“En casa me lo sabía” Es algo que a veces dicen nuestras hijas cuando tienen un examen que no les sale del todo bien a pesar de haber estudiado. Detrás de esa frase puede haber diferentes posibilidades: que el examen era difícil, que realmente no han acabado de integrar los conocimientos necesarios, que no han entrenado suficientemente las competencias de la materia, que aún no cuentan con las habilidades necesarias para adaptarse al “contexto examen” o que tienen cierto estado de ansiedad que les bloquea.
Algo parecido nos puede ocurrir a nosotras con nuestra habilidad para manejar la disciplina, las normas y los límites. La teoría me la puedo saber pero luego no acaba de funcionar: tiro la toalla, no consigo que me hagan caso, termino haciendo yo todo, me pongo en plan “sargento”, grito, amenazo con castigos, hago chantajes emocionales, exploto … ¿Os suena? Nos suena.
Y es que se supone que “nos sabemos”:
- La importancia de poner unas normas y límites para dar seguridad y autonomía a los hijos.
- La necesidad de equilibrar la firmeza con el cariño en la disciplina.
- La ventaja de concretar las normas, ponerlas en positivo, no saturar con muchas nuevas a la vez…
- La relevancia de validar las emociones, dejarles participar cuando se puede en construir las normas, pensar en opciones…
- La limitación que tienen los castigos o el daño que hacen los chantajes emocionales, siendo mejor el reconocimiento de las conductas adecuadas…
Pero luego…
Los factores “contextuales”
En ocasiones, hay factores contextuales que pueden ayudar o torpedear nuestras buenas intenciones con las normas y límites.
Será importante reconocerlos para tratar de mitigar su efecto negativo o aumentar su efecto positivo. Y ahí podemos contemplar aspectos como la organización física del hogar, el uso de herramientas visuales, el ritmo cotidiano, la cantidad de personas cuidadoras con criterios similares o muy dispares…
Las necesidades de los niños, niñas y adolescentes
En otras ocasiones, podremos plantearnos si nuestra forma de manejar la disciplina está siendo coherente con las necesidades reales que tienen nuestras hijas o no estamos siendo capaces de identificarlas y responder a ellas o ver que hay algo más detrás. Esto puede tener que ver con su edad, su etapa, su ritmo, sus habilidades, las circunstancias… En este sentido, conocer el círculo de seguridad en la crianza, el símbolo del semáforo para decidir dar vía libre/negociar/ poner límite, el desarrollo cerebral emocional infantil, el modelo de iceberg y las diferencias entre necesidad y deseo puede ayudarnos.
Algunas habilidades propias y estados
A veces, tratamos de buscar el “Libro de recetas para la disciplina eficaz” y tener un conjunto de ingredientes y procedimientos estándar que poner en marcha y que todo fluya. Pero, no siempre tenemos perejil en casa, puede que no sea temporada de frambuesas frescas, no nos dé tiempo a ir a la carnicería a comprar el solomillo, el precio de la merluza esté por las nubes, nuestro horno no caliente tanto como el de la receta o estemos agotadas para cocinar…
Así que también hemos de contemplarnos a nosotras mismas respecto a algunos parámetros influyentes. Con motivación de cambio para hacerlo mejor pero también aceptando ciertas limitaciones y siendo “compasivas” con nosotras mismas.
Podríamos tener en cuenta, por ejemplo: de qué modelo de autoridad provengo y cómo me influye (consciente o inconscientemente), cuál es mi modelo de crianza (autoritario, sobreprotector, más democrático …), cómo gestiono el estrés en momentos de conflicto, cómo elaboro las emociones ante un “no” de mi hija, cómo es mi tipo de comunicación, con qué soportes cuento, cómo está mi nivel de cansancio … Ahí puede ser interesante usar algunas herramientas como la revisión de frases automatizadas, la identificación del estilo ante el estrés, el uso de “palancas” emocionales de ayuda, las claves de la comunicación no violenta, las 7 D del descanso y otras.
Por supuesto, también hemos de considerar que toda habilidad requiere un cierto tiempo y “tabla” de entrenamiento: ensayo, aprendizaje de errores, identificación de éxitos para su repetición y quizás un “coaching”. Este apoyo lo podemos encontrar en personas expertas en el tema, en otras madres y padres que nos aporten buenas prácticas o apoyo, la familia…
Bego Ruiz, psicóloga
Ahora puedes ver el webinar “Normas afectivas y efectivas, la teoría me la sé, pero ponerla en práctica…”, impartido por la psicóloga Bego Ruiz
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