¿Conoces los beneficios del masaje infantil?

Los momentos de masaje con mi hijo bebé son, sin duda alguna, uno de mis mejores recuerdos como madre. Y lo han seguido siendo durante toda la infancia (con otro tipo de masajes adaptados a la edad) Incluso ahora entrando en la adolescencia, mi hijo me pide de vez en cuando un masaje de espalda para “quitar nudos”. No sé muy bien si se refiere a “nudos musculares” o de otro tipo. Me pide (bueno, me “exhorta” con ese tono demandante de la adolescencia) preparar la toalla, el aceite, la música tranquila, el quemador de aceite esencial de lavanda… Y aun con 12 años quiere acabar siempre el masaje de espalda con un juego en el que aparecen hormiguitas, arañitas, serpientes y elefantes corriendo por su espalda.

Mi historia con el masaje infantil empezó con una invitación de una compañera para acudir a un taller para padres y madres de masaje a bebés. Allí, con esta mujer formada en la Asociación Española de Masaje Infantil aprendí las nociones básicas del masaje y algunas cosas más… 

He de decir que yo soy de temperamento introvertido y con el “maremágnum” de emociones y tareas que supone criar a un bebé, no tenía muy claro si ir o no ir. Parece que decidí bien y fui al taller.

En él pude comprobar realmente alguno de los beneficios del masaje con bebés:

Fortalece el apego y el vínculo afectivo.

En un masaje hay contacto físico con la piel y también hay miradas, abrazos, sostén corporal, sonrisas, arrullos, pequeños movimientos de juego… Todo ello rema a favor de crear ese vínculo especial de tú a tú.

En la relación con tu bebé, se aprende a escucharle, a ver sus necesidades, cómo las expresa y cómo atenderlas.  Si quiere o no quiere un movimiento, si tiene hambre y hay que parar para dar el pecho/biberón, si está molesto/a porque hay que cambiarle el pañal… Y cuerpo a cuerpo nos vamos ajustando poco a poco. Cuesta al principio entenderse. Cuesta, sí.

Y, desde este vínculo de apego, vamos dando seguridad emocional y potenciamos la autoestima del niño o la niña, que se sentirá disponible y “valiente” para crecer y afrontar los retos de este mundo.

Ayuda a aliviar algunos dolores y estimula algunas funciones biológicas.

A veces, hay pequeños dolores creados por gases, reflujos o cólicos que empleando una buena técnica pueden aliviarse en cierta medida. Además, potencia el sistema inmunológico, tonifica y relaja los músculos, puede ayudar con el estreñimiento y “convocar” al siempre deseado sueño.  También puede ayudar a fortalecer el sistema respiratorio y mejorar la congestión por mocos.

Además, ayuda a los y las bebés a ir tomando conciencia de sus límites corporales, lo cual tiene su importancia a nivel físico y psicológico.

-Favorece que el/la bebé se relaje y libere tensiones.

Los y las bebés también sufren cierto estrés. Están en un mundo nuevo para ellos y ellas con muchos estímulos que antes no sentían en el útero materno. Poco a poco, se irán acostumbrando, pero al principio cualquier cambio, cualquier pequeña molestia puede generarles cierto nivel de angustia… El masaje, con unas características concretas (y más si es en vinculación con una persona querida y en quien confías) nos ayuda a las personas a conectar con nuestro sistema nervioso parasimpático (el de la calma) y segregar algunas sustancias de bienestar que sirven de “antídoto” antes los factores que nos pueden estresar. En el caso de los y las bebés también pasa esto.

He de decir que, a pesar de estar en un entorno diferente al de casa, mi bebé en el taller de masaje infantil conseguía relajarse (y eso que su estilo es más bien impulsivo) Y ¡oh, sorpresa!… yo también conseguía relajarme con él en el ambiente que se creaba.  Porque en los talleres de masaje infantil no sólo se enseña a dar un masaje a tu bebé. También, sin tener que exponerte o contar tu vida, puedes descubrir que no eres la única que está agotada, que no eres la única que no sabe cómo hacer las cosas a veces con tu bebé … Que este periodo es complicado, que no es un sueño de hadas, que se duerme mal, que hay molestias e inseguridades….Y gracias a la educadora del taller y al clima que se crea con otras madres o padres, vas conociendo más el mundo de los y las bebés, cómo poder hacer con algunas dudas de lactancia, de sueño, de higiene, de lloros … Y, por un momento, quitas tensión, rebajas exigencias y expectativas y puedes pensar un poco también en la necesidad de cuidarte a ti misma.

De hecho, sería necesario que todas las mujeres, ya fuera durante el embarazo o en el postparto, pudiéramos contar con espacios donde compartir lo que estamos viviendo, lo que nos imaginamos que viviremos y poder tener unas orientaciones para saber cómo cuidar a nuestro/a bebé y, también, cómo cuidarnos a nosotras mismas. Ya sea cuando estamos embarazadas o cuando llegamos a casa después del parto, cuando iniciamos o continuamos esa especial relación con nuestro/a bebé.  

Por ejemplo, poder saber que las primeras estimulaciones que recibe un/a bebé en el útero materno son a través de la piel. Y que nuestro estado puede ayudar a crearle un “envoltorio” ya de seguridad si nos cuidamos. Y, una vez que nace, podemos comunicarle el amor que sentimos a través de la piel, con el calor de las manos en caricias y un masaje tierno y respetuoso.  El contacto piel a piel favorece la segregación en la madre de la oxitocina (la hormona del amor) y, además, de la prolactina (necesaria para la producción de leche).

No vale cualquier contacto o cualquier masaje. Es necesario conocer y aprender cómo hacerlo. Hay algunos ingredientes importantes:

Debe primar siempre la escucha y el respeto. Si el/la bebé tiene sueño, hambre, suciedad en el pañal o no está por la labor, se para el masaje para atender sus otras necesidades. Y si estamos en un taller, se retoma después el masaje o nos “nutrimos” del grupo y vemos cómo se hace.

Los movimientos no pueden ser bruscos o invasivos. Y si queremos practicar un determinado masaje es necesario hacerlo en ciertos intervalos de edad y saber algunas técnicas concretas básicas de tensión- distensión, dirección y orden de los movimientos, por ejemplo. Por eso, es importante aprender cómo hacerlo bien.

Hay que “sacar” esa disponibilidad emocional propia de la madre/padre para “darse” con el tacto en cierta calma. Y eso requiere poner conciencia en lo que nos puede estresar y “dejarlo” marchar para vivir el momento presente de vínculo con nuestro hijo/a a través del tacto. Si estamos estresados/as, podemos trasladar ese estrés a nuestro/a bebé.

Las personas que dinamizan los talleres de masaje infantil con certificación de la AEMI están formadas precisamente para ayudarnos en todo esto.  Sus actitudes de escucha, respeto y disponibilidad emocional nos permiten lograr e imitar estas formas de estar y acompañar.

Es verdad que un masaje no es la varita mágica para que todo fluya: ¡ojalá fuera así! Sí es una forma de vinculación que nos permite estar de otra manera con nuestro/a bebé, con una atención plena a él/ella en un momento de placer y bienestar mutuo. Y mi experiencia es que, si ponemos consciencia, lo que sucede a nivel de ajuste y presencia emocional durante un masaje a tu bebé, puede trasladarse a otros momentos y espacios de la crianza…incluso durante toda la infancia …la adolescencia y más allá… 

Bego Ruiz, psicóloga y psicomotricista

Taller de masaje infantil

 

 

 

 

 

 

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