Suecia paraliza la digitalización escolar, ¿deberíamos hacer lo mismo?

El Gobierno de Suecia ha rescatado los libros de texto tras paralizar su plan de digitalización en centros educativos. ¿Por qué? Porque la capacidad de comprensión lectora del alumnado de ese país ha bajado. Quizás el verbo paralizar sea exagerar, pero veamos qué hay detrás de tanto titular que se publicó en el mes de junio sobre este tema, ahora que estamos a punto de comenzar el curso.

Desgraciadamente, hoy en día se elaboran continuamente listas, rankings… Todo el mundo quiere estar en lo más alto y la competencia es despiadada. Sin embargo, en este caso, si miramos más allá de los números, lo que está en juego es la educación de nuestros hijos e hijas.

El informe que ha hecho saltar todas las alarmas en Suecia ha sido el Estudio Internacional para el Progreso de la Comprensión Lectora (PIRLS). La Asociación Internacional para la Evaluación del Logro Educativo (AIE) elabora un  informe que evalúa la comprensión lectora y las tendencias en el nivel de aprendizaje de alrededor de 400.000 alumnos y alumnas de 4º de primaria, es decir, niños y niñas de entre nueve y diez años, de centros educativos de 57 países de todo el mundo.

¿En qué consiste el Estudio Internacional para el Progreso de la Comprensión Lectora (PIRLS)?

Se lleva a cabo cada cinco años y se realiza una prueba cognitiva en la que se evalúan las competencias del alumnado para comprender textos literarios e informativos y, un cuestionario de contexto con el fin de conocer la situación familiar y escolar de los niños y niñas de cada país participante. Asimismo, para realizar el último informe, se han tenido en cuenta también las capacidades del alumno o la alumna para localizar e identificar información en internet, así como la digitalización en las escuelas.

Y como pasa en este tipo de informes, con la puntuación se hace una escala donde se ve qué país está mejor y cual está peor. La comparación se ha realizado entre países de la UE y pertenecientes a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

El resultado ha sido que Irlanda está en cabeza, porque su alumnado tiene una mejor capacidad de comprensión lectora. Concretamente ha obtenido 577 puntos y un nivel alto. En este país le dan una gran importancia a la educación, y las políticas educativas son consensuadas por el Ministerio de Educación, las familias y el profesorado.

Suecia, por su parte, se sitúa en el noveno puesto con 544 puntos y un nivel intermedio; desciende 11 puntos comparado con el informe anterior.  España se sitúa en el vigésimo tercer lugar con 521 puntos y un nivel intermedio también. Y dentro de las comunidades, Asturias tiene una puntuación de 550, superando a la media nacional. En 2016 Euskadi salió muy mal parado del informe, ocupando los últimos puestos de la cola, por lo que decidió no participar en esta edición de 2021.

¿Y si paramos y reflexionamos para ver en qué podemos mejorar?

Está claro que no es bueno actuar en caliente, pero la realidad es que llevamos años a vueltas con la digitalización en las escuelas. Y el informe PISA también advierte edición tras edición que está fallando la comprensión lectora, algo básico para luego poder estudiar el temario que cada asignatura requiere.

Está demostrado que las pantallas no favorecen la lectura, es más, la entorpecen. No somos capaces de leer textos largos en ella y tampoco suelen favorecer la concentración. Como dice Pablo Garaizar, doctor en Ingeniería Informática y licenciado en Psicología, es importante utilizar las tecnologías cuando aporten valor, no porque sí.

El pedagogo Francesco Tonucci también lo advirtió durante la pandemia: “no sustituyamos pupitres por pantallas”. Para reflexionar sobre esto, me gustaría citar el artículo “Una adecuada alfabetización digital implica conocer cuando prescindir de la tecnología” escrito por Garaizar, en el que explica que no se aprende mejor con las TIC y que hay evidencias que muestran que es importante trabajar la escritura manuscrita, el dibujo o la lectura en papel, puesto que si prescindimos de ellas les estamos privando de “actividades fuertemente asociadas al desarrollo de las funciones ejecutivas”.

Los dispositivos influyen en el aprendizaje

Asimismo, Garaizar analiza los resultados de las pruebas  PISA 2018, que concluyó “que el tipo de dispositivo utilizado varía significativamente el resultado del aprendizaje: mientras el uso de proyectores y ordenadores con acceso a Internet en el aula correlaciona con mejoras equivalentes a un curso académico superior, quienes usan ordenadores portátiles y tabletas en el aula obtienen peores resultados que quienes que no los usan. El uso de tabletas es especialmente problemático ya que quienes las utilizan muestran un retraso de hasta medio año académico en todas las asignaturas con respecto a quienes no las usan”.

