¿Quieres conocer algunos trucos para que tu hijo o hija adolescente lea?

¿Por qué nuestros hijos e hijas no quieren hablar euskera en casa? ¿Qué podemos hacer para motivarles? ¿Se puede reducir el fracaso escolar gracias a la lectura? Hemos entrevistado a Miguel Salas Díaz, autor del libro (En) plan lector, donde aborda el problema de por qué no leen nuestros hijos e hijas, y en el que nos da algunas pautas para que disfruten del placer de la lectura.

Miguel, si yo leo, ¿mi hijo e hija leerán?

No hay una fórmula magistral. Influyen un montón de factores para que un niño o una niña lea. Lo que podemos hacer es un ataque combinado para aumentar las posibilidades de que ese niño se convierta en un lector, pero no hay una garantía de que lo haga.

Hablas de un ataque combinado, ¿En qué consiste?

Si queremos que nuestros hijos e hijas lean, tenemos que invitarles a que lo hagan, pero no diciéndoselo, sino creando momentos en los que la lectura se vea como algo natural. Es decir, si se apaga la tele, si los teléfonos están alejados de los de los miembros adultos de la familia y el niño o niña entra en el salón y se los encuentra leyendo, es mucho más fácil que tienda a escoger un libro que a encender la tele.

También recomiendo llevarles a librerías y bibliotecas donde les aconsejen quienes saben de libros. En casa, cuando son peques, que los cuentos estén a su altura, que no necesiten nuestra ayuda para cogerlos y que estén ordenados como les guste. Dejarles que lean como quieran, tumbados en el suelo, boca arriba, debajo de la sábana con una linterna…. Y siempre que nos pidan un libro o un cuento, comprárselo o ir a la biblioteca a buscarlo. No hay ninguna actividad que desarrolle más la imaginación que la lectura.

En el libro explico más a fondo algunos consejos sobre cómo tratar de crear el hábito de la lectura, pero por citar algunos, yo recomendaría no empeñarnos en que lean los libros que nos gustaron, no recompensarles por leer, ni castigarles por no hacerlo y leerles en voz alta.

He de decir que esto último que has comentado me funcionó. A mi hija no le gustaba nada leer, pese a que puse en práctica los consejos que comentas, y al final se me ocurrió leerle yo en voz alta antes de dormir, no sólo cuentos, sino libros enteros. Me había leído el libro de Wonder y me encantó, así que se lo empecé a leer. Enseguida se enganchó y desde entonces le empezó a gustar la lectura

Sí, de hecho nos olvidamos de que hasta que llegó la radio, muchas familias se reunían para escuchar historias que contaba o leía el abuelo, la madre…  El gran momento de la novela popular se produjo a partir del siglo XVIII, porque llegaba la revista con cuentos, de Sherlock Holmes, por ejemplo, y toda la familia se reunía para escuchar al que leía. Es el mismo mecanismo que existía en las tribus cuando estaban alrededor de la hoguera y se iba contando la mitología de la tribu.

Una buena historia engancha porque nuestra mente es narrativa y, por lo tanto, es algo que va a funcionar siempre, lo que pasa es que existe cierto pudor. En mi caso, ponerme delante de 35 niñas y niños a contarles un cuento, me impone. Cuando tienen cuatro u ocho años, no pasa nada, pero cuando uno se encuentra ya con chicos que ya tienen pelos en las piernas, cuesta más, y piensas que te van a mandar a la porra en dos minutos, hasta que descubres que no, que de repente atienden y que si tú les preguntas, te responden cosas con sentido, es decir, que están escuchando y es una experiencia muy bonita para un profe, que llegue el recreo, suene el timbre, tú no hayas acabado el cuento y protesten.

Porque hay que hacer como las series de la tele, cortar en un momento álgido para que mantengan el interés. Lo malo es que yo me pasaría la vida leyéndoles y llevándoles a la biblioteca, a que lean y escriban. Pero hay un temario en secundaria que cumplir, una serie de cosas que explicar, aunque yo creo que si de cuatro horas de lengua a la semana, por ejemplo, tres fueran de lectura propia y de lectura en alto, los niños y niñas saldrían con una mejor comprensión lectora y sabiendo escribir bien.

En el libro también hablas de que la multitarea no existe y que tenemos que volver a captar su atención fuera de las pantallas

Nosotros tuvimos la suerte de crecer en un mundo en el que no había teléfonos móviles, porque estos son un instrumento diseñado para llamar permanentemente la atención sobre una serie de contenidos banales.

De hecho, hay personas que están pensando cómo hacer para que niños, niñas y adolescentes estén más tiempo con la atención puesta en el móvil y meterles publicidad para venderles continuamente cosas. Yo mismo que soy un lector voraz leo con mucha menos atención o durante mucho menos tiempo de lo que leía antes. El filósofo Gregorio Luri lo dice muy bien, porque explica que la atención es la llave de la inteligencia, es decir, tú puedes tener un cociente intelectual absolutamente disparado, pero si no eres capaz de concentrar esa inteligencia en una tarea determinada durante un tiempo determinado, la inteligencia no te sirve para nada.

