Cómo ayudar a tu hijo con el acoso escolar

Nos mandan un mensaje desde el colegio, invitándonos a charlar con nuestras hijas en casa sobre la importancia del respeto y la buena convivencia entre compañeros. ¿Habrá conflictos?¿Habrá alguna situación de acoso? ¿Estará metido en algo mi hija?

Los niños se relacionan entre sí en el colegio, en el parque, en los grupos de tiempo libre-deporte y, también, en las redes sociales. Las personas adultas hemos de ayudarles a que ganen habilidades sociales para relacionarse desde el respeto y el Buen Trato.

Sabemos que dentro de las relaciones existen los conflictos de intereses. El conflicto no es malo por sí mismo. Es algo que ocurre y lo importante es aprender a resolverlo adecuadamente. Hay diferentes fórmulas para afrontarlo:

  • Competición (Gano/pierdes)
  • Acomodación (Pierdo y ganas)
  • Evasión (Pierdo/pierdes)
  • Negociación (Pierdo y gano algo/pierdes y ganas algo)
  • Cooperación (Gano/ganas)

Aunque las tres primeras fórmulas pueden ser útiles en momentos concretos, es importante que las niñas y adolescentes aprendan a utilizar las últimas ya que son las más coherentes con un modelo de Buen Trato.

EL ACOSO

¿El acoso es un conflicto de intereses “mal resuelto” sin más? No. Hay conflictos y hay acoso. El acoso es una forma de violencia (física, emocional o sexual) que se da en un grupo y en la que hay un “abuso de poder”. La acosadora se otorga a sí misma, le dan y le permiten el “poder” de influir hacia otros de una forma abusiva.

A veces, esta sensación de “poder” se relaciona con conceptos mal entendidos sobre el amor o amistad, el autoconcepto definido por el abuso al otro,  el liderazgo autoritario  o creencias de supremacía ante lo diferente y vulnerable (clase social, etnia, género, discapacidad…)

Es una situación en la que generalmente hay unas dinámicas y unos roles establecidos. Podemos encontrar los siguientes roles: “acosador”, “acosado”, “cómplice activo” (colaborador, incitador) y el “observador” (testigo pasivo o permisivo).

Y sobre las dinámicas:

  • Hay agresiones (verbales, físicas, psicológicas, sexuales) con frecuencia, imprevistas muchas veces y dirigidas siempre hacia un mismo niño.
  • Las agresiones pueden ser intensas en forma “muy visible” o “sutiles” (por ejemplo, aislamiento, “hacer el vacío” o mostrar rechazo)
  • La violencia no se “queda solo” en un ámbito concreto sino que se extiende a más. Por ejemplo, una niña acosada en el colegio puede serlo también en las redes sociales, en el parque o en el club deportivo si son espacios compartidos.

Nuestra responsabilidad como madres y padres, con la ayuda de las personas adultas de los ámbitos donde están nuestros hijos, es que éstos no entren en estas dinámicas ni ocupen ninguno de estos roles.

CÓMO PODEMOS NOTAR SI FORMAN PARTE DE UNA SITUACIÓN DE ACOSO

Hay una serie de señales que podemos tener en cuenta como padres en este sentido.

En el caso de una niña acosada, podemos ver 4 Cs:

  • Cuerpo: dolores de tripa, cabeza u otros sin motivo fisiológico aparente, dejar de comer o comer compulsivamente, dificultades para respirar, insomnio, tics …
  • Cambios: en la forma de comportarse, en sus estados emocionales, en sus relaciones…Pueden pasar de estar más o menos alegres a bastante tristeza y llorar más frecuentemente, aislarse, manifestarse de forma agresiva, bajar el rendimiento académico…
  • “Campanas”: hacen “piras”, se quejan, evitan, se niegan o buscan excusas para no ir al colegio u otros lugares o estar con determinadas personas.
  • Contar: a veces acaban contando lo que les ocurre, pero a veces lo hacen cuando el proceso ya lleva bastante tiempo y después de mucho silencio.

