Foto de Roser Ninot

Las élites están extendiendo una “crianza natural” que hace sentir culpables a muchas madres

Entrevistamos a la periodista Eva Millet con motivo de la publicación de su último libro “Madres mamíferas”, en la que desmonta los mitos del nuevo modelo de maternidad llamado “natural” o “con apego”, que lleva consigo una crianza intensiva y que pone la plena responsabilidad en las madres.

Eva, en este libro cuestionas un sistema de crianza con tintes progresistas, pero más vinculado a las élites y a una postura que devuelve a las mujeres al hogar.

Las madres de antes no sentían culpa, es un fenómeno de ahora y viene dada por unas expectativas que nos llevan a ser las madres más perfectas, respetuosas y “apegadas”. Para serlo, tenemos que seguir una serie de directrices, que son los pilares de esta crianza:  el parto natural, lo más “desmedicalizado” posible, la lactancia prolongada y a demanda, el colecho (dormir con las criaturas) y el porteo (cargarlas con fulards, como las madres primitivas). Unos postulados que no son siempre ni posibles ni deseables, porque las mujeres somos madres y también otras cosas, y no podemos estar enganchadas veinticuatro horas a los hijos o no siempre podemos parir sin cesárea. Eso crea mucha culpa. Por eso que he escrito este libro, en el que cuestiono una crianza que tiene más de estilo de vida que de científico.

Respecto a la lactancia materna, en el libro afirmas que es una opción magnífica siempre que se pueda, pero que no podemos hacer sentir mal a las madres que no amamantan a sus hijos e hijas.

Me sorprendió mucho la desconexión que existe entre lo que los datos demuestran y lo que se dice, porque hay unas campañas muy agresivas de recomendación de la lactancia. Si antes se hablaba de los beneficios, ahora se habla de la diferencia entre niños amamantados y no amamantados, lo que me parece un poco perverso. Sin embargo, lo que no se dice es que en los estudios sobre lactancia materna existe un sesgo importante, porque tú  no puedes obligar a madres a no dar el pecho porque quieres hacer un estudio, con lo cual son ensayos observacionales, no aleatorios, como son los farmacológicos, por ejemplo.  Además, la lactancia materna se practica entre clases medias y altas y es lógico que en estas clases los niños y niñas sean más sanos, tengan mejor rendimiento académico, estén más delgados… Pero no es la lactancia en sí, es el nivel socioeconómico, como se puede comprobar en el estudio que realizó la economista Emily Oster, una de las mujeres más influyentes de 2022, según la revista TIME. No obstante, esta conclusión y las de otros estudios que expongo en el libro no se cuentan, y estas afirmaciones terminan haciendo daño a las madres.

De hecho, llamé a la Asociación Española de Pediatría, porque tienen unas recomendaciones muy agresivas y realizan afirmaciones como estas:

“La superioridad de la leche materna sobre cualquier otro alimento (leche de fórmula artificial) para la nutrición y desarrollo del bebé durante los primeros meses de vida ha quedado bien demostrada en numerosos estudios científicos, que señalan un mayor riesgo de numerosos problemas de salud en los niños no alimentados con leche materna, entre los que cabe resaltar un mayor riesgo de muerte súbita del lactante y de muerte durante el primer año de vida, así como de padecer infecciones gastrointestinales, respiratorias y urinarias y de que estas sean más graves y ocasionen ingresos hospitalarios.

A largo plazo los niños no amamantados padecen con más frecuencia dermatitis atópica, alergia, asma, enfermedad celíaca, enfermedad inflamatoria intestinal, obesidad, Diabetes Mellitus, esclerosis múltiple y cáncer. Las niñas no amamantadas tienen mayor riesgo de cáncer de mama en la edad adulta. Los lactantes no alimentados al pecho presentan peores resultados en los test de inteligencia y tienen un riesgo más elevado de padecer hiperactividad, ansiedad y depresión, así como de sufrir maltrato infantil. Por otro lado, en las madres aumenta el riesgo de padecer hemorragia postparto, fractura de columna y de cadera en la edad postmenopáusica, cáncer de ovario, cáncer de útero, artritis reumatoide, enfermedad cardiovascular, hipertensión, ansiedad y depresión”.

En vista de esto les pregunté si se puede criar un bebe sano con biberón, y me contestaron que sí. De hecho, el biberón ha sido una herramienta para sacar a bebés que antes no salían adelante y nos ha ayudado a las mujeres a liberarnos. Por lo tanto, la lactancia materna es la mejor opción, pero no demonicemos a quién no da el pecho.