Si estamos perdiendo capacidad de concentración, estamos perdiendo autoconocimiento, profundidad de pensamiento, imaginación, porque ésta funciona a base de que nuestra atención esté dispersa en otros mundos y pueda conectar ideas, pero si está dispersa en un teléfono móvil, en el que hay un estímulo permanente que no nos permite pensar, pues no sirve para nada.

Y todo eso nos lo está machacando este sistema de relación que tenemos ahora, que son las redes sociales y los teléfonos. Y encima hacen una trampa más, que es que incluyen dentro del teléfono cosas muy útiles, incluso de trabajo, para que no podamos escaparnos de ello. El teléfono móvil no es una herramienta de trabajo, una pala sí lo es, la utilizas y la guardas, pero no llama constantemente tu atención.

La lectura exige una capacidad de concentración determinada, por lo que quien no supera esa prueba inicial no conoce los placeres de la lectura”

Entonces, ¿qué pasa con la lectura? Ésta produce un gran placer, una gran evasión, pone la imaginación a tope, mucho más que el cine, por ejemplo, porque tienes que construir los mundos. Pero exige una capacidad de concentración determinada, por lo que quien no supera esa prueba inicial no conoce los placeres de la lectura y, por supuesto, todas las consecuencias que tienen súper positivas en nosotros. Y esa es la razón por la que los niños y niñas de ahora están empezando a ser incapaces de coger un libro y dedicarle ese tiempo de concentración que les lleve al placer de la lectura.

Creo que es una batalla que merece la pena librar, porque si la abandonamos, nuestros niños y niñas están perdidos. Creo que no mucha gente o quizá cada vez más es consciente de la gravedad de que nuestros hijos e hijas puedan estar tres horas viendo vídeos de treinta segundos, y que luego les preguntes qué vídeos han visto y ni siquiera recuerden uno. Yo a mi alumnado les pregunto cuánto tiempo han pasado delante del teléfono  y me dicen que de cuatro a ocho horas diarias para mirar las redes sociales, vídeos cortos…

Yo recuerdo el caso de una niña que había estado dieciséis horas un domingo, entonces, si empiezas a descontar las horas de sueño, de relación familiar, que es fundamental en esas edades…Está claro que hay algo importante que están dejando de hacer, deporte o leer o están dejando de hablar con su padre, su madre. Hay algo ahí que no está funcionando. El teléfono móvil no es solamente malo en sí mismo, sino que además es malo porque dejas de hacer cosas que son importantes en tu vida.

Otra actividad que realizas y que me ha llamado la atención es que el primer día de clase durante una hora les haces estar en silencio

Sí. Lo hago siempre, pero con una intención demostrativa. Llego el primer día y no me presento, me siento en el pupitre, me callo y les pido silencio y entonces se van callando. Es muy difícil ahora, no es como nuestros tiempos que entraba el profe en clase y todo el mundo se sentaba. Ahora hay que pedirlo. Y de repente, esperan que me vaya a presentar pero yo no hago nada durante los cincuenta minutos de la clase, literalmente nada.

Quienes quieren hablar levantan la mano y les digo que esperen,  y al final de la clase les pregunto cuándo ha sido la última vez que han estado en silencio, porque es un silencio que incluye no mirar una pantalla, no escuchar música… Es un silencio en el que están sólo con su cabeza, y la respuesta más general es nunca.

Esto a mí eso me preocupa como docente, porque las cosas pasan cuando te aburres. Es decir, creo que el aburrimiento está muy infravalorado. Cuando una persona se aburre, echa mano de un libro o se pone en un disco y descubre una música nueva, se va a dar un paseo y de repente entra en contacto con la naturaleza que no había experimentado antes y descubre que le gustan las flores o los animales. Y sobre todo piensa, reflexiona, se conoce. Pero si les si evitamos o les robamos a los niños y niñas esa posibilidad, porque están siempre estimulados, no van a encontrarse, no van a conocerse.

Eso a mí me parece peligroso. Creo que hay una pedagogía moderna, no toda, que es la del estímulo. El niño o niña tiene que estar estimulado intelectualmente y el problema es que no le estimulan, que  no le motivan en el colegio. Es importante en nuestra vida también entender que la labor intelectual a veces es ardua. Y que un sacrificio te puede llevar a placeres mayores. Me gustaría preguntarle a personas que triunfaron en áreas como las matemáticas si la pasión por esta materia fue inmediata o si hubo un momento de esfuerzo por dominarla, porque creo que cuando empiezas a entenderla disfrutas de ella y ahí empieza la pasión.

A mí me ha pasado con la lectura o con la literatura. Yo soy filólogo y me ha costado estudiar las asignaturas que me tocaban y al final he descubierto que me encantaban. Pero después de superar un una fase de hastío, de frustración, de no querer estar delante de unos apuntes y eso nos ha pasado a todo el mundo. El día que nace esa pasión  la conservas permanentemente.

