Padres y madres recibimos la llegada de nuestros/as bebés con una mezcla de alegría, curiosidad y miedo ante la incertidumbre de si sabremos hacer las “cosas bien”. Poco a poco, vamos encontrando más seguridad en la crianza y aprendiendo a gestionar algunos temores.
El apego es el vínculo afectivo que se va generando entre madres/padres y bebés durante los primeros años de vida. Es necesario para que puedan sobrevivir. Crea un fondo de emociones agradables y una autoestima sana para afrontar los retos de autonomía que supone crecer.
ELEMENTOS QUE FAVORECEN EL APEGO
El apego se va generando en la medida en que el bebé siente que la madre está disponible y responde a sus necesidades de una forma ajustada. Hay algunos elementos básicos para ello:
1-Ajustarse a la necesidad
Las bebés cuentan con algunas formas básicas para expresar que necesitan algo. El llanto es la principal y también pueden hacer sonidos, movimientos o gestos. Es importante prestarles atención y sintonizar con la posible necesidad y emoción que tienen.
Al principio, quizás no sabremos bien si el bebé tiene hambre, sueño, irritación en la piel, sensación de soledad, ganas de jugar… Poco a poco, iremos haciendo pruebas e identificando sus necesidades y cómo ajustarnos a ellas. Esto requiere cierto tiempo, un proceso de escucha, consultar con otras personas y estar con cierta calma.
¿Y si probamos con diferentes respuestas y no dejan de llorar? Entonces, será importante hacer dos cosas. La primera, comprobar si hay síntomas de enfermedad (por ejemplo, fiebre) La segunda, tener en cuenta que sea lo que sea, si conseguimos estar en calma, les acompañaremos mejor en su posible malestar y podremos hacer la escucha de otra forma. Y nos iremos sorprendiendo con el paso del tiempo de que cada vez les entendemos más.
Recuerdo algunos malos ratos que pasé mientras cogía a mi hijo en brazos sin saber muy bien qué hacer exactamente.. Fui aprendiendo que fuese lo que fuese, estar en calma hacía que todo fuera mejor.
2-Responder de forma más o menos rápida
Durante los primeros meses, los bebés no son capaces de soportar pequeñas molestias. Su umbral del dolor es diferente al de las personas adultas o al de niños más mayores. Una pequeña sensación de hambre o un picorcito ante una etiqueta puede desencadenar un llanto importante y si éste no es atendido “relativamente rápido” puede acabar en un “berrinche” más difícil de calmar después.
Por eso, es importante reaccionar de una forma más o menos rápida. Además, esa respuesta exigirá un contacto corporal muy cercano cogiéndole en brazos, por ejemplo. Luego, poco a poco, podrá ir esperando un poco más (el lenguaje y algunos objetos concretos nos ayudarán a ello) y podremos atenderle con un poco más de distancia…
Pensé que nunca podría volver a ducharme sola y tendría que salir “pitando” en cuanto mi hijo emitiera un mínimo sonido de queja. Poco a poco, descubrí que era capaz de esperar un poco para comer mientras le decía con calma: “Ya sé que tienes hambre, estás agobiado, estoy terminando de preparar el puré y ahora voy”, le miraba , le hacía gestos y le cantaba una canción. Sé que no entendia mis palabras pero sí mi tono de voz y mis “señales”.
3-Utilizar los diferentes canales sensoriales
Todas las personas tenemos diferentes canales sensoriales para procesar la información y para ¡calmarnos!. Cada una tiene uno o dos preferidos. Por eso, es importante que en cualquier acción con nuestra bebé (alimentarla, bañarla, ayudarla a encontrar el sueño, estimularla al juego y movimiento …) lo hagamos incluyendo fórmulas sensoriales diversas. Iremos descubriendo qué forma le gusta más.
Por ejemplo, cuando damos el pecho o biberón podemos considerar que:
- Sentir nuestro propio olor corporal ya calma.
- Tomar la leche que tiene un gusto determinado habitual también da seguridad.
- Sostener a la bebé en brazos sin que estemos con tensión corporal, cogiéndola bien por la espalda mientras come también contagia tranquilidad.
