intensidad e inscribirte en el curso Duelos en la Adolescencia.

BBK Family abre el primer gimnasio para madres y padres

Adolescencias reales desde dentro

¿Quieres estar al día de lo que publicamos en BBK Family, talleres, cursos…? ¡Suscríbete a la nueva newsletter!

Y si quieres también en Telegram, pincha en este link  o escaneando este código QR.  Código QR

 

Menú

BBK Family Learning

×