La agresividad es un mecanismo de defensa que la especie humana tiene para hacer frente a amenazas o retos de supervivencia. Por otro lado, la rabia es una emoción que surge al percibir un obstáculo para el deseo de hacer o tener algo. La respuesta hacia la que nos lleva la rabia es el ataque y puede aparecer cierta agresividad con ella. Desde niños, hemos de aprender a gestionar la frustración y no acabar gritando, insultando o agrediendo a las personas que tenemos alrededor en un ataque de rabia y despliegue incontrolado de agresividad.
¿QUÉ OCURRE EN LA ADOLESCENCIA?
Durante la adolescencia, chicos y chicas viven un reto importante: pasar de la vida infantil a la adulta. Es una etapa preciosa en la que van encontrando sus retos y tomando sus propias decisiones. Todo ello con un alarde de gran creatividad y con una actitud solidaria hacia sus iguales, muy interesante. Los cambios hormonales vienen acompañados de un cierto “desajuste” emocional, de forma que viven las emociones de forma muy intensa y muy cambiante (pueden pasar de la alegría a la tristeza en muy poco tiempo)
Por ello, ante algunas frustraciones, pueden vivir la rabia de forma muy intensa y “estallar” en ataques a las personas que les rodean. A éstas las ven como “castradoras” de sus deseos y frente a quienes tienen que autoafirmar su propia identidad como persona “adulta.
Por ello, la habilidad de “autocontrol” de la rabia en la adolescencia puede estar un poco “tocada”. Cada adolescente lo vive diferente y podrá canalizar mejor o peor en función de sus aprendizajes previos, la cantidad de estrés que viva, su autoestima o el modelo de respuesta a la rabia que haya en su familia o en la cuadrilla de iguales. Estar en una situación de aislamiento como el que vivimos últimamente, también añade una dificultad. Por la separación que han podido vivir de sus iguales, por la ruptura de algunos hábitos como la escolarización presencial, por tener que “autoafirmarse” frente a sus padres/madres más tiempo, por no saber cómo gestionar emociones como la tristeza o el miedo a la incertidumbre y por el tener que cumplir unos límites en horarios de salida y medidas de protección ahora.
QUÉ PODEMOS HACER
No nos engañemos, no es fácil lidiar con una adolescente. En cualquier caso, podemos ver algunas ideas que pueden ayudar:
- ENTENDERLES
Entender a las adolescentes no supone aceptar sin más todas sus respuestas. Implica saber qué es lo que ocurre en esta etapa. No son personas que se comporten “mal” a posta, sino que sus reacciones, a veces, se deben al maremagnun emocional que sienten. Y, desde ahí, podremos pensar cómo ayudarles.
2. DESARROLLAR UNA NUEVA HABILIDAD DE AUTOCONTROL
Quizás el adolescente ya tenía una habilidad de gestión emocional bastante maja y ahora parece que la ha “perdido”. O no la tenía tampoco muy desarrollada. En cualquier caso, es positivo tratar de transformar la idea de que el adolescente tiene un problema a la idea de que es necesario que aprenda una nueva habilidad de gestionar la emoción de la rabia en el maremagnum que tiene ahora. Y no es fácil y las expectativas de hasta dónde puede conseguirlo serán diferentes. Habremos de ver cómo ayudarle a hacerlo.
3. EL PLAN PARA LA HABILIDAD DE AUTOCONTROL
Para ello, en un momento de tranquilidad, podremos tratar de hablar con ella de la posibilidad de cómo avanzar con esta habilidad, de qué beneficios le puede traer o nos puede traer y qué ideas tiene ella para conseguirlo. Y en esas ideas, habrá cosas que tendrá que hacer ella y otras que nos pedirá. Es importante que sea ella la que dé ideas para que sienta que el proyecto, el plan es de ella. Nosotros, según veamos , podremos sugerir algunas propuestas…
4. ALGUNAS IDEAS QUE PUEDEN SERVIRNOS
ESPEJO DE CALMA
Mantener la calma en un estallido de rabia de una adolescente creo que es de las cosas más difíciles del mundo. Sin embargo, es necesario, ya que la rabia es muy contagiosa y se va retroalimentando. Para ello, nosotros podemos utilizar algunas técnicas tales como:
- Respirar lentamente
- Contar hasta 10 ó 20.