La pasión no es una cosa con la que nacemos, nacemos con instintos que nos dicen que comamos, que bebamos, que durmamos, pero la pasión es una cosa que a veces hay que forzar un poco y de repente aparece y nos arrebata. Y entonces sí tienes una vocación, pero mientras tanto hay que intentar que el niño o niña aprenda a sacrificarse que es una palabra que no está muy de moda. Es decir, nosotros como padres y docentes tenemos que forzar un poco los límites del mundo de nuestros hijos e hijas para que amplíen sus fronteras.

También hay una diferencia muy grande por el nivel socioeconómico de la familia, a mayor nivel, un niño o niña adquiere más palabras  

Aquí tenemos un problema, pero la lectura como programa nacional tendría que reducir la brecha social, y es que es una cosa que está demostradísima. Hay familias en las que se lee y hay familias en las que no se lee. Y muchas veces está relacionado con el número de libros que hay en la casa, la lectura que se hace,  el contexto cultural de la familia y, a veces, con el económico.

Hay un momento cuando son peques en que niños y niñas dejan de aprender a leer para utilizar la lectura como herramienta de aprendizaje de otras materias, es decir, que empiezan a estudiar biología, conocimiento del medio o matemáticas y para eso necesitan el lenguaje. Si llegan a ese punto con un déficit de vocabulario, de comprensión lectora, de expresión de los propios sentimientos y las propias ideas van a empezar a tener problemas académicos con asignaturas porque no comprenden o no son capaces de expresar con precisión lo que están estudiando, y eso es una pena, porque ahí sí que estás frustrando pasiones.

Un niño o una niña que podría ser un o un biólogo/a, sufre con la biología porque no entiende lo que es la está diciendo el libro de texto o el profesorado, y cierra esa puerta, la rechaza. Por eso, tenemos que entender que la lectura diaria, media hora al día, no hace falta más, con los niños y niñas, desde que son peques, por supuesto en casa, si se puede, pero también en el colegio, es fundamental para reducir la brecha social.

Hay varios estudios que han demostrado que el número de libros que hay en casa tiene relación con el éxito académico posterior. Es llamativo que un niño o una niña crezcan con 100 libros o con 500, o con 1500 y esto marque una diferencia tan clara desde el principio, entonces, ¿qué podemos hacer?

Tan importante como la integración social es la integración lingüística porque es la que les da herramientas para relacionarse con el medio”

En el caso de niños y niñas que vienen de otros países que se integran en nuestro ámbito escolar y no controlan el idioma porque vienen de países donde hablan otra lengua, lo que hay que hacer es leerles, leerles y leerles con paciencia, sabiendo que es una inversión a medio, largo plazo, porque la lectura no es una cosa que produzca frutos de un día para otro. Pero tan importante como la integración social es la integración lingüística porque es la que les da herramientas para relacionarse con el medio. Y eso se puede conseguir hasta cierto punto, de manera muy limitada, explicando la gramática. Pero leyéndoles, además de ampliar el vocabulario les hace crear un vínculo afectivo con la lengua, que eso es fundamental. Si a ti te han contado historias que te han emocionado, que te han llegado, con las que te has identificado, lo normal es que ese vínculo afectivo te ayude a querer más esa lengua, a querer más a ese país y a ampliar tus horizontes vitales.

Respecto a eso, en Euskadi tenemos un problema porque hay muchos niños y niñas que no quieren que les hables en euskera fuera de la escuela porque relacionan esta lengua con los estudios

La vinculación con la lengua materna es algo constitutivo de la persona, es casi sagrado, es en la que has hablado con tu madre, tu padre, en la que has leído,  eso es algo que no se borra, y es lo que hay que hacer con la otra lengua.

Estar en un lugar bilingüe es una suerte. El haber nacido gallego, vasco o catalán y poder tener dos lenguas en lugar de una es un tesoro. Lo que hay que intentar es que los niños y niñas se vinculen emocionalmente a esa lengua. Y a través de la literatura se puede hacer esa vinculación

Hay estudios sobre niñas y niños africanos que se trasladan a vivir a Francia, que han demostrado que se produce además de una mejora académica, un aumento de sus ganas de integrarse en una cultura nueva, cuando se les lleva con frecuencia a la biblioteca, se les incita a leer, se les proponen textos que les puedan gustar…

En el caso de las comunidades bilingües hay que hacer lo mismo, porque si no, las lenguas se acaban perdiendo. Es decir, si esa vinculación emocional no existe, tú puedes obligar a un niño a estudiar una lengua, la puede aprender a las malas pero nunca la va a usar en casa.

Empiezas a quererla cuando comienzas a usarla bien, a entender, a leer y escuchar cosas que te emocionan y, de repente te das cuenta que entiendes a los Beatles, por ejemplo, te empieza a gustar. Evidentemente, la parte de la gramática es necesaria, pero es un rollo, entonces hay que escuchar mucho y leer mucho con los chavales y chavalas.

Al ser humano lo que nos moviliza es la utilidad de las cosas y las emociones que despiertan en nosotros. Es fundamental que padres, madres y profesorado leamos a los niños y niñas con pasión textos que nos emocionan, textos que nos gusten. Y si tienen que leer El Quijote en clase, contextualízales, selecciónales las partes más atractivas, léeles en alto, hazles preguntas y consigue que el texto conecte con su vida.

(En) plan lector

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