Con motivo del día del libro, muchos adultos sentimos nostalgia por este recurso tan maravilloso, con ese tacto y olor tan especial. Asistimos al cíclico vaticinio del fin de un reinado de 6 siglos desde que la imprenta revolucionara el conocimiento para toda la humanidad.
En estas últimas décadas, precisamente el auge de la tecnología y los modelos de consumo creciente, están haciendo variar enormemente los hábitos de las nuevas generaciones. A nuestros ojos, cada día parecen más consumidores y menos creadores.
Podría sentirse que la lectura perdiera adeptos, o fuese sustituida por otras propuestas. Y como cada generación, pensamos que esta nueva se está echando a perder. Esto nos lleva a padres y madres a preocuparnos.
Necesitamos buscar formas de recuperar o promover esta actividad. Incluso esforzarnos por darle carácter familiar y que resulte atractivo para los más pequeños de la casa. Recurrimos a la amplia diversidad de creativos, pedagógicos y coloridos cuentos infantiles.
Vamos creando nuestro Club de Lectura a fuerza de cariño ¡Hay mucho en juego!
Si investigamos, encontraremos diversas maneras de practicar la lectura en familia, para hacerla divertida, e incluso que se convierta en un hábito.
Creo que la esencia humana es la curiosidad y el aprendizaje. Por eso, soy partidaria de acompañar los procesos de descubrimiento de forma natural. Confiar, observar, estar atenta y facilitar los materiales cuando surge el momento.
Mi técnica se basa en una única, y tan inquietante como poderosa palabra: Confianza.
Creo que las personas somos capaces de hacer, aprender o cambiar cuando realmente existe un interés interno. Es decir, creo que, si realmente en algún momento una persona tiene un interés por una actividad concreta, trabajará hasta conseguirlo.
Creo que la motivación interior es nuestra mayor fuente de energía. Y con la lectura exactamente igual.
Cuando queremos saber acerca de un tema, buscamos y leemos para saber o descubrir nuevos horizontes, e incluso investigamos qué podemos hacer con la información que recogemos. Eso es un instinto básico que emerge siempre que dejemos que suceda.
Me maravilla ver la curiosidad y creatividad que tienen niños y niñas ¡Y a veces lo más simple les puede dar mucho juego! Otro capítulo habitual es que, como adultos, queremos que nuestros hijos e hijas lean aquello que nosotros consideramos de interés, o elegimos por ellos contenidos más “educativos”.
Sin darnos cuenta, esta decisión lleva implícita un juicio personal, que nada tiene que ver con el gusto de los más pequeños o con su interés por la lectura.
Con esto no quiero decir que no debamos hacer “nada”. Lo que propongo es que reflexionemos y nos planteemos cómo y porqué hacemos las cosas. Incluso si finalmente terminamos haciendo lo mismo.
Ahora podría enumerar la lista de opciones que existen para realizar actividades sobre cómo mejorar la lectoescritura. O cómo la trabajan las diferentes pedagogías. Pero cada persona tenemos unas circunstancias diferentes, una filosofía particular o una creencia sobre cómo queremos hacerlo.
Así que he preferido recurrir a la reflexión, ¡incluso incitar a la lectura! para confirmar o no, cómo quiero yo, como padre o madre, que mi hijo o hija tenga afición por la lectura. Cómo puede descubrirla y experimentarla, o incluso que la pueda compartir conmigo.
Dicen que aprendemos más por imitación que por insistencia
Si en casa los adultos leemos libros, o si frecuentamos las librerías con nuestros hijos e hijas. Si les damos la opción de elegir sus textos, o incluso si asistimos a ferias, probablemente interioricen una relación natural con la lectura.
Cuentan que una costumbre familiar finlandesa que inspira y atrae a los más pequeños es escuchar la propia lectura de los adultos en voz alta.
Es el auténtico interés y pasión del adulto por la lectura lo que atrae al niño a imitar ese hábito como un juego, para después incorporarlo a su vida creadora e intelectual.
Y como decía antes, si este proceso es natural y ellos lo viven con interés propio y emoción, entonces estaremos sembrando un camino lleno de posibilidades. También ayudará si evitamos dirigir los contenidos o juzgar sus hábitos literarios.
Como decía el escritor alemán Peter Bamm, “lo que importa verdaderamente en la vida no son los objetivos que nos marcamos, sino los caminos que seguimos para lograrlos.”
Miren Hernández y Rubén Méndez. Ariwake, red colaborativa de aprendizaje.
¿Cuál fue tu camino hacia la lectura y cómo te gustaría que fuera el de tus hijas e hijos?
No obstante, para los que habéis leído hasta aquí y preferís una guía, adjunto una lista de enlaces donde encontrar recursos:
- Metodología Waldorf de la enseñanza de la escritura
Miren Hernández y Rubén Méndez. Ariwake, red colaborativa de aprendizaje.
Visita nuestra mediateca, encontrarás recomendaciones y ahora, con el confinamiento, cuentos que te podrás descargar para disfrutar leyéndolos.