- Hacer un tiempo fuera (irse a otro sitio para calmarse y luego recuperar el tema)
- Autorepetirse por dentro mensajes tranquilizadores (“No puede controlar, calma, calma…”).
PROPONERLE ALGUNAS TÉCNICAS
Esto es relativo porque muchas de las propuestas que hagamos, nos las pueden echar atrás, pero quizás en un momento de calma cuando esté más receptiva, podemos “dejar caer” algunas ideas.
Para ello, hay técnicas para:
1- Identificar la subida de la rabia.
2- Tratar de reducir el volumen de rabia en el momento
3- Cambiar a otra emoción y no “quedarse” con ella.
4- Entrenar y canalizar la agresividad de otra forma en momentos de ocio, deporte, entretenimiento…
Podéis ver algunos vídeos del programa “Nos Emocionamos en Familia” en proyectomantangorri.blogspot.com y echar un vistazo a la guía elaborada por Inma Álvaro López del Centro de Día al Menor de edad de Alborada, donde aparecen algunas pautas muy interesantes de cómo abordarlo en familia. https://psicopedia.org/wp-content/uploads/2013/07/Manual-de-Autocontrol-Adolescentes.pdf
SEGUIR PRESENTES: TERNURA-NORMAS Y MÁS
A veces, padres y madres “tiramos la toalla” ante ciertos comportamientos de adolescentes. Sin embargo, necesitan saber que seguimos aquí como una figura referente firme. Y eso pasa por:
–Mostrar ternura. Les queremos por su esencia, aunque a veces no nos guste que tengan determinados comportamientos. Aunque creamos que las adolescentes “pasan de eso” e incluso lo rechazan, desean sentir y escuchar nuestras muestras de afecto… Hay que aprovechar los momentos que están más receptivos e ir ajustándose.
–Posibilitar que tomen ciertas decisiones (aunque a veces no nos acaben de gustar) De la experiencia, se aprende. Que puedan hacer cosas de las que sentirse orgullosos, reforzar sus esfuerzos no tanto los resultados. Las actividades deportivas, de ocio, hobbies…pueden ayudarles a encontrarlos.
–Marcar ciertos límites. En algunos casos podrá “negociarse” la forma de cumplirlos y en otras no. No somos “colegas”, tenemos una posición asimétrica con ellos/as. La persona adolescente a veces es “intrépida”, hace cosas que parecen no tener sentido o buscando el peligro. Es así, necesitan “oler” el miedo a hacerse adulto. Lo importante es que no se pasen de la raya y para ello, tenemos el marcaje de límites.
–Poner palabras a sus vivencias y hacer una escucha activa. No siempre quieren hablar con nosotros, se trata de estar DISPONIBLES para cuando quieran hacerlo. Y entonces, interesarnos por sus cosas y centrarse sólo en la escucha, contactar visualmente, escuchar sin interrumpir, parafrasear mostrando que entendemos su emoción, usar un lenguaje adaptado…
-Decirles, también, asertivamente lo que no nos gusta. Para ello es interesante utilizar la Regla de las 3 R de Roberto Aguado (Resentimiento, Requerimiento, Reconocimiento).
-Evitar etiquetarles de “agresivas”, “problemáticas” ya que estas expresiones identifican su persona con esas cualidades y el cambio entonces es difícil. Si soy “agresiva”, tendré que seguir siéndolo para ser alguien. Si lo que tengo que hacer es un aprendizaje para gestionar mejor las emociones, podré entrenarme para cambiar.
