¿Influye haber sido adoptado/a en cómo se afronta la paternidad o maternidad?

Cuando pensamos en la adopción, la imagen que probablemente se nos venga a la cabeza es la de un niño o niña. Pero si atendemos a la realidad de la adopción en nuestro contexto, muchos de los niños y niñas adoptados en el boom de la adopción internacional (a finales de los años 90 y comienzos de los 2000), son ahora jóvenes adultos.

Ser una persona adoptada es algo que está presente toda la vida y está inexorablemente unido a experiencias de separación y pérdida y, en ocasiones, a problemas con la vinculación, y la identidad. A pesar de todo esto, para muchos niños y niñas la adopción es una experiencia reparadora en cuanto a cuidado, estabilidad y relaciones familiares. Además, lo que nos indica la evidencia científica es que la gran mayoría de los niños y niñas adoptados tienen niveles de ajuste psicológico y conductual, autoestima, y desempeño académico similares a los niños y niñas no adoptados.

No sabemos tanto de las vivencias de las personas adoptadas adultas, y tenemos que mirar a los estudios, especialmente en países anglosajones, para comprender las influencias únicas que la adopción tiene en la etapa adulta. Como decíamos anteriormente, la adopción está presente a lo largo de toda la vida, y para las personas adoptadas adultas, su condición adoptiva forma parte de una identidad con múltiples facetas, donde se incorporan, además de las experiencias anteriormente mencionadas, temas de orígenes, doble pertenencia, etnia, cultura, y racialización/racismo, entre otros.

Una persona adoptada, en su proceso de construcción de identidad, ha de reflexionar sobre sobre lo que significa la adopción en su vida y sobre “¿quién soy yo como persona adoptada?”

Para una persona adoptada, el proceso de construcción de la identidad implica el “trabajo extra” de integrar la adopción, con sus lagunas o adversidades tempranas, y la doble pertenencia a dos familias, la biológica y la adoptiva. Es un trabajo que tiene especial importancia en la adolescencia pero que continua en la edad adulta, especialmente en los años posteriores a la adolescencia, la adultez emergente. Una persona adoptada, en su proceso de construcción de identidad, ha de reflexionar sobre sobre lo que significa la adopción en su vida y sobre “¿quién soy yo como persona adoptada?”, y cómo esto encaja en su comprensión de sí mismo/a, de su familia, de sus relaciones, y de su cultura. Reflexionar sobre la propia adopción y su significado, incorporando los aspectos positivos y negativos de esta se ha asociado a más bienestar psicológico en la edad adulta y a una visión más positiva de la adopción y de sí mismo/a. Por otro lado, estudios longitudinales, en los que se hace un seguimiento de las personas a lo largo de varios años, apuntan a que las dificultades a la hora de integrar la adopción se relacionarían con problemas como ansiedad o síntomas depresivos y con problemas de conducta en la vida adulta.

Un aspecto importante en la vida de las personas adultas, especialmente en la adultez emergente, es el inicio de las relaciones íntimas de pareja significativas. Si miramos a las relaciones íntimas en personas adoptadas, algunos estudios apuntan a una menor probabilidad de tener una relación íntima, convivir con una pareja o casarse, o incluso tasas de divorcio más elevadas en personas adoptadas que en sus coetáneos no adoptados. Sin embargo, es importante señalar que a nivel de otros marcadores de éxito de la vida adulta – como el contacto social, el nivel educativo, o los logros profesionales – no se han encontrado diferencias entre personas adoptados o no adoptadas.

Obviamente, no todas las personas adoptadas se enfrentan a dificultades en sus relaciones íntimas y estas dificultades también están presentes también en personas no adoptadas. Parece razonable pensar, sin embargo, que las posibles dificultades a nivel de vínculo en la infancia tendrían alguna relación con las dificultades relacionales en la edad adulta, y que la pérdida podría activarse en momentos normativos de la vida adulta como es precisamente el establecimiento de relaciones íntimas afectivas. Varios autores sugieren que la dificultad en establecer y/o mantener relaciones íntimas podría explicarse por la sensibilidad y el miedo al rechazo y desconfianza sobre la permanencia de los y las cuidadoras. ¿Y cuáles serían estas dificultades en las relaciones íntimas? La investigación en este tema señala que las personas adultas adoptadas tienden a relacionarse con ansiedad, con pensamientos rumiativos y una preocupación excesiva a ser abandonadas o rechazadas por su pareja y temas de desconfianza. Además, los estudios de investigación también recogen la incomodidad y el distanciamiento que las personas adoptadas pueden sentir en las relaciones íntimas de pareja. A pesar de todo esto, estudios internacionales recientes informan de relaciones de pareja cálidas y satisfactorias y con niveles de compromiso similares a los encontrados en personas no adoptadas.

La investigación más reciente apunta a que serían factores no relacionados con la adopción los que tienen un impacto más importante en el bienestar de las personas adoptadas.

No está del todo claro todavía si ser una persona adoptada o, por otro lado, temas más relacionados con la seguridad en las relaciones afectivas lo que influye en la calidad de las relaciones íntimas de las personas adoptadas adultas y en su bienestar psicológico. La investigación más reciente apunta a que serían factores no relacionados con la adopción los que tienen un impacto más importante en el bienestar de las personas adoptadas. Es importante, por tanto, seguir investigando sobre este tema.