Es verdad que hay situaciones se salud puntuales, procesos que viven durante la adolescencia o relacionados con cambios vitales (divorcio, muertes, cambios de residencia…) u otros problemas…que también pueden provocar algunas de estas señales. Lo interesante es notar que algo está pasando y abrir la comunicación para la ayuda.

Con los niños que ejercen el acoso escolar, a veces es más difícil darse cuenta de lo que están haciendo. Se ha observado que suelen ser niños con falta de control de impulsos, baja tolerancia a la frustración, poca empatía y asunción de responsabilidad, comportamientos agresivos en las relaciones, sensación de superioridad, búsqueda de un liderazgo por la competición agresiva y la manifestación del poder, uso recurrente de la burla y la humillación, búsqueda de seguidores para ello, exclusión de quien no comparte sus ideas …Si vemos estas señales, deberíamos preocuparnos y ayudarles, haya o no hechos concretos de acoso. En ciertas ocasiones, también se ve que niños acosados que no lo han resuelto bien emocionalmente pueden adquirir el rol contrario al de un tiempo.

En el caso de las niñas que son observadoras, puede costar también identificar lo que les ocurre. A veces, podemos verlas inquietas, con algún malestar, no quieren contar muchas cosas del colegio o lugar donde ven el acoso y podemos notar algún cambio más. El papel de las observadoras es muy relevante para poder detectar y actuar en situaciones de acoso. Se ha demostrado que son una pieza clave para poder desactivarlo.

QUÉ PODEMOS HACER

Las familias tenemos una responsabilidad para prevenir, detectar y actuar adecuadamente cuando se dan estas situaciones.

Trabajar desde la prevención. Podemos tener en cuenta aspectos tales como:

  • Educación emocional. Fundamental que las niñas aprendan a conocer cómo está su cuerpo, sus emociones y cómo pueden expresarlas y actuar para cuidarse y cuidar (con la rabia, la tristeza, el miedo, el asco…) También necesitan sentirnos a las referentes adultas con la suficiente estabilidad y fortaleza emocional para atreverse a contarnos cosas “dolorosas” sin que nos “derrumbemos”.
  • Querer bien. Transmitirles qué implica que una persona te quiera, te cuide, te respete bien. Y como hay que querer, cuidar y respetar bien. Y en esa ecuación no entra el abuso de poder, no entra la violencia física ni emocional (ni mentiras, manipulación, chantajes, humillaciones…) y no entra el guardar malos secretos que te hacen daño o hacen daño a otra persona.
  • Comunicación familiar. Practicar una comunicación no violenta en el hogar y abrir vías de comunicación para conocer dónde y qué hacen, qué ocurre en sus grupos… y que sepan que pueden contar con nosotras y contarnos sus inquietudes. (buenas y malas) Sin juzgar y favoreciendo un pensamiento crítico.
  • Normas protectoras y pedir ayuda. Han de saber cuáles son los códigos de relación protectores entre las personas, los límites que no se pueden pasar y cómo, a quién y cuándo podemos pedir ayuda si vemos o vivimos una situación de abuso y violencia.
  • Educación en resolver conflictos. Se trata de modelar, posibilitar aprendizajes para que puedan resolver problemas sin violencia y desde planteamientos de cooperación y negociación. Para ello, hemos de practicar en casa también desde un modelo de disciplina positiva y dando margen a su participación y autonomía en la vida diaria.
  • Respeto a la diferencia. Respetar y ver lo bueno de las diferentes etnias, géneros, capacidades, situaciones económicas… con especial mirada de apoyo a la vulnerabilidad.
  • Cooperación con la escuela y recursos. Implica participar en la dinámica de la escuela o los recursos, tener vías de comunicación para hablar, conocer y contribuir a las políticas de protección internas y colaborar con las coordinadoras de protección. Especialmente, en cuestiones de convivencia respetuosa, iniciativas y feedback de inquietudes al respecto.

