¿Qué podemos hacer desde la familia si nuestra hija o nuestro hijo sufren una violación?

En el caso de que algún miembro de nuestra familia sufra una violación, es fundamental saber cómo reaccionar porque esto puede marcar la diferencia. Es por ello que el Hospital Clinic Universitari de Barcelona ha publicado una guía con diferentes pautas para facilitar la recuperación integral de la persona agredida.

No obstante, antes de citar las medidas recomendadas, es necesario incidir en que vamos a sentir muchas emociones y no debemos sentirnos culpables si no somos capaces de mostrarnos cómo nos recomiendan. Pese a todo, tener en mente algunas pautas, puede que nos ayude a acompañar mejor a nuestra hija o hijo en el caso de que hayan sido quienes han sufrido la agresión.
Recordad que alrededor del 84% de los abusadores son conocidos en mayor o menor grado por los niños, niñas o adolescentes, según un estudio de Save the Children, y que entre los espacios más comunes destaca el entorno familiar, por lo que puede que la situación sea todavía más compleja.

No restes importancia a lo sucedido
Imaginad que vuestra hija os cuenta que ha sufrido una agresión sexual por parte de su abuelo. El abismo que se abre ante nosotras y nosotros es tan grande que, en algunas ocasiones, tratamos de minimizar lo sucedido o de hacer pensar a nuestra hija que ha malinterpretado lo ocurrido porque no somos capaces de procesar lo que nos está contando. Sin embargo, cuando nos cuenta algo así es momento de acoger. Pensad en lo duro que tiene que ser para ella, lo difícil que habrá sido contarlo.

Según el estudio realizado por el Hospital Clinic Universitari de Barcelona, lo más recomendable es que seamos empáticas/os, comprensivas/os, nos mostremos calmadas/os, libre de juicios y con disposición de ayudar en lo que necesite porque es vital para que se recupere de la agresión sexual que ha sufrido, así como no restar importancia a lo sucedido, “reconociendo que el proceso es de la víctima, aunque nos duela como si fuera nuestro”, explica Maitena Monroy, pionera en la formación en autodefensa feminista, experta en violencia de género y autora del libro “Autodefensa feminista”.

No obstante, si no somos capaces de reaccionar así, porque el papel lo sostiene todo, pero la realidad es otra cosa, podemos simplemente abrazar y estar en silencio o llorando o dejando salir el sentimiento que en ese momento surja.
También hay que tener en cuenta que la culpa es una emoción que puja por salir a menudo. Durante años, las mujeres también se han culpado de algunas de estas agresiones, debido a la cultura machista en la que vivimos y seguimos viviendo. De hecho, la canción impulsada en 2019 por el colectivo chileno Las Tesis titulada “Un violador en tu camino” donde se canta “la culpa no era mía, ni donde estaba ni como vestía…”, para contrarrestar este sentimiento es una muestra de ello.

Desgraciadamente, la culpa sigue sobrevolando sobre las mujeres. “¿Quizás yo le incité?, ¿Tendría que haberle empujado y haberme defendido con más contundencia?, ¿Por qué no estuve pendiente de mi vaso en la discoteca? ¿Por qué traté de ligar con él?, ¿Por qué lo subí a mi casa?, ¿Realmente me opuse?” son preguntas que a veces se hacen después de una agresión sexual. Por ello, es de gran importancia decirle a la víctima que la CULPA NO ES SUYA. “La víctima tiene que saber que la violencia siempre es amotivacional con respecto a lo que haya hecho ella” explica Monroy. Darle seguridad y confianza en la medida en que se pueda ayudará a la persona que ha sufrido la agresión a realizar los pasos necesarios.

El miedo a denunciar
Denunciar es uno de los primeros y más difíciles. Las mujeres suelen sufrir otro calvario durante el proceso, aunque muy poco a poco, esto esté cambiando. El Consejo General del Poder Judicial editó en 2020 la Guía de buenas prácticas para la toma de declaración de las víctimas de violencia de género, con el objetivo de no provocar una victimización secundaria, que generara un daño adicional a los ya derivados de sufrir el hecho delictivo.

Actualmente existe una mayor sensibilización entre las autoridades policiales y la judicatura, aunque todavía falte más sensibilización y formación. En consecuencia, acompañar a nuestra hija o nuestro hijo durante el proceso será de gran ayuda. Además, en la actualidad el hospital tiene una mayor implicación en el proceso, ya que es quien se encarga de custodiar las pruebas realizadas a la persona agredida, aunque no se haya decidido todavía a interponer denuncia. “Esto genera seguridad de cara a futuras actuaciones porque, a veces, en un primer momento no se es capaz de tomar decisiones de tanto impacto como denunciar o no”, afirma la experta.

¿Cómo acompañamos?
También es importante saber qué pasos se han de dar para no destruir pruebas y dar con el agresor. En esta guía encontrarás pautas útiles a seguir tras la agresión. Pero, a nivel psicológico, ¿qué se puede hacer? En la guía editada por el Hospital Clínic de Barcelona, nos ofrecen siete claves para acompañar a nuestra hija y tratar de enfocar el proceso de recuperación.
Como hemos comentado, mantener una actitud comprensiva, cálida y calmada y sobre todo NO JUZGAR, NI CULPAR. No interrogar, ni hacer reproches. Estar disponibles, tratarla de manera natural y con mucho cariño. Esto no es nada fácil, por un lado, porque nadie quiere que su hija o su hijo sufra, y, sentimos mucho dolor, por otro, porque depende de la vinculación que tengamos con la persona agresora surgen muchos sentimientos encontrados.
Pese a que cuando nos lo cuente querremos saber bien qué ha pasado, no debemos presionar para que hable de lo ocurrido ni preguntar detalles.

