La violencia de género es un tema complejo y muchas veces difícil de abordar con nuestras hijas e hijos. También se trata de un tema importante para las relaciones respetuosas que establecemos con nuestras hijas e hijos y las relaciones que ellas y ellos establecen con sus iguales. Y por este motivo resulta ser un tema imprescindible de abordar en familia y sacarlo del terreno de los temas tabú.
La violencia de género es una violencia dirigida a las mujeres por el hecho de ser mujeres, no se trata de un tema individual ni siquiera familiar, sino que estamos ante una problemática social.
Es importante identificar y poder hablar de la magnitud de la violencia de género, y de la base estructural que comparten todas las diferentes manifestaciones de la misma: el abuso de poder, el objetivo de control y sumisión, y la cosificación de las mujeres tratadas como objetos para un beneficio masculino.
Aunque sea un tema que no tenemos en nuestra familia ni el entorno relacional de nuestras hijas e hijos, tenemos la responsabilidad de educar en la erradicación de este tipo de violencia que, como todas, representa una vulneración de los Derechos Humanos.
Las relaciones familiares son un espacio donde se proporciona parte de la identidad de nuestras hijas e hijos, y donde se validan conductas y formas de relación. Son relaciones basadas en jerarquías y valores, y donde existen vínculos afectivos que podemos usar para transmitir los valores de respeto y de no violencia.
En las relaciones con nuestras hijas e hijos validamos y reforzamos determinadas emociones, y, por otro lado, sancionamos y criticamos otras. En nuestra familia, ¿podemos llorar en la mesa mientras contamos lo que nos ha sucedido durante el día?, ¿los hijos y las hijas lo hacen por igual?, ¿qué me pasa a mi cuando mi hija o mi hijo llora contándome algo?, y con la rabia, ¿sucede igual?
Prestar atención a cómo nos dirigimos a nuestros hijos e hijas y a sus amistades ya es un paso para hacer pequeños cambios, cuestionarnos algunas formas de relación y plantear alternativas más equitativas.
Nuestra forma de relación con nuestras hijas e hijos tiene un gran impacto en la construcción de la imagen que se hacen sobre lo que significa ser hombre o ser mujer, que conductas son aceptadas y cuáles pueden ser castigables o ridiculizadas.
Son temas que están tan interiorizados que nos cuesta cuestionarlos pero se trata de aprovechar pequeñas ocasiones para hablar del tema, ya sea una noticia en la prensa escrita, un programa de televisión, alguna anécdota que nos cuenten que ha sucedido en el cole o en sus relaciones de amistad, etcétera. No se trata de buscar el momento para hacer el gran discurso sino aprovechar pequeñas ocasiones cotidianas para hablar de las desigualdades, del respeto, de la importancia de no justificar ninguna acción violenta o que vaya contra los Derechos Humanos. Es un trabajo cotidiano, de día a día, con paciencia y a través del vínculo que tenemos con nuestras hijas e hijos.
Hablar con nuestras hijas e hijos nos permite poner el tema sobre la mesa y enviarles el mensaje de que con nosotras y nosotros pueden hablar de este tema, si en algún momento tienen dudas, sospechan que pueden estar viviendo una situación abusiva o conocen a alguien que la puede estar viviendo, pueden hablar de ello en casa.
Estas conversaciones son una herramienta preventiva y de detección en sí mismas. No es fácil detectar situaciones de violencia de género en nuestras hijas e hijos o en su entorno porque son situaciones que se ocultan, que generan vergüenza por estarlas viviendo, que implican un sentimiento de culpa al creer que es responsabilidad de la víctima por estarlas permitiendo o por haberlas generado. Tampoco es fácil porque el contexto social y relacional nos lleva a justificarlas o minimizarlas, nos cuesta reconocer estas situaciones porque son injustas, dolorosas y humillantes, y, por lo tanto, nos resulta más soportable pensar que ha sido una ocasión puntual, una pérdida de control o que ha sido sin querer.
En definitiva, lo que nos va a ayudar a prevenir una situación de violencia de género que puedan estar viviendo nuestras hijas o hijos, o alguien de su entorno, es que nos lo cuenten. Y para que nos lo cuenten vamos a necesitar transmitirles la idea de que son importantes para nosotras, que les vamos a escuchar sin juicio y que con nosotras y nosotros están en un entorno seguro y de protección, que velamos por su bienestar. Y para poder transmitirles esta idea, vamos a tener que actuar en consecuencia y dándoles ejemplo de ello.
Este sentimiento de sentirse importante y validada le va a ayudar a tener una buena imagen y un buen concepto de sí misma o de sí mismo, va a crecer con la idea de ser alguien que merece ser escuchada, que puede expresar lo que siente y que es merecedora de respeto.
Un entorno seguro y de protección Un entorno seguro y de protección como el que estamos describiendo proporciona una fuerte autoestima, eje importante a la hora de detectar situaciones de violencia y de poder contarlas y salir de ellas.
Montse Plaza. Doctora en psicología social especializada en violencias de género y maternidades
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