¿Por qué alguien puede estar interesado en concebir la mente sin las emociones? y ¿Cómo es posible que un área centrada en la mente sin emociones tenga tanto éxito? Estas preguntas no son mías, son de LeDoux, las respuestas tienen más que ver con lo personal de los autores que crearon el cognitivismo, no siendo baladí, que todo este movimiento tuviera su momento de esplendor con el funcionalismo, movimiento que surgió después de las guerras mundiales, en el que se compara al ser humano con las máquinas. Los cognitivistas se dedican a estudiar la organización funcional de la mente sin hacer referencia al soporte físico que genera los estados funcionales, el cerebro. El desprecio que hemos asumido del sentir respecto del comprender es uno de los desajustes que ha tenido la ciencia que estudia el comportamiento humano.
Desde muchos ángulos de la ciencia, se ha dado mucha importancia a lo que conocemos y comprendemos, ya que, para ellos,“determina la realidad e incluso la realidad científica”, dejando de lado lo que sentimos. Lo que crees representa el mundo de tu deseo o tu necesidad sobre lo que debería ser, te gustaría que fuera o tendría que ser. Lo que sientes, es lo que está ocurriendo ahora, es lo que te conecta permanentemente con el presente, es lo que está sucediendo, lo que estás viviendo.
Cuando pensamos en algo que ya aconteció, lo que sentimos lo vivimos ahora, de igual manera, cuando pensamos en algo que tiene que ver con el futuro, de nuevo lo que sentimos lo vivimos en ese momento. La mayoría de mis pacientes sufren en el presente no por lo que está ocurriendo ahora en sus vidas, sino por lo que temen que va a ocurrir o por lo que ya aconteció, por ello, es necesario que nos demos cuenta que el estado emocional que sentimos en este momento es lo único verificable, ya que dicha emoción que sentimos pueda estar surgiendo por una fantasía del pasado o del futuro que no tiene nada que ver con la realidad actual. La realidad para nuestro cerebro tiene más que ver con lo que sentimos que con lo que pensamos, sé que es un mundo difícil de entender, pero no me digas que no es maravilloso de descubrir. Eres lo que sientes, te hará hacerte muchas preguntas, pero sobre todo te permitirá saber contestarlas.
Autor: Roberto Aguado
Editorial: EOS