Hay animales carnívoros, omnívoros y vegetarianos. Ni todas los animales ni todas las personas comen lo mismo. Pero las personas son los únicos animales que cocinan su comida. A lo largo de la historia, diferentes sociedades han desarrollado distintos gustos y hábitos alimentarios: en Camerún comen saltamontes, en Tailandia, ratas, y nosotros comemos conejos. Pero también dentro de nuestra sociedad y nuestra cultura hay hábitos alimentarios muy diferentes: hay personas que comen carne, otras que no; personas que siguen una dieta, otras que no. A lo largo de la vida, una persona come cosas muy distintas, porque va cambiando sus gustos y necesidades según la etapa de desarrollo en que se encuentra. Los niños necesitan más calorías que un adulto, y por lo tanto es normal que tengan una mayor tendencia a consumir alimentos dulces.
Hay personas que comen con la familia, otras que no; personas que comen con prisa, delante de la tele, en la bañera o en la cama; unas comen con las manos, otras con palillos y sólo una décima parte de la población mundial come con cuchillo y tenedor. Los alimentos pueden ser fuente de grandes alegrías, pero también son fuente de discusiones sin fin. Lola se enfada cuando la obligan a comerse la verdura. No se debería obligar a nadie a comerse algo que no quiere. Todos los peques tienen platos que les encantan y platos que les repugnan, y sus platos preferidos para el cumpleaños Los sentidos del gusto y del olfato nos ayudan a distinguir los alimentos en buen estado de los que no son aptos para el consumo. Los alimentos pueden ser producidos siguiendo criterios ecológicos y de calidad, o siguiendo criterios de productividad y bajos costes. Vivimos en un mundo que produce más alimentos de los que necesitamos, pero estos no llegan a todos por igual, a pesar de que cada año se desechan toneladas de alimentos en buen estado.
Escrito por: Alexandra Maxeiner y Anke Kuhl.
Editorial: Takatuka