¿Qué podemos hacer cuando tenemos diferentes criterios a la hora de educar?

Entrevistamos a la psicóloga y terapeuta sexual Martha Ubieta para que nos dé algunas claves cuando hay desavenencias entre dos formas de educar.

Martha, en ocasiones, padres y madres no coincidimos en la manera de educar, venimos de hogares con estilos completamente diferentes y es difícil llegar a acuerdos. ¿Qué podemos hacer?

Lo más importante es priorizar. Si los criterios y la diferencia de criterios son sobre temas que realmente consideramos que son fundamentales en la educación y en el acompañamiento de nuestros hijos y nuestras hijas, tendremos que invertir el tiempo que sea necesario hasta llegar a espacios de negociación, pero priorizando que efectivamente estamos de acuerdo en que el tema que se está tratando merece que realmente tratemos de llegar a acuerdos, a negociaciones. Para eso hay que invertir mucho tiempo en conversar. Es decir, por qué tú lo ves como lo ves y por qué yo lo veo como lo veo, partiendo siempre de la base de que legitimemos ambas dos posturas y no tratemos de imponer una de las dos.

¿Y si no encontramos el consenso?

Cuando la negociación esté difícil, porque quizá no conseguimos llegar a ese acuerdo que sería necesario, entonces ahí es donde diría qué es lo que ambos dos pensamos que va a ser mejor para la criatura; salirnos un poco de nosotros mismos, de cómo vemos nosotros las cosas y de las opciones que estamos barajando, cuál creemos que es la mejor opción para la criatura, y quizá ahí, dependiendo cuál sea el tema, o sea posible o incluso conveniente, contrastar con personas expertas. Salirnos un poco de nosotras y decir “para nuestra criaturita, qué es lo que puede ser lo mejor”, entonces como clave diría yo que lo importante es priorizar el tema, si realmente merece la pena que discutamos por ciertas cosas.

Sin embargo, a veces, no sabemos cual es la respuesta correcta y tenemos miedo de no acertar…

Efectivamente, en ocasiones lo que está en juego es que nos tenemos que sentar, tenemos que tomar decisiones y muchas veces lo que ocurre es que ninguno de los dos sabemos cuál es la respuesta correcta. Dependiendo cuál sea el tema, vamos como de puntillas, es como ‘yo que sé’, hay ventajas por aquí, inconvenientes por aquí. Y hay veces en las que estamos muy asustados con el tema que se trata, así que en esos momentos lo mejor es poner siempre a nuestros hijos e hijas en el centro y tratar de averiguar qué es lo que consideramos que pueda ser más acertado y cuando estemos perdidos preguntar, cómo hacemos con cualquier otra cosa o deberíamos hacer con cualquier otra cosa; cuando no sé algo qué hago, pregunto. A veces lo que vivimos como familias puede ser muy desafiante, puede colocarnos en ‘uf, ¿qué hacemos con esto?’ Pues preguntemos, busquemos soluciones.

Dependiendo de la edad que tengamos y de la que estemos hablando también se puede preguntar a la persona implicada. Pero cuando todavía no es el caso, pensar en la persona en cuestión es lo más acertado, y, si no sabemos, dejarnos aconsejar también, y a veces es cerrar los ojos y decir ‘bah, vamos con esto’. Yo creo que es lo mejor que puedo hacer. Y luego darnos cuenta de que siempre vamos a meter la pata y eso es lo que tenemos que asumir. Nos vamos a equivocar en algo, ojalá que pocas veces, pero nos vamos a equivocar en algo.

Sin embargo, el problema no es meter la pata, el problema es perseverar si nos damos cuenta de que ha sido así. Entonces sí nos hemos equivocado y nos damos cuenta que nos hemos equivocado, pues marcha atrás. Es: por aquí no era y ya. Pero tampoco hace falta castigarnos por eso. Somos padres y madres, nos dan el carné en el mismo momento en el que nacen nuestros hijos e hijas y no vienen con libro de instrucciones. A mí me gusta mucho la metáfora del GPS: ‘redireccionando’, no era por aquí, pues ya está.

Martha Ubieta, psicóloga y terapeuta sexual

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