–Sentido del humor. A veces, las personas adolescentes se refugian en el enfado, en la tristeza… Poder rescatar momentos de risa y humor en familia les ayuda mucho. Pepa Horno hace una reflexión de la importancia de Educar en la Alegría en su libro Educando la Alegría 2017 Editorial Desclee de Brouwer.
AUTOCUIDADO DE LA FAMILIA
Siempre es necesario que padres y madres tengan espacios de autocuidado: quedar con amigas, hacer deporte, hacer relajación … Cuando se tiene un hijo adolescente, la presión puede ser mayor y es imprescindible encontrar esos momentos para poder reaccionar adecuadamente al maremágnum que puede aparecer en casa. Si necesitas consejo o asesoramiento, en BBK Family disponen de un servicio gratuito y confidencial donde puedes compartir tus dudas o inquietudes.
CUÁNDO PREOCUPARSE
En general, podríamos decir que la persona adolescente está más vulnerable a poder desarrollar algún comportamiento más agresivo si coinciden algunos factores personales, familiares y sociales. Sin embargo, no es admisible la violencia y es necesario trabajar desde la familia los anteriores factores de protección y si hay manifestaciones agresivas hacia padres y madres o con otras personas, repetitivas y/o se convierten en la forma de relación por excelencia ante la frustración, hay que pedir ayuda profesional.
Euskarri, Centro de Intervención de Violencia Filio-Parental plantea una serie de preguntas a familias preocupadas por la agresividad de sus hijos e hijas hacia sus padres y madres. Si las respuestas a preguntas de este tipo son afirmativas, es necesario pedir ayuda profesional. De la misma forma que si no se producen en el entorno familia, pero sí en otros.
- ¿Sientes miedo a molestar a tu hijo/a y evitas hacerlo?
- ¿Vas con “pies de plomo” para adivinar sus deseos y/o necesidades?
- ¿Te empuja, golpea, pega puñetazos, destruye objetos, daña tus pertenencias las de otros miembros de la familia?
- ¿Amenaza con hacerte o hacerse daño cuando no satisfaces sus demandas?
- ¿Te ridiculiza, humilla ante tus familiares o amistades?
- ¿Te critica constantemente y te hace callar?
- ¿Amenaza con marcharse de casa si no haces lo que quiere?
- ¿Te culpa de su comportamiento?
Esto puede hacerse a través del Servicio Médico Familiar o de Bienestar Social de Ayuntamiento para hacer una derivación a algún recurso de atención psicológica y/o socioeducativa , un Centro de Atención Psicológica privado especializado en la Atención a la Adolescencia o a alguna asociación o centro como Euskarri.
RESUMEN
SI A:
- Cultivar un clima de educación en emociones
- Pensar en la habilidad de autorregulación.
- Prestar atención ante posibles señales de necesidad de ayuda especializada
NO A:
- Tirar la toalla
- Ocultar el problema o minimizarlo
OJO CON:
-
Dar ejemplo negativo con comportamientos agresivos
BUSCA TUS PROPIAS RESPUESTAS
Te invitamos a crear respuestas propias a preguntas sobre este tema. Las orientaciones que proponemos son generales y pueden ayudar más o menos, en función de cómo sea la realidad de cada niño, niña y familia. Respondiendo a estas preguntas, podrás añadir la motivación emocional y el contexto cercano real para poder hacerlo.
- ¿Cómo es tu hija? ¿Qué le gusta hacer?
- ¿Qué cualidades positivas tiene tu hija?
- ¿Qué experiencia has vivido antes en la que tu hija se comportó de manera diferente a la agresiva ante una frustración?
- ¿Cuándo fue, cómo fue, qué pasó?
- ¿Qué pusiste de tu parte para que fuera así?
- ¿Qué cualidades tuyas te ayudaron a conseguirlo?
- ¿Qué harás estos días para relacionarte con tu hija y ayudarla a otro tipo de reacción no agresiva?
Begoña Ruiz Ibáñez. Psicóloga, educadora social y psicomotricista.
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