- Mirarla y sonreírla mientras toma pecho también. (aunque ella esté entretenida a lo suyo aparentemente)
- Nuestros latidos del corazón, nuestros susurros para que no se atragante, una pequeña melodía, decirle un piropo con voz dulce y amorosa… la reconfortan.
Caricias, masajes, miradas, sonrisas, muecas, nanas, arrullos, paseos en brazos…
Estaba en la consulta del pediatra dándole el pecho …Justo me llamaron por teléfono y empecé una conversación mientras intentaba apuntar algo que me decían en un papel…El niño empezó a protestar… La enfermera pasó al lado mío y me miró… No fue una mirada excesivamente “inquisitoria” pero suficiente para que me diera cuenta de la importancia de hacer del proceso de dar el pecho un momento de consciencia y de ajuste emocional y corporal en un sentido amplio… Corté la llamada para más tarde…
4-Ayudar a integrar las experiencias
Los bebés van teniendo diferentes experiencias sensoriales y emocionales en este mundo tan desconocido para ellos. Necesitan poder ir integrando esas experiencias y relacionar lo que ocurre en su cuerpo con sus emociones y con los “conceptos” del mundo.
Por eso, es importante poner palabras a lo que pueden ir sintiendo y experimentando, sobre todo, en momentos en malestar. Por ejemplo: “Estás llorando…puede que tengas cacas y estés escocida …ahora miro el pañal …pues sí tienes caca” “¡Ay, la comida estaba demasiado caliente y te has quemado la lengua!, “quema”, ¿verdad mi niña? ” “Estás riendo y haces gorjeos ..estás contento …te gusta jugar con la pelota…”
Evidentemente, para poder hacer esto tenemos que practicar una buena escucha, sintonizar con la emoción, interpretar más o menos bien lo que ocurre y hacerlo en un tono positivo y afectivo. No es lo mismo decir “Estás llorando porque igual tienes pupa en la piel” con un tono tranquilo que “¡Estás llorando porque eres un egoísta que no sabe parar de llorar!” con un tono enfadado. Lo que irá integrando el niño será diferente en un caso y en otro.
En este sentido, para ayudar a que nuestras bebes hagan un buen proceso de “mentalización”, tendremos que hacer nosotras también el nuestro, escuchando por dentro cuáles son nuestras emociones y respondiendo de forma ajustada. “Me estoy poniendo inquieta porque tengo miedo de no saber limpiarle bien la nariz con el suero y que se ponga a llorar sin parar. Voy a respirar y tranquilizarme. No soy mala madre por esto. Estoy aprendiendo”
Me acuerdo de entrar en “conversaciónes” con mi hijo mientras le hacía algún cuidado, contándole qué estaba pasando o cómo podía sentirse … También hacer alguna especie de diálogo conmigo misma en voz baja . En su momento, pensaba que eso me ayudaba a mí a organizar mi pensamiento y calmarme … y también le estaba ayudando a él.
5-Crear unos ciclos o hábitos
Será necesario ir creando ciertas rutinas en el ambiente para que las bebés puedan ir “anticipando” lo que va a ocurrir y de qué forma. El suelo en el que van a gatear estará más o menos igual, prepararemos la comida más o menos a la misma hora y seguiremos un mismo ritual para ayudar con el sueño (baño, masaje, biberón, cuento, musica…por ejemplo Poco a poco, podremos ir metiendo algunos cambios para favorecer retos de autonomía.
Para crear estos hábitos será importante ajustarse al ritmo de cada bebé. Cada una tiene el suyo. Y en este sentido, será importante considerar los “consejos” de familia y amigos o las tablas de desarrollo, sabiendo que hay una flexibilidad al respecto para cada ritmo.
Pensé que mi hijo no sería capaz de dejar la lactancia materna a demanda por otra alimentación con ciertos hábitos regulados. Nuevamente, me sorprendió. Creo que la que no estaba tan preparada para ello era yo y lo retrasé un poco. Recuerdo, sin embargo, cuando le propuse quitar el pañal. Ahí quedó claro que me adelante y tuvimos que esperar un poco más. ¡Qué complejo a veces escuchar las necesidades y el ritmo a la hora de crear unos hábitos! y ¡qué posibilidades nos da el poder aprender de ello y reajustarse!
