La crianza de los humanos como en toda especie mamífera se realiza por parte de la “manada” en su totalidad, es decir la sociedad es la que crea el entorno en el que el individuo aprenderá a sobrevivir, relacionarse y alcanzar sus objetivos, en busca de la felicidad. Sin embargo el peso de la influencia de los progenitores es fundamental, ya que durante los primeros años el contacto se circunscribe a estos casi exclusivamente, complementado en muchas ocasiones por otros cuidadores sustitutos .Y es en estos años cuando de forma inconsciente y debido a la máxima ignorancia del menor, tiene más necesidad de buscar más activamente el aprendizaje de vida. Deduciendo de esto que es lo que me conviene o no hacer, creer, hablar…lo que está bien o mal.
Por tanto la “salud” de la pareja progenitora es determinante para la creación del sistema de creencias y valores sanos que afectarán a la confianza, relación con la autoridad y con los demás del hijo/a en el presente y futuro.
¿Cómo podemos constituir una pareja estable?:
1-La pareja al inicio debe elaborar multitud de acuerdos. (Incluidos aspectos prácticos).
¿Cuántos hijos vamos a tener?, ¿Qué tipo de educación vamos a ofrecerles? ¿A qué colegio los llevaremos?, ¿Qué tareas tendrá cada uno de los miembros de la pareja y familia?, ¿Cómo vamos a ganarnos la vida? ….
2-La nueva pareja aprende a usar tanto el poder de la fuerza como el poder de la debilidad y enfermedad, si cada uno de ellos adopta estos roles. (Diferencias sutiles y gruesas entre ellos).Celebrando y aprovechando las diferencias entre los dos miembros.
3-La involucración paterna en la nueva pareja es causa de desavenencias (Nuevas maneras)….se necesitan acuerdos también en este sentido. ¿Qué relaciones vamos a tener con nuestras familias de origen? Cortar totalmente con la familia de origen no trae buenos resultados.
El arte del matrimonio sería; conseguir la independencia conservando la involucración emocional con la familia de origen. Es importante tener en cuenta que cada familia de origen actúa, resuelve conflictos, se relaciona de forma diferente y cada una lo hace pensando que su modelo es el “normal”, y esto es lo que cada uno de nosotros da por válido, de forma automática, sin lo, sin cuestionarlo. Encontrar el modelo propio para la nueva familia es un reto motivador y necesario, además de una oportunidad.
El conflicto tiene un significado diferente para cada uno al principio, pueden evitar la discusión (Aura benevolente o no querer herir sentimientos), hay temas que se enquistan al no tratarse o no mantener relaciones con las familias de origen, ambas cosas estrangulan la relación. UNA VEZ MAS ES UN PROBLEMA DE COMUNICACIÓN ASERTIVA. Tradicionalmente optamos por la alternativa pasivo-agresiva (la educada), enquistando los conflictos.
O por contra, SI NO HEMOS FIJADO LAS PAUTAS PREVIAS CON ANTELACIÓN, UNA VEZ HA ESTALLADO EL CONFLICTO Y NOS ENCONTRAMOS BAJO EL INFLUJO DE LA EMOCIÓN, SIN RACIONALIZAR, NOS VEREMOS OBLIGADOS A DAR RESPUESTAS EN CALIENTE QUE NO SON LAS MÁS CONVENIENTES PARA LA SALUD DE LA PAREJA. Bien cediendo uno, los dos o rompiendo la pareja… Así no se produce ningún aprendizaje ni crecimiento.
Según va avanzando la relación podemos establecer diferentes etapas en las que los hijos e hijas tienen gran influencia en los conflictos de la pareja y estos sobre el desarrollo del menor:
Nacimiento de los hijos e hijas: Con el nacimiento de un hijo o una hija la pareja pasa de ser dos personas a configurar un triángulo, esto debe implicar un cambio en las reglas de relación. La pareja puede empezar a trata sus problemas “a través del hijo o hija”. El periodo más común de crisis es cuando los hijos empiezan la escolaridad. Para los padres y madres, la escolaridad del hijo/a es una experiencia de que el menor terminara dejando el hogar.
Es difícil establecer causas de la crisis en esta etapa: Demasiadas cosas cambian. Las madres, en general, se sienten atrapadas. Aparecen nuevo tipo de celos.
Y cuando el hijo desaparece aparecen temas pendientes pasados. ..Quedando muchas madres frustradas y aisladas. Se abren brechas generacionales en el seno de la familia…
También se puede dar el triángulo dramático: no permite que el niño desarrolle y que la madre se desenganche, obteniendo una vida propia más rica. (No desaparece en caso divorcio)…él hijo se convierte en el síntoma (problema) que da sentido vida de padres. Dinámicas de relaciones en las que un progenitor ataca al menor, el otro lo “salva”, encubriéndole y el hijo de ese modo no aprende, es el eterno irresponsable.
Periodo intermedio: La relación en la pareja se profundiza, se han forjado relaciones estables con la familia extensa y con círculo de amigos. Al llegar a esta etapa, la pareja ha atravesado muchos conflictos y ha elaborado modos de interacción bastante rígidos y repetitivos, se pueden producir graves tensiones y finalmente el divorcio.
Es uno de los mejores periodos, se han resuelto la dificultades y el enfoque ha madurado…la relación se profundiza y amplia o al revés porque hay cosas que no funcionan como tocan, por cambios en circunstancias personales, laborales….que no se han tratado y solucionado.
Han mantenido la estabilidad de la familia por medio de complicadas pautas de intercambio para resolver problemas y para evitar resolverlos.
Se puede producir Crisis: cuando alguien abandona familia. Mientras que La turbulencia adolescente puede ser vista como una lucha dentro del sistema familiar por mantener el ordenamiento jerárquico previo, en esta etapa es más difícil de aplicar un cambio.
“El destete de los padres” Sin nada que decirse ni compartir, siguen comunicándose “a través de los problemas del hijo, deben “convertirse en abuelos”, cuando el hijo mayor produce un nieto, se puede liberar a un hijo menor. (Cuando un joven priva a sus hijos de los abuelos, no permitiendo la interrelación mutua entre generaciones, está afectando a sus propios hijos no solo a sus padres.)
Las crisis se pueden producir: Cuando el hijo que más marcó la relación abandona el hogar (Ya que cristalizan a la familia en esta etapa de sus desarrollos, rotulando y tratando al hijo como “el paciente” y así los padres no asumen la situación) o temas pendiente al quedarse solos.
¿Cómo enfocar pues estas etapas?
Teniendo en cuenta que todo cambia, Einstein decía: “Lo único constante es el cambio”…la familia como sistema desde la pareja como la cabeza, necesita trabajar en la evolución, es la solución para el mantenimiento de la misma, trabajar desde la excelencia. Es decir, del mismo modo que al comienzo de la relación se aconseja realizar acuerdos de constitución, durante el desarrollo vital, se hace necesario ir actualizando estos acuerdos y creando nuevos para que todos y cada uno de los miembros del sistema puede crecer, desarrollarse.
Martha Ubieta, psicóloga y sexóloga
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