Educar con 3 ces: capacidades, competencias y corazón

“No se puede construir un sistema educativo cabal y potente con los resultados numéricos como eje; la calidad reside en el proceso, no en el producto.” (Gerver, 2012, p. 57).

De la inconformidad con un modelo retrógrado diseñado con buenas intenciones, pero nefasto para nuestra infancia; durante la celebración de un congreso sobre competencias educativas, surge el modelo EDUCAR CON 3 Ces: capacidades, competencias y corazón.

Pretende integrar los tres conceptos desde su significado real, dando cobertura a lo recogido en la Convención (también con C) de los derechos de la infancia. No podemos olvidar el art. 3; el art. 13 y el art. 31 (estos tres casi siempre los olvidamos).

Cuando en este proyecto “Educar con 3 Ces”, hablamos de capacidades, hablamos de fortalezas de cada persona, de neurociencia, de la diferencia como proceso y como complemento de un enfoque del desarrollo que va mucho más allá de las disciplinas, áreas o materias y que deja atrás momentos de desarrollo únicos y restablecidos.

Todos los niños y niñas tienen derecho a encontrar su mejor versión.

Estas capacidades nos llevan a las competencias, absolutamente necesarias.

La COMPETENCIA requieren “aprender a” y no “acerca de”.

Las capacidades se gradúan, las competencias no, pues las convertiríamos en conductas. Las competencias se contextualizan y personalizan; ni siquiera los criterios de evaluación pueden ser una excusa para convertir las competencias en conductas evaluables-cuantificables, con esto, perderíamos la gran conquista social de la escuela en los últimos años.

Los sistemas educativos nunca deben ofrecer oportunidad a la clasificación de personas, a los etiquetados lapidarios por procedencia, situación o razón social.

Las competencias “no se estudian”, no son objeto de “examen”, no pueden estar completas en formato “libro de texto”. La adquisición de las competencias depende de LA METODOLOGÍA, de las tareas, de las actividades, de los contextos pedagógicos en las que estas se enmarcan. Su relación con el resto de los elementos curriculares (objetivos, contenidos y criterios evaluación) es importante, pero no determinantes. El grado de desarrollo de una competencia no lo marca el nivel en el que el niño o la niña está escolarizada, lo marca el niño, su espectro intelectual y sus experiencias previas en el resto de contextos en los que vive (no sólo la escuela).

Las competencias se adquieren en el ejercicio de la vida. Cada persona nace con circunstancias y los adultos que rodemos el nacimiento de alguien somos responsables de ofrecerles un escenario justo y adecuado, sin juicios ni prejuicios. Se trata de una organización transdiciplinar.

La clave del trabajo por competencias está en la elección de las tareas, en la implicación y la responsabilidad del docente, en sus potenciales, en sus gustos, en su afán de superación y en sus propias “competencias docentes”, nunca relacionadas con los contenidos que se trabajan.

Todo lo escrito sobre estas líneas no tiene sentido sin CORAZÓN. Incluir la Competencia emocional en los curriulum escolares de forma explícita y coherente con el quehacer metodológico.

El enfoque propuesto en esta capacidad y competencia (emocional) es una propuesta ecléctica que recoge las aportaciones del modelo cognitivo emocional y las investigaciones actuales de la neurociencia aplicadas al aprendizaje. Se trata de la propuesta de educación afectiva y del afecto.

Cuando analizo la educación emocional con calma, con la calma que merece el medio para el que escribo, resulta que no puedo contestar porque aparecen más preguntas…

Partiré de un paralelismo que invade mi cabeza al pensar en esto:

Javi “marido” y yo llevamos compartiendo nuestra vida más de tres décadas. Nos gusta, estamos bien. Nuestras circunstancias profesionales nos han llevado a un reparto de roles en los cuales ambos nos sentimos cómodos. El pasa mucho más tiempo que yo en casa, a mí me tocó viajar mucho, yo soy responsable de las reparaciones del coche, el de controlar que siempre haya detergente de la lavadora, yo siempre me encargué de la ropa de las niñas y él de que la dieta de la semana sea más o menos completa… de este modo hemos asumido funciones sin reparto previo, sólo por lógica, fortalezas de cada uno y comodidad para ambos.

