En la Asociación Contra el Cáncer en Bizkaia recibimos a personas en mitad de un terremoto que inevitablemente cambia sus vidas. “¿Y ahora qué?” se preguntan, porque recibir una noticia relacionada con una enfermedad como el cáncer, establece un antes y un después en la vida de esas personas ya sean quienes lo padecen, sus familiares y/o su círculo más cercano.

El cáncer es una experiencia vital que nos conecta con los propios límites, con los miedos, con la fragilidad, con ideas asociadas al sufrimiento y, en ocasiones, también con la muerte. Cuestiones que son complicadas de manejar para todo ser humano. “Cuando me dijeron que tenía cáncer, se me vino el mundo abajo, mi vida se paró por completo. Me preguntaba… ¿Podré vivir una vida normal?, ¿me curaré?”. Con estos planteamientos se presentó Irune, enferma de cáncer, a su llegada a la Asociación Contra el Cáncer en Bizkaia. Convivir con el cáncer nos obliga a pensar en la limitación de la vida, que somos mortales y que podemos enfermar. De ahí que comprendamos la situación de malestar por la que atraviesa una persona a la que se le informa de un diagnóstico de cáncer. Son muchas las personas que reconocen que los primeros meses tras recibir la noticia son muy complicados, ya que el miedo les paraliza.

En otras ocasiones, quienes se acercan a la Asociación solicitando apoyo y acompañamiento, lo hacen desde un sentimiento de vergüenza por tener cáncer. Recuerdo la primera vez que atendí a Mikel. Llegó con ideas preconcebidas e irracionales y muchas preguntas sin respuesta “¿qué habré hecho mal?, ¿por qué a mí?, ¿qué culpa tengo?”. De igual modo, los tratamientos oncológicos implican mucho deterioro físico, es una enfermedad que, generalmente, se hace visible e implica enfrentarse a las miradas de los otros. Por ello, es habitual que muchas pacientes prefieran frecuentar lugares donde no se les conozca, donde nadie les pregunte y donde no tener que hablar de ello.

Cómo contárselo a nuestros hijos e hijas

En la Asociación Contra el Cáncer también tenemos en cuenta los procesos familiares, incluyendo las vivencias de los y las pequeñas de la familia. En estos casos es fundamental hacer un trabajo de prevención, ayudando y orientando a las personas adultas sobre cómo manejar la información. La palabra cáncer nos asusta mucho; más cuando durante largo tiempo se ha rodeado de tanto tabú, alimentando aún más si cabe el miedo. Xabier, marido de una enferma y padre de una niña, lo planteaba al comienzo de su andadura en la Asociación: “¿debería compartirlo con mis hijos o es mejor esconderlo para que no sufran?, ¿cómo se lo explico?”.

También los y las pequeñas de la familia viven la enfermedad y es posible que experimenten miedo e incertidumbre. Por ello, si no informamos o no ponemos palabras a la situación, pueden dispararse fantasías angustiosas y confusas en los menores, que generen mucho sufrimiento.

En nuestro trabajo, la herramienta que nos facilita la labor terapéutica de elaboración es el trabajo grupal. Grupos con un denominador común que tranquiliza, serena y ayuda a ver nuestra historia de otro modo. Son espacios para escuchar a otras personas que están pasando por situaciones similares. Comprobamos que hay procesos que son comunes y universales, que rebajan sentimientos de aislamiento y aparece el “no solo me pasa a mi”. Los grupos cohesionados permiten una mayor expresión, creando una red construida y compartida por todas las personas que lo componen.

Llamarlo cáncer ayuda a elaborarlo

Desde el área de atención psicológica de la Asociación abogamos por un abordaje integral de la persona, sea enferma o familiar, que pueda abarcar las diferentes etapas del camino: desde el primer impacto del diagnóstico hasta el acompañamiento en todo el proceso posterior. Intentamos que toda persona que transite por ese proceso tome conciencia y se haga cargo de lo potente que es emocionalmente la experiencia que están viviendo. Solo así podrá integrarlo en su vida y seguir adelante. Esa labor no puede hacerse sin pasar por una parte dolorosa que conlleva muchos cambios. Quien traga sin masticar, seguramente no va a digerir, no va a procesar lo que está incorporando.  Lo que más miedo da es aquello que no podemos nombrar, en el momento en el que le ponemos palabras, le ponemos nombre y le llamamos cáncer, se puede pensar y se puede elaborar. Nuestra labor es por tanto esa, acompañar y ayudarles a poner palabras a lo que están viviendo durante cualquiera de las etapas del proceso.  En todo este camino es importante tener siempre presente que, pese a los límites que la enfermedad pueda ponernos, estamos vivas y hay oportunidad para el disfrute, el aprendizaje y el autoconocimiento.

Paralelamente a este acompañamiento emocional, desde la Asociación Contra el Cáncer fomentamos medidas de prevención, promoción y educación en salud física y mental, tanto de la persona, en particular, como desde una visión colectiva. Todo ello requiere de un abordaje global, con una mirada amplia que abarque una mirada BIOPSICOSOCIAL. Cuerpo, mente y entorno. Es con esa mirada como, desde la Asociación Contra el Cáncer, recibimos a la persona.

Urko Zalbidea y Saioa Serrano. Psicolog@s

Lazo humano por la celebración del Día Mundial Contra el Cáncer

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