6-Combinar “protección” y autonomía
Para que las niñas vayan ganando seguridad y crezcan, este ajuste a sus necesidades debe tener una doble dimensión: proteger desde más cerca y animar poco a poco a explorar y alejarse. En este sentido, hay dos líneas que nos marcarán la crianza:
- –PROTECCIÓN DESDE EL CERCA: acercarse, tocarle, hablarle, curarle, explicarle, entenderle, quedarse con él, ponerle normas y crear hábitos …para responder a sus necesidades de mimo, consuelo, comprensión, cercanía, descanso, protección, estructura…
- –EXPLORACIÓN DESDE MÁS LEJOS: animarla, darla confianza, ayudarla un poco, mirar cómo hace, alegrarse, disfrutar, dejar que haga sola … para satisfacer necesidades como jugar, investigar, decidir, separase, aprender, hacer por sí misma…
Esto se hace más evidente a partir de los 6 meses y, sobre todo, cuando alcanzan la verticalidad y andan. Un ejemplo, sería tenerles en brazos para consolarles cuando sienten miedo o alguna molestia (“protección”) y dejarles en el suelo para que toquen juguetes o se desplacen cuando empiecen a reptar o gatear. (“exploración”)
No hay cosa que más disfrutara que ver a mi hijo alejarse para luego regresar … Jugar un poco lejos de mí y tenerle también cerca en brazos cuando quería mimos …Más adelante, esta misma sensación se repetía cuando le dejaba contento en el cole y le recogía a la salida también contento de verme.
QUÉ AYUDA A GENERAR UN VÍNCULO SANO
Teniendo en cuenta lo anterior, podemos considerar algunas ideas que nos ayudan al apego seguro:Generar un entorno de confiabilidad y seguridad en el que las bebés puedan ir generando ciertos esquemas mentales de que sus necesidades serán satisfechas y de ciertas formas. (lugares, horarios, formas…)
Incluir toda una dimensión no verbal de ajuste corporal en la satisfacción de las necesidades ( miradas tiernas, sonrisas, tono corporal destensado, arrullos, repetición de sus sonidos, caricias, movimientos suaves …)
Atenderles en momentos de molestias, agobios o estrés ante una necesidad no resuelta . Con cierta rapidez y calmando la espera si se retrasa un poco.
Estimular que los bebés vayan explorando y jugando. Sin forzar ritmos, sin retrasar intentos, creando un contexto seguro, con retos progresivos y asumibles …
Reconocer sus esfuerzos de autonomía, haciendo de “espejo” de lo que van consiguiendo. Aunque al principio no entiendan las palabras del todo, el tono sí lo captan. “¡Has esperado al biberón!” “¡Te has dado la vuelta!”,”¡ Has cogido la pelotita…!”
Cuidar del propio bienestar. Así, podremos cuidar bien a las bebés. Para ello, es interesante tener momentos para relajarse, distraerse, pasar ratos agradables con otras cosas. También ayuda revisar las excesivas exigencias, los miedos y angustias que traemos de nuestra historia. Rodearnos de personas que nos hagan de sostén y nos den calidez emocional es imprescindible. Y si nos pueden ayudar con la logística de la crianza, mucho mejor.
Mostrar afecto de forma cotidiana a nuestros hijos, mostrar que les aceptamos aunque nos despierten 6 veces por la noche, hacerles sentir que forman parte de una familia en la que son queridos y deseados, cuidar hábitos y e ir poniendo normas a la vez que se estimula su autonomía.
CUANDO FALTA SEGURIDAD EN EL APEGO
Es importante ir creando un apego seguro teniendo en cuenta dos dimensiones: proteger desde el cerca y animar a explorar a medida que crecen. Durante los primeros meses, se está muy cerca y luego ya van haciendo pequeños “avances” de autonomía (tocan su propio cuerpo o algunos objetos, se desplazan, hay rutinas nuevas en la alimentación, sueño u otros…)
En todo caso sería importante que a medida que ganan edad, pudiéramos:
- Atender sus necesidades de proteccion desde el cerca cuando lo necesitan. Tener cuidado también de no “lanzarles” a explorar antes de tiempo, sin un contexto seguro o sin “recogerles” cuando se sienten inseguros.