En el libro también hablas del parto, y su evolución en estos últimos años

Las élites cuando las cosas se democratizan buscan nuevas formas de diferenciarse. Las mujeres, a principios del siglo XX, demandaban que no querían sufrir en el parto, y fue cuando comenzaron a utilizarse los métodos anestésicos, pero que sólo estaban al alcance de las reinas, como la de Inglaterra.

En España, la epidural se empezó a administrar a finales de los 90 y ahora que ya se ha extendido a todas las madres, entonces se generaliza la idea de que parir en casa te hace mejor madre. Y empiezan a lanzarse mensajes que no tienen fundamento científico como que el dolor está en tu cabeza… En Hollywood se ha puesto de moda el parto en casa, pero claro, con la ambulancia en la puerta o el helicóptero en el jardín.

Además, no todo el mundo puede parir en casa, por las complicaciones que pueden surgir. De nuevo, volvemos a hablar del sesgo, eso sí, si tú quieres parir en casa, estupendo, pero eso no te hace ser ni mejor ni peor madre que las que paren en el hospital.

Y cuando volvemos a casa, muchas veces el no dormir se convierte en una pesadilla

Me he encontrado con testimonios de madres que llevan… ¡seis años sin dormir! Aunque los problemas del sueño se pueden solucionar, este movimiento naturalista ha demonizado el tema y dicen que enseñar a dormir a tu hijo le daña el cerebro, lo que no es cierto. Al revés: si hubiera una pastilla que condensara todos los efectos beneficiosos del sueño, sería el fármaco más vendido del mundo.
La receta del movimiento natural para dormir es: “Teta, colecho y paciencia”; el niño ya decidirá cuando y dónde dormirá. Pero, francamente, hay familias que no quieren ni pueden permitirse esto.
Hay una cosa que es el colecho reactivo, que es meterlos en nuestra cama cuando están enfermos, o cuando tienen pesadillas. De hecho, en el tema del colecho los expertos no recomiendan dormir en la misma cama durante los primeros seis meses de vida, porque dicen que el sitio más seguro es la cuna. Yo me arriesgo a que me tiren piedras, pero es que dormir es clave y enseñar a tus hijos e hijas a dormir… no les hace daño.

De todos modos, yo ya sabía que en el libro me exponía mucho, pero es que el discurso del apego es polarizante: nos han hecho creer que es una crianza superior, porque se han apropiado de las palabras bonitas: “apego”, “natural”, “respeto”… Confunden la teoría del apego de John Bowlby, que sí tiene una base científica, con la crianza con apego, que es un estilo de vida. El mensaje subyacente es que si no crías como te dicen, los hijos te querrán menos.

Todo esto está poniendo nerviosas a las madres, y hay que dejar claro que el apego es algo natural, espontáneo. Tenemos que disfrutar, relajarnos y tratar de no complicar más la crianza.

¿Estamos volviendo para atrás?

Uno de los ideólogos del apego es el doctor William Sears, que acuñó el término de attachment parenting (crianza con apego). Es un señor que tiene ocho hijos, ultraconservador, que quería ser sacerdote. Y el ideólogo del llamado “parto natural sin dolor”, el doctor Grantly Dick-Read, que nació en Inglaterra en 1890, decía que tenía la misión de devolver a las mujeres modernas la vivencia del parto natural. Una experiencia que, estaba convencido, iba a cambiar la sociedad.

Dick-Read también sopesó la idea de convertirse en pastor, pero al final optó por estudiar medicina en Cambridge. Pronto se interesó por la obstetricia y la fisiología del dolor. Él estaba convencido de que, por “ley natural”, las mujeres estaban preparadas para no sufrir en el parto. Que el dolor era producto del miedo y la tensión, insuflados por la sociedad moderna. Y a más progreso, aseguraba, más dolor. Seguidor de la eugenesia, le preocupaba el declive de la población blanca y educada de su todavía Inglaterra imperial. Argumentaba que el descenso demográfico entre las británicas “civilizadas” (para él, las mujeres de clases medias y altas) era fruto de sus miedos irrazonables a sufrir durante el parto. Y a partir de esa premisa, construyó su teoría.

Sin embargo, una parte del feminismo actual apoya esta crianza natural, porque dicen, es una manera de empoderarnos. Y no se dan cuenta de la carga que supone para las madres que sus hijos e hijas dependan tanto de ellas, ni como este estilo de crianza nos devuelve de una forma sutil al hogar. Además, no hay datos que evidencien que esta crianza es mejor. Habrá que seguir investigando.

En mi opinión, no es la cercanía constante o dar el pecho lo único que permite el apego, así que no hagamos sentir culpables a las madres por haber tenido una cesárea o no amamantar, porque sabrán cómo establecer el vínculo con su bebé; el apego, repito, sí es algo natural.

Imagen: Roser Ninot

Madres mamíferas

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