“Libertad para ser una clavija redonda en un agujero cuadrado.” A. Huxley
Quién es madre o padre conoce la incertidumbre que genera educar, las múltiples preguntas que constantemente nos formulamos y las respuestas, que pudiendo ser valiosas, no son fáciles de llevar a la práctica.
En mis años de trabajo, con más de ochocientos informes elaborados e innumerables anécdotas, el poso de experiencia cuenta con multitud de matices.
Muchas familias llegan a Interac remitidas por otros servicios, cuando lo hacen motu proprio traen la imperiosa necesidad de entender por qué sus hijas e hijos muestran tanto interés, esa curiosidad y sensibilidad, las ganas de saber; buscan explicación a sus miradas inquisitivas, escrutadoras, atentas; quieren comprender sus conductas activas, originales, indagadoras y creativas.
Junto a lo anterior, la familia acarrea un sentimiento de pudor, aunque los indicadores orientan tan claramente hacia una alta capacidad, les parece presuntuoso advertir datos objetivos.
Hasta los diez años aproximadamente estas niñas y estos niños, llegan deseando compartir el conocimiento, disfrutando los retos que deben enfrentar, traen un arsenal inagotable de entusiasmo, colaboración, confianza, emoción… La semana pasada una niña manifestaba con enorme seguridad y en voz alta: -“Elisa me va ayudar”. Hay una temprana esperanza de solución, de alivio; que nos conmueve.
Encontramos niños y niñas que son felices aprendiendo y cuestionándose a la vez, disponen de recursos para asumir conceptos abstractos. Sentimientos éticos de libertad y justicia, aunque las situaciones que puede llegar a indignarles, no les afecte personalmente, existe un prematuro altruismo. En la primera infancia han conseguido elaborar un criterio propio de la organización social que nos asombra, y puede poner en entredicho nuestras normas sociales.
Las etapas posteriores dan paso a situaciones menos deseables: abatimiento, frustración, desidia académica, distracción, rechazo, desobediencia, ira, somatización…
Cuando no se atiende adecuadamente la alta capacidad intelectual en la primera infancia, surge la incomprensión, el aislamiento, el malestar de no encajar. Tienden a mimetizar, ocultan su potencial, como si la diferencia fuese el problema a eliminar. Se sienten fuera de lugar, consideran que el espacio que se les cede no les corresponde y no encuentran dónde ubicarse. Principalmente requieren un entorno de aceptación sincero.
¿Qué podemos hacer?
Si propiciamos una falsa integración, en que se sientan en la obligación de negar quienes son y renunciar a un desarrollo equilibrado, los problemas se sucederán, más graves y complejos, ya sea a los doce, a los quince, a los veinticinco o a los cincuenta años. Debemos adaptar la acción a la necesidad, anteponiendo lo necesario a lo normativo, lo preventivo ante lo paliativo.
Si dejamos pasar ese ilusionante primer momento sin intervenir y esperamos a que aparezcan dificultades emocionales, estas llegarán. No podemos pretender resolver las consecuencias del problema sin abordar su origen. Cuando tienes fiebre puedes hacer algo para reducir esa molestia, pero es imprescindible conocer lo que la causa.
Recuerdo un caso, quizás no sea fácil comprender el sentimiento, el momento, la situación, que tiene que estar atravesando un niño para pedir como regalo de cumpleaños un informe nuestro, como si pidiese la cura para un dolor. Es evidente que, a mayor singularidad, mayor sentimiento de inadecuación; tenemos la obligación social de reducir esta exclusión, no sólo con el objetivo de integrar, no podemos ignorar y desperdiciar tanto talento.
Conozco y disfruto la importancia del momento en que padres y madres reciben el informe, emociones encontradas de incertidumbre y consuelo; necesidad de contar con un nuevo horizonte seguro en ese punto de inflexión que cada familia vive de una manera. Por eso nuestros informes son completos y densos, aportando los datos que elaboran un perfil. No sólo tienen la capacidad de explicar el momento presente, también anticipamos lo que es más probable que suceda.
La visión del hijo o de la hija cambia, nunca volverá a ser la misma. Soy consciente de que participamos en procesos enormemente significativos para las personas. Que nos elijan para este viaje es un orgullo, un honor y una enorme responsabilidad.
Que Interac sea el centro sanitario de referencia en altas capacidades no hubiese sido posible sin las organizaciones que han confiado y afianzado nuestro proyecto; sin pediatras que han sabido orientar pronto a las familias; sin las personas que nos han conocido y se han convertido en altavoces de nuestro modelo; sin psiquiatras que han sabido realizar el conveniente despistaje, sin el personal educativo que no ha escatimado recursos en profundizar; sin la confianza de las familias que confían en nuestro criterio y experiencia, sin el entusiasmo de las niñas y niños que han estado, ahora son jóvenes y su recorrido personal y académico es un orgullo; quienes están y forman parte de nuestro día a día y los que llegarán a participar y engrandecer nuestro proyecto.
Elisa Álvarez. Directora de INTERAC
INTERAC
Qué es: Un proyecto dedicado a atender las capacidades intelectuales de niños, niñas y adolescentes de manera integral.
Objetivo: Cubrir las necesidades de niños, niñas y adolescentes capacitados/as, superdotados/as, creativos/as o con alta motivación, mediante recursos específicos y personalizados.
Dónde está: C/ Fernández del Campo Nº 13 centro. – 1º Dcha.
48010 BILBAO
Contacto: 946 540 753 / 620 391 733
El horario de atención telefónica es de 16:00 a 20:00 horas.
Email: elisa@interac.es Más información: Interac
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