- Posibilitar que puedan explorar y “separarse” de nuestro lado a veces. Si las tenemos todo el rato pegadas a nuestro cuerpo sin que tengan otros estímulos y sin que puedan “investigar” y conocer el mundo, no les estaremos dando seguridad.
- Darles claridad y no desconcertales mandando mensajes contradictorios y aleatorios respecto a esto de la protección y la exploración.
Si no cumpliéramos esto de una forma amplia y constante en el tiempo, podríamos generar vínculos de apego inseguro. A veces, esto puede ocurrir cuando hay:
- -Alguna enfermedad o trastorno del estado del ánimo.
- -Situaciones de violencia dentro de la familia, propia o de la de origen.
- -Falta de conocimiento de cómo hacer en general o ante algunas situaciones orgánicas de los hijos que requieren cierta atención más específica.
- -Aislamiento.
En estos casos, si no se cuenta con un apoyo, los niños podrían llegar a desarrollar inseguridad e instalarse en cierta angustia que suele manifestarse corporalmente en áreas como el llanto, el estilo de juego, el movimiento, la alimentación, el sueño, la capacidad social y coginitiva…
FORTALECER VÍNCULOS “FRÁGILES”
¿Y es posible fortalecer un vínculo que está o ha estado un poco “flojo”? La respuesta es que sí. Una forma de conseguirlo es contando con apoyos educativos. Desde el programa Inurri de Bidegintza Coop. conveniado con el Ayuntamiento de Bilbao, identificamos y proponemos algunas actividades familiares para lograrlo:
1-Trabajar el vínculo desde lo corporal
El vínculo de apego se inicia desde el ajuste corporal entre madres/padres- bebés con lo que es una fórmula excepcional para fortalecer la relación. Por ejemplo:
- -Participar en talleres de masaje infantil, en los que la familia puede relacionarse desde la piel y el resto de canales sensoriales para llegar al ajuste necesario con las orientaciones de las educadoras
- -Compartir actividades y espacios de juego familiar. De esta forma, a través del juego espontáneo, el movimiento, la elaboración plástica o la narración pueden ensayar ese ajuste y poner en práctica esa doble dimensión cerca-lejos/protección-exploración. Un complemento es que las niñas puedan participar en sesiones de psicomotricidad Aucouturier para reasegurarse emocionalmente de su historia.
2-Compartir espacios de contraste y apoyo mutuo con otras madres y padres
En este caso, hay dos variables fundamentales que dan riqueza. Por una parte, el poder del grupo que acoge y apoya (fundamental como decíamos para la crianza). Por otra parte, la reflexión sobre el sentido de la crianza desde la experimentación y la capacitación. Por ejemplo, el Programa Primera Alianza diseñado por la Universidad de Comillas que se ofrece desde Inurri se basa en un espacio grupal de contraste y apoyo, reflexión sobre las dimensiones del vínculo del apego y un videofeedback de momentos de relación familiar.
3-Trabajar el propio autocuidado
Para crear un entorno y vínculos de apego seguros, es necesario que las madres y padres podamos sentirnos también seguros y cuidados. A veces, pasa por hacer un trabajo personal o grupal para alcanzar una flexibilidad emocional, otras por hacer un análisis de la historia propia de vida, otras por “resolver” primero cuestiones económicas y sanitarias de supervivencia básica…
Acabamos con esta frase de Pepa Horno: “No educamos en lo que decimos, sino en lo que vivimos. Un niño (y un adulto) no se sabe amado, se siente amado.”
Trini Cajide ,Mónica Morante, Gorka Vicente y Bego Ruiz. Equipo de educadores/as del Programa Inurri para el Fortalecimiento de los Vínculos Tempranos de Bidegintza Coop.
Materiales de la mediateca de BBK Family que te pueden ayudar:
Un año para toda la vida
Caminares
Educar en el vínculo
Juegos con bebés
Juegos con niños a partir de 2 años
Las aventuras de Icba
“LA JIRAFITA MASAJITA” Elena Andrés Chiquitienda | Aemi – Asociación Española de masaje infantil
Vídeos de BBK Family relacionados con el apego:
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