En ocasiones, cuando algún familiar nos visita en casa, cuando tienen la oportunidad de conocer un poco de cerca el funcionamiento, muchas veces me dicen:

  • ¡Qué bien, cuanto te ayuda Javier en Casa!

No lo entiendo ¿ayuda?

Cuando hablamos de ayuda creo que hablamos de “favor”, de bondad al desarrollar una actividad que no es su responsabilidad (cuando alguien no es responsable de algo, pierde toda capacidad de decidir sobre ese algo) … Javier no me ayuda, yo no le ayudo. Somos un equipo que trabaja de forma interrelacionada para obtener el máximo rendimiento con menos esfuerzo, más rendimiento, mayor satisfacción y disfrute. Somos un equipo que compartimos objetivos, valores y sueños…

Pues bien, volvamos al paralelismo, Javi no me ayuda. Somos. La educación emocional no ayuda, ES.

El ser humano es un todo integrado que se diferencia del resto de los mamíferos superiores por su capacidad de emocionarse con la imaginación; por esto puede planificar, crear…

La emoción es la que activa la cognición, y la cognición la que puede (aunque no siempre lo haga) interpretar la emoción. En el ser humano se desarrolla a la vez, no es posible una sin otra. No existiría educación sin educación emocional, sin referentes, sin vínculo… Por tanto, no es cuestión de ayuda, es cuestión de EQUIPO.

Otra cosa es que nos planteemos una educación emocional reglada, “convertida en texto para horario lectivo”; y en este caso no estoy segura, realmente no confío que fuese bueno. Solo será bueno si el maestro o maestra que ejerce de referente es bueno.

Por ahora en nuestro país, está ganando la batalla el mundo burocrático, donde la ingeniería de la programación y la evaluación objetiva intentan demostrar “con estadística y estudios” que es el camino correcto… No lo creo.

Desde el optimismo espero que en las aulas triunfe el sentido común, el buen hacer docente, y siempre desde el respeto a la norma, tengamos en cuenta los principios de inclusión, igualdad y autonomía pedagógica, que también son norma.

ESTO SOLO SERÁ POSIBLE DESDE LA COMPLICIDAD Y ELTRABAJO EN EQUIPO CON LAS FAMILIAS O CON LAS INSTITUCIONES RESPONSABLES DE LOS MENORES.

“Ayudemos cuando menos lo merece, es cuando más lo necesita”. Es un deber no una obra de beneficencia.

La etapa de nuestro sistema en la que mejor se trabaja por competencias es la Educación Infantil, y quizá esto sea por la relatividad que en ella sucede en lo referente a la evaluación “cuantificada y objetiva”; quizá podríamos mirar desde todas las etapas mucho más ella. Empezando por proponer un cambio radical en la formación inicial del profesorado.

Pero el trabajo no es posible desarrollarlo solo desde la C de colegio, necesitamos la C de casa y la C de Comunidad-Ciudad.

Necesitamos más que nunca trabajar en equipo por el cada uno de los niños y las niñas que habitan en nuestro entorno y en nuestro planeta. Ha llegado el momento de sumar, de borrar protagonismos e individualidades; combinar esfuerzos para transformar realidades y mejorar la calidad de vida de nuestros menores.

El modelo “Educar con 3 Ces”, incluye una forma de programar, un rol de autonomía y autoridad al pensamiento divergente tanto de profesorado como de alumnado del s. XXI, y la complicidad con las familias y para las familias; con las instituciones responsables, con los servicios existentes, trabaja en competencias, respeta las capacidades y parte de ellas e integra la emoción desde una perspectiva profesional, porque: “Solo se aprende, aquello que se ama” -Francisco Mora.

Es importante terminar con las declaraciones de intenciones, es momento de ponernos a HACER.

Mar Romera
Materiales de la mediateca de BBK Family que te pueden servir de ayuda:

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La familia, la primera escuela de emociones

Dani no quiere ir al cole

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