Otro aspecto que llama la atención es que en matemáticas se saquen mejores resultados cuando no se utiliza para nada la tecnología. Sin embargo, Garaizar no apuesta por eliminar la tecnología, aunque sí nos advierte de que tenemos que ser cautos a la hora de recibir las promesas que nos llegan desde las empresas tecnológicas que se lanzan a la comunidad educativa sobre “las bondades pedagógicas de sus productos y servicios”.

Waldorf y Montessori no utilizan tecnología

Recordemos que las escuelas que utilizan el método Waldorf y Montessori no utilizan tecnología y es ahí a donde van los hijos e hijas de las élites de Silicon Valley. Esto ya lo hemos comentado en anteriores artículos. Hoy en día utilizar la tecnología es tan fácil como manejar una escoba, porque es muy intuitiva. Lo difícil es hacer un uso crítico o tener un pensamiento crítico.

Sin embargo, eliminar toda tecnología sería lo mismo que eliminar el progreso. La clave está en utilizarla bien, con sentido. En muchos casos, la tan ansiada digitalización se ha convertido en utilizar Google Classroom, subir los trabajos a la nube, que el profesorado los corrija y el alumnado los reciba de nuevo.

Pocos centros y menos públicos disponen de un plan integral en el que se aborden temas como la educación crítica, distinguir las “fake news”, conocer a dónde van nuestros datos… Tenemos que tener en cuenta que son menores de edad sin capacidad de decidir qué herramientas utilizar, puesto que somos las personas adultas quienes estamos decidiendo por ellos y ellas. En mi caso, mi hija estudia en la escuela pública, usan Google Classroom y para ella Internet es Google.

Buscando el verdadero reto de la digitalización

A este respecto, Xabier Bonal, profesor de sociología de la Universidad Autónoma de Barcelona, nos hace reflexionar sobre el futuro de la educación recordándonos qué es lo importante y dice que “aunque tendrá mucho soporte digital, no deberá perder nunca lo presencial. A veces convertimos la infraestructura y el equipamiento en un objetivo. La digitalización es un medio, el objetivo es que el alumnado aprenda y se socialice. Cómo hacemos un buen uso de la digitalización para lograr esos objetivos es lo que tendremos como grandes deberes en el futuro inmediato”.

La realidad es que vamos a la carrera con la digitalización cuando todavía no hemos encontrado el sistema óptimo para que el alumnado pueda formarse de la manera más completa y más satisfactoria. Cada gobierno impone una ley nueva a la educación, y ahora parece que la tecnología trae la innovación per sé, cuándo ésta no es más que un soporte. Asimismo, otro de los objetivos presentes y futuros es hacer que el alumnado sepa realizar un uso crítico de estas, y consiga discernir entre lo verdadero y lo falso, tenga la posibilidad de decidir qué quiere utilizar y sabiendo bien que lo que usa es seguro. Necesitamos un enfoque más filosófico, más ético para saber qué queremos, a donde nos dirigimos.

Ahora que ha terminado la pandemia, en lo educativo, ¿qué tenemos? ¿Una educación basada en Google Classroom o en Microsoft? ¿Esto será todo lo que saquemos de esta catástrofe mundial? ¿Es así como queremos evolucionar como sociedad?, ¿dejando que las grandes tecnológicas sean más grandes todavía? ¿Qué estemos a su merced? ¿Que todos nuestros datos vayan a parar a servidores ubicados en EEUU?

No tengamos miedo a que se queden fuera de la digitalización

Como explicó a El Salto Diario en septiembre de 2020 Nora Salbotx, maestra en una escuela integral de Amaiur, Navarra, creo que no se puede tener una actitud neoludita ante las tecnologías, a pesar de todos sus potenciales aspectos negativos. El error no está en incorporarlas a la educación, sino en pensar que pueden sustituir y compensar al resto de elementos que influyen en el aprendizaje. Así que, aunque el alumno o la alumna esté formalmente capacitada para usar ese ordenador, no va a ser suficiente si falla todo lo demás: la situación en casa, la motivación, los compañeros y compañeras”.

Y es que desde la esfera política hay un gran miedo o al menos esto es lo que nos transmiten, de que niños y niñas se queden fuera de la alfabetización digital, cuando hoy en día la tecnología es tan intuitiva que un bebé de dos años ya sabe utilizarla. Con lo que, a la hora de elegir una herramienta, lo que tenemos que preguntarnos es si la opción escogida, es la mejor para enlazar el dominio disciplinar, los conocimientos pedagógicos y las posibilidades tecnológicas. Así que miremos hacia nuestro alumnado y pensemos: ¿qué queremos para él? Y una vez sabido el objetivo, decidamos incorporar la tecnología o no.

Andrea Alfaro. BBK Family

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