Mencionábamos anteriormente temas de etnia, cultura y racialización, temas importantes para las personas que han sido adoptadas internacionalmente. Para ellas, la identidad incluye el componente de la integración de un sentido de pertenencia y actitudes positivas hacia su grupo étnico y sus costumbres. De hecho, se ha sugerido que, a pesar de un clima de apertura hacia la adopción en la familia adoptiva y una socialización de la adopción adecuada, las personas adoptadas transracialmente pueden cuestionarse y preocuparse más por temas de identidad racial que por temas referido a la adopción en sí misma. Toma especial relevancia en este aspecto la llamada socialización cultural, es decir, la apertura de la familia adoptiva a las costumbres y valores culturales de origen de su hijo/a, traducida en actividades para fomentar la conexión con la cultura de origen.

Estas actividades pueden variar desde festivales culturales o actividades más experienciales como visitar el país de origen, estar escolarizado/a en centros educativos con diversidad racial y étnica, o tener referentes de su mismo origen étnico. Lo que sabemos es que estas últimas, las actividades “vividas”, y que implican interacciones sociales con personas que tienen el mismo origen étnico y/o cultural en un contexto natural, parecen contribuir más al desarrollo de un sentido de uno/a misma positivo. Además de la implicación en las actividades culturales, las actitudes de los padres y madres adoptivos (hasta qué punto reconocen las diferencias culturales) y sus motivaciones (hasta qué punto están comprometidos con acompañar a sus hijos/as y fomentar una construcción de la identidad positiva) pueden tener un impacto en la experiencia de conexión emocional con la cultura de origen. Finalmente, la socialización cultural ha de preparar también a las personas adoptadas transracialmente para el racismo y la discriminación que muchas personas adoptadas experimentan.

La paternidad o maternidad

Otro momento importante en la edad adulta es la paternidad o maternidad (nos vamos a centrar en la biológica), siendo este un momento que lleva a reevaluar la vivencia adoptiva y el sentido de uno mismo/a. La paternidad/maternidad representa el primer vínculo biológico, que generalmente se vive con gratitud porque la separación y la pérdida no se van a repetir, y con un aumento en el sentido de pertenencia, así como con la búsqueda activa de la familia biológica. Por otro lado, también se ha apuntado a una activación del sentimiento de pérdida debido a las lagunas en la historia personal y a la preocupación de que los hijos/as puedan verse influenciados por estas.

La reevaluación de la historia personal va a incluir también las vivencias y experiencias de las relaciones familiares, tanto en la familia adoptiva como en la familia biológica. La investigación sobre este tema es escasa y la mayor parte de los estudios son bastante recientes. Estos señalan una variedad de reacciones emocionales, desde un distanciamiento emocional o incluso enfado hacia la familia adoptiva, hasta una mayor cercanía con esta, pasando por no experimentar ningún cambio a nivel emocional cuando se convierten en padres o madres. Con respecto a la madre biológica, varios estudios informan de una mayor empatía hacia esta y las circunstancias que llevaron a la adopción.

Dos revisiones de la literatura recientes apuntan a que la parentalidad/maternidad de las personas adoptadas incluye algún reto específico, como la importancia que se otorga al vínculo biológico o la preocupación por transmitir y hablar a sus hijos/as temas relacionados con la adopción, con la socialización cultural y racial con más frecuencia de la que sus padres y madres adoptivos lo hicieron con ellos/as. Estos retos podrían explicar el menor o nulo deseo de ser padres o madres o la tendencia a tener hijos/as más tarde que sus coetáneos no adoptados. Sin embargo, un estudio posterior a estas revisiones no ha encontrado diferencias en cuanto al deseo de tener hijos/as y en cuanto a medidas de estrés parental y coparentalidad entre una muestra de personas adoptadas y una muestra de personas no adoptadas.

Ante la paternidad/maternidad se da también un empoderamiento

Por otro lado, un estudio cualitativo también reciente ha encontrado que, ante la paternidad/maternidad se da también un empoderamiento – donde se revisitan sus propias experiencias de crianza y se reflexiona sobre cómo quieren llevarla a cabo en un contexto de parentalidad biológico, a la vez que reflexionan sobre la historia de rechazo vivida y cómo ha afectado a sus relaciones afectivas. La paternidad/maternidad, con una nueva conexión biológica, con una nueva identidad como padre o madre y un nuevo sentido de pertenencia se presenta como una oportunidad para reparar y dar sentido a conflictos no resueltos anteriormente.

En conclusión, la adopción es algo presente toda la vida y hemos recogido algunos elementos importantes de la edad adulta con la mirada en las experiencias de personas atravesadas por esta experiencia. La evidencia aquí resumida presenta muchos resultados dispares, lo que es un indicador de la gran heterogeneidad dentro de este colectivo. Esta variabilidad podría estar mediada por factores relacionados con la adopción, como la edad en la que esta se formalizó o las experiencias de adversidad vividas en edades tempranas. Parece claro que tenemos que seguir investigando, dando voz a las personas adoptadas, para conocer y comprender las múltiples aristas de su identidad, donde interseccionan y se solapan adopción, etnia, y cultura.

Susana Corral, Profesora e Investigadora en Psicología. Directora del Máster de Psicología Jurídica y Forense. Universidad de Deusto. 

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En los podcast de Laberintos de crianza Pepa Horno y Josu Beaskoetxea nos cuentan cómo fue el proceso de adopción de sus hijos e hijas:

 

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