Hay que respetar su privacidad. Se recomienda discreción y limitar la difusión de lo ocurrido. Hay personas que no necesitan hablar de ello. El silencio y la distracción, junto con el paso del tiempo y la reanudación de la vida cotidiana, constituyen, a veces, una estrategia útil para mantener el equilibrio emocional y recuperarse. Sin embargo, si experimenta una irritabilidad manifiesta y revive reiteradamente lo ocurrido, cuando la víctima decida, será el momento de iniciar un acompañamiento terapéutico, a nivel psicológico, como parte de su recuperación. “El acompañamiento psicológico es imprescindible, aunque la elección del momento también”, añade Monroy.

Animar y apoyar para que reinicie sus actividades habituales
Cuando sufrimos un trauma nos cuesta mucho centrarnos en las tareas del día a día, y disminuye nuestra atención. Lo más seguro es que se realice de forma gradual y progresiva, pero si necesita cesar sus actividades (estudios, trabajo…) durante un tiempo, también se le animará a hacerlo.
Hay que tener en cuenta que seguramente tendrá que compaginar sus actividades con gestiones relacionadas con la agresión. El acompañamiento en esas visitas a la policía, juzgado, abogada, médico… es imprescindible. Además, es habitual que las víctimas tiendan a evitar los primeros contactos con las personas profesionales.

Ayudar a establecer un entorno seguro y un plan de protección
Otro aspecto a valorar es si la amenaza sigue existiendo porque la persona agresora sea conocida o pertenezca al entorno familiar, laboral, estudiantil o de amigos y amigas. Puede que reciba amenazas directas o indirectas o presiones para que no denuncie. Es importante tomar medidas consensuadas con la persona que ha sufrido la agresión. Ello exige no sólo la movilización de las personas cercanas, sino el desarrollo de un plan bien establecido para su protección.

También hemos hablado del paso tan importante que supone interponer una denuncia judicial. Es la víctima quién tiene la última palabra. No debemos juzgar a la persona que no lo hace, pero trataremos de animarle a que lo haga. La decisión de denunciar puede contribuir a la reparación moral y a la restitución psíquica y social, “además de ayudar a romper con la impunidad de los victimarios”, explica Maitena Monroy. Pero supone entrar en un proceso largo y complejo que no todas las mujeres pueden sobrellevar Y en algunos casos, recomendarle ayuda profesional en caso de que las reacciones emocionales sean intensas es una buena medida.

¿Cómo acompañamos a nuestra hija a largo plazo?
Estos pasos son importantes a corto plazo, pero ¿cómo podemos apoyar a nuestra hija a largo plazo? La escritora Virginie Despentes fue de las primeras que alzó la voz para no obligar a la víctima a serlo de por vida. De hecho, el abogado defensor de los acusados del caso de “La Manada” de Pamplona quiso anular la credibilidad de la víctima porque en sus redes sociales aparecía divirtiéndose con sus amigas. Es decir, que la víctima de una agresión no sólo tiene que serlo sino también parecerlo. “Es perverso porque parte del proceso tiene que ver con reconocerse como víctima para a partir de ahí poder identificar, reparar el daño y exigir justicia; sin embargo, a las víctimas de las violencias machistas se les niega muchas veces ese reconocimiento, bien porque se les acusa de provocar la violencia, bien porque no cumple con el perfil de “víctima destrozada y hundida”, destaca Monroy.

No podemos ni debemos acelerar el proceso, porque la persona ha sufrido un trauma y necesita su tiempo. Como hemos dicho, a largo plazo sí que podría integrar lo sucedido, pero a corto, ¡cuidado! Recordad que es un periodo duro, donde no siempre encontramos comprensión, y ver a nuestra hija o hijo mal, no es fácil de llevar. Pero si damos espacio a la escucha, acogemos las emociones, y no las negamos, será un primer gran paso hacia la recuperación. Asimismo, buscar un profesional suele ser de gran ayuda y, quizás, conocer la experiencia de otras personas que han sufrido una violación también le pueda ayudar, “así como buscar espacios con otras familias que hayan vivido situaciones similares para compartir cómo acompañar, pero también para compartir nuestros propios sentimientos”, apostilla Maitena Monroy.

Autodefensa feminista
La autodefensa feminista es una estrategia de empoderamiento individual y colectiva, surgida desde organizaciones feministas para ayudar a las mujeres a identificar la violencia machista y a defenderse de ella, en las tres esferas: la cognitiva, la física y la emocional. Es una herramienta de recursos teórico-prácticos de prevención y actuación de legítima defensa. No se trata de saber actuar solo en los niveles de violencia, sino en todas las facetas de nuestra vida cotidiana, para poder despatriarcalizarnos como primer ejercicio de autodefensa.

Si puedes ver la serie “Querer” de la directora Alauda Ruiz de Azúa, te la recomendamos. Es una gran serie que aborda la temática de la violencia de género.

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