Actuar activamente al detectarlo

Tanto si nuestra hija está en un rol u otro, hemos de responder activamente para ayudar. Hay un sufrimiento a acompañar, cuestiones a evitar y unas competencias a fortalecer. Hay algunas claves generales:

  • Es acoso. No es una tontería sin importancia, una broma que se ha ido de las manos. En el caso del rol acosador, cómplice o testigo es importante recalcar esto. Y también para la niña acosada para que se sienta reconocida en algo que probablemente ha vivido sintiéndose sola o sin que los demás le diesen la importancia y ayuda necesaria durante un tiempo.
  • Escucha empática. Reconocer, validar las emociones y abrir vías para la ayuda. En el caso del niño acosado, es importante transmitir que le creemos, que ha debido sentirse muy mal, que no es culpa suya y que vamos a ayudarle para que esté mejor.
  • Hay que tener cuidado de no culpabilizar a la niña acosada por lo que ha ocurrido y evitar que se quede sola, favoreciendo interacciones positivas con iguales y personas adultas desde la seguridad. En el caso de los otros roles, será necesario apelar a que lo hecho no entra dentro de los códigos de relación respetuosos y han de responsabilizarse de lo ocurrido, ver consecuencias y hacer cambios para gestionar las cosas de otra manera. La comunidad que forman las familias, la escuela, otros recursos… han de responsabilizarse también y trabajar conjuntamente para dar los apoyos necesarios, vehiculizar medidas y seguir trabajando para prevenir situaciones así. Es importante que las personas adultas conceptualicemos de forma común lo que es violencia, no lo ocultemos, miremos qué hemos hecho o dejado de hacer, si han funcionado las medidas preventivas o no y qué mecanismos de ayuda tenemos. Y es importante que en esto cooperemos.
  • Gestionar nuestras propias emociones. Que nuestro hijo esté involucrado en una situación de acoso escolar no es fácil de gestionar emocionalmente. Podemos agobiarnos, sufrir, sentirnos culpables, estallar de rabia … Podremos manifestar nuestras emociones sin “derrumbarnos” o quedarnos “bloqueadas”, será necesario que pongamos en marcha todas nuestras habilidades emocionales y contemos con un apoyo y sostén de nuestra red afectiva. Eso sí siempre con personas que acojan bien, escuchen y faciliten emociones de cierta calma y seguridad.
  • Ayuda profesional. En ocasiones, tanto nuestro hijo como nosotras mismas quizás necesitemos, aparte de la cobertura natural de nuestra red, contar con ayuda profesional. En estos casos, será importante plantear a nuestro hijo esta opción de una manera adecuada.

Hay algunos libros, materiales y guías que nos pueden ayudar a las familias:

También algunos cuentos y libros para ayudar en la prevención:

  • El jardín de los abrazos. José Antonio Luengo. Senticuentos.
  • El sombrero de Bruno. Canizales. Beascoa.
  • Nuna sabe leer la mente. Orit Gidali. Birabiro.
  • Monstruo pequeño dice no. V.V.A.A. Pulp.
  • ¿Qué le pasa a Uma? Raquel Días. Nubeocho.
  • El club de los valientes. Begoña Ibarrola. S.M.
  • Querido Monstruo. Lluis Prats. La Galera.
  • Rojo o por que el bullying no es divertido. Jan de Kinder.Tramuntana.
  • Confieso que una vez acosé, confieso que una vez fui acosado (adolescentes) Mati Morata. Grupo.
  • Máscaras rotas (adolescentes) V.V.A.A.
  • La lección de August (adolescentes) R.J. Palacio. Nube de Tinta.
  • En las nubes. (adolescentes)Bernat Cormand. Planeta.
  • Las aventuras del equipo ciber. (adolescentes)Cristina Serret. Shackleton-kids.
  • Coni La Grotteria. Flamboyant.

Cortometrajes y películas

En BBKFAMILY puedes encontrar también un curso sobre Ciberacoso y claves a tener en cuenta para ello y otro sobre Buen Trato en el Hogar.

Begoña Ruiz, psicóloga, educadora especializada en Protección a la Infancia del programa Tratu-on.

Los 4 errores que cometemos padres y madres en un caso de ciberbullying

¿Te gustaría tener a alguien a quién contarle tus preocupaciones sobre la crianza?

Materiales de la mediateca de BBK Family que pueden servirte de ayuda:

Educar en